Descarga la aplicación
google play storeapple store


  1. Savia
  2. Contenidos de salud
  3. Psiquiatría
  4. Artículos especializados

Psiquiatría

La especialidad
Artículos especializados
Enfermedades
Síntomas
Otros contenidos
Qué Debes Saber sobre la Depresión Posparto
Artículo especializado

Qué Debes Saber sobre la Depresión Posparto

Actualizado el 10/01/2022 La depresión posparto es una de las complicaciones más comunes e incapacitantes de la maternidad, aunque a menudo es infradiagnosticada y por lo tanto no es tratada adecuadamente. Se estima que puede afectar a más del 10% de las mujeres que dan a luz. Además, en estos últimos tiempos la depresión postparto se ha visto más acentuada por la pandemia del coronavirus y el aislamiento al que se han visto sometidas muchas madres tras el nacimiento de sus hijos. Qué es la depresión posparto La depresión posparto es un trastorno del estado de ánimo grave que puede aparecer en la madre durante el primer año tras el nacimiento del niño, si bien suele ser común que tenga lugar durante los tres primeros meses de vida. Su aparición se asocia con el sufrimiento materno y puede tener numerosas consecuencias negativas para el bebé, la madre y el seno familiar. Duración La duración de la depresión posparto es muy variable. La mayoría de los casos se resuelven en unos pocos meses a partir del tratamiento. Sin embargo, cerca del 25% de las mujeres diagnosticadas todavía presentan depresión un año después de dar a luz y más del 10% después de dos años. Aproximadamente el 40% de las mujeres recaen durante un nuevo embarazo, o aunque no exista un embarazo de por medio. Es probable que la depresión del embarazo no tratada se haga recurrente con nuevos episodios depresivos, siendo el foco de problemas continuos para la madre, el niño y la familia. Causas y factores de riesgo Las causas que pueden motivar la aparición de la depresión posparto son complejas y no están del todo esclarecidas. Sin embargo, parece evidente que un conjunto de factores biológicos puede jugar un papel importante: Hormonales . Durante el embarazo se dan cambios en los niveles de estrógenos y progesterona. Después del parto el organismo los tiende a reequilibrar, provocando un descenso brusco hormonal que puede afectar al estado de ánimo. Genéticos . La genética puede influir en que se desencadene una depresión posparto. Existen varios genes candidatos que pueden estar implicados en su aparición. Inmunitarios . Durante el embarazo se produce una regulación antiinflamatoria del sistema inmune de la madre para proteger al feto. Tras el nacimiento, el sistema inmune se torna proinflamatorio, lo que podría relacionarse con la aparición de la depresión. Psicológicos . Los trastornos anímicos existentes en la madre previos al embarazo podrían reaparecer o agudizarse tras el parto. Factores de riesgo El factor de riesgo más importante para la depresión posparto es un historial de trastorno del estado de ánimo o de ansiedad. Otros factores de riesgo psicosocial y de salud incluyen: Falta de apoyo social y familiar. Problemas económicos. Problemas persistentes de salud y de comportamiento en el niño. Dificultades en la pareja, violencia o abuso previo. Acontecimientos negativos y estresantes de la vida. La edad de la madre (por debajo de 25 años) Antecedentes familiares de depresión posparto o enfermedad psiquiátrica. Embarazo no deseado. Mala salud física perinatal de la madre. Síntomas de la depresión posparto Los síntomas comunes en la depresión posparto pueden incluir: Extrema tristeza, sensación de vacío y desesperanza. Llanto recurrente sin motivo aparente. Cansancio, dolor y molestias físicas. Angustia y ansiedad. Pereza y desgana, evitando a familiares y amigos Alimentación insuficiente o excesiva. Insomnio o dormir en exceso. Sentimiento de culpa. Dificultad para concentrarse o tomar decisiones. Sentimiento de incapacidad para cuidar de sí misma o del bebé. Miedo a quedarse a solas con el niño. Sentimientos negativos hacia el bebé. Preocupación excesiva o mínima por el bebé. Los pensamientos suicidas suelen ser comunes, afectando a cerca del 20% de las mujeres con síntomas de depresión posparto. De igual modo, algunas mujeres también tienen pensamientos de hacer daño a su hijo. Diagnóstico La aparición de los síntomas de depresión posparto está en el centro del criterio diagnóstico. Para ello deben estar presentes durante un período mínimo de dos semanas y suponer un cambio con respecto a la situación y el funcionamiento anterior. Estos síntomas deben causar un malestar clínicamente significativo o deterioro del funcionamiento no atribuibles a otra condición médica. Se puede diagnosticar la depresión posparto de manera sencilla a partir de la Escala de Edimburgo . Se trata de un formulario de 10 preguntas sobre diferentes aspectos relacionados con el estado de ánimo y de comportamiento de la madre. Un valor de 12 puntos o más sirve para confirmar el diagnóstico de depresión posparto. Tratamiento El tratamiento eficaz de la depresión posparto requiere un enfoque integral y, a menudo, multidisciplinar. También debe contemplar las preferencias de la mujer, si está lactando y de la intensidad de los síntomas. Inicialmente es preferible la psicoterapia. Los antidepresivos deben usarse en mujeres lactantes valorando la seguridad y la relación riesgo/beneficio. Son de elección los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina , siendo recomendables los de menor excreción en la leche materna y mayor experiencia de uso. En cualquier caso, el tratamiento de una depresión posparto es similar al de cualquier otra depresión. Por otro lado, deben fomentarse todas aquellas estrategias psicosociales que inciden en el autocuidado, la mejora de apoyos sociales y emocionales y reducen el impacto negativo de las circunstancias vitales y los factores estresantes. Los grupos de apoyo en los que se reúnen mujeres que están pasando o han pasado por una depresión posparto pueden ser de gran ayuda. Cómo puede afectar al bebé Es conocido el impacto de la depresión postparto en el desarrollo infantil y sus efectos pueden ser permanentes tanto en la madre como en el hijo. La depresión determina que las madres no sean capaces de cuidarse a sí mismas ni a sus hijos. Además, esta desatención puede causar problemas a largo plazo tanto emocionales como en el desarrollo del bebé. Preguntas frecuentes ¿Qué es la depresión posparto? El Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (DSM-V), define la depresión posparto como un episodio depresivo mayor con inicio en el periparto. En la práctica clínica, la depresión posparto se define de manera variable como la depresión que tiene lugar entre las 4 semanas y los 12 meses después del parto. ¿Qué es el “blues” o tristeza posparto? En los primeros días después del parto un 80% de las mujeres experimentan, en mayor o menor grado, un sentimiento de tristeza conocido como “blues posparto” o “tristeza puerperal”. Se trata de una tristeza relacionada con los cambios propios de la nueva situación, las nuevas responsabilidades, la sensación de desconocimiento, el agotamiento, los cambios hormonales, etc. Es completamente normal, no requiere tratamiento y remite de forma espontánea a los pocos días, o como máximo, a las dos semanas. Aunque el “blues” posparto se resuelve espontáneamente, requiere apoyo y seguimiento. Se considera un factor de riesgo para la aparición de depresión posparto. ¿Existe la depresión posparto en los padres? Los padres no son inmunes a la depresión posparto. Algunos estudios han hallado una prevalencia cercana al 10% de depresión posparto en padres. Los factores de riesgo parecen ser similares a los de las madres, incluyendo el bajo apoyo social, los problemas económicos y un historial de depresión. ¿Se pueden tomar antidepresivos durante la lactancia? Los medicamentos que toma la madre pueden llegar al bebé a través de la leche materna. Por eso, los bebés lactantes cuyas madres toman antidepresivos, acostumbran a ser más irritables o tener más dificultad para dormir o alimentarse. El médico deberá indicar aquellos más adecuados para revertir los síntomas depresivos en la madre, afectando lo menos posible al bebé. ¿Cualquier mujer puede sufrir una depresión posparto? Algunas mujeres tienen más propensión que otras a desarrollar una depresión posparto. Entre los factores de riesgo más importantes destacan: Antecedentes en una misma o en la familia de depresión u otros trastornos mentales. Problemas durante el embarazo. Ansiedad o sentimientos negativos respecto al embarazo. Una experiencia de parto traumática. Nacimiento prematuro, enfermedad o ingreso del recién nacido. Tener más de un bebé. Un embarazo no deseado o no planeado. Dificultad para la lactancia materna. No tener pareja. Falta de apoyo social. Violencia doméstica. Dificultades laborales o económicas. Consumo de alcohol o drogas. Acontecimientos vitales adversos. Bibliografía Amparo Ortega del Moral, Ana María Romero Romero, Yarmila García Iglesias. Depresión posparto: Criterios de sospecha, diagnóstico y tratamiento. FMC – Formación Médica Continuada en Atención Primaria 2020;27(4): 164-171. Doi: 10.1016/j.fmc.2019.10.011. Stewart DE, Vigod SN. Postpartum Depression: Pathophysiology, Treatment, and Emerging Therapeutics. Annu Rev Med 2019; 70:183-196. Doi: 10.1146/annurev-med-041217-011106 . Asociación Americana de Psiquiatría. Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5. 2014. Consultado: 20/12/2021 . Cox J. Thirty years with the Edinburgh Postnatal Depression Scale: voices from the past and recommendations for the future. Br J Psychiatry 2019; 214(3): 127-129. Doi: 10.1192/bjp.2018.245 . Escala de depresión posparto de Edinburgh. Obtenido de la British Journal of Psychiatry [Revista Británica de Psiquiatría] Junio de 1987, Volumen 150 por J.L. Cox, J.M. Holden, R. Sagovsky .
Cómo detectar y tratar la bulimia
Artículo especializado

Cómo detectar y tratar la bulimia

Podemos afirmar que el acto nutricional no es sólo una experiencia de gratificación fisiológica , sino que también es, en su origen, una experiencia emocional de sosiego y conexión con el otro. Ser nutrido es ser cuidado y, en última instancia, querido. A medida que vamos creciendo aprendemos a establecer una relación autónoma con la alimentación y pasamos a ser nosotros quienes nos auto-nutrimos, comprando, preparando e ingiriendo la comida que consideramos apropiada. El acto de nutrirse tiene una función relacional, hetero y auto reguladora de las emociones , por lo tanto, es susceptible de verse alterado y desorganizado cuando aparecen conflictos emocionales y psicológicos. Vamos a hablar a continuación de uno de los trastornos de la alimentación más conocido, la bulimia nerviosa. ¿Qué es la bulimia? El síndrome bulímico es un trastorno que se caracteriza por un modelo de alimentación anormal , con episodios de ingesta voraz seguidos de la puesta en marcha de maniobras que buscan eliminar las calorías ingeridas, acto seguido la persona que padece dicho síndrome se siente malhumorada, triste y eventualmente con sentimientos de autocompasión . El trastorno presenta su máxima incidencia entre mujeres de 19 a 25 años. Podemos diferenciar dos tipos de bulimia: El purgativo : la persona se provoca regularmente el vómito o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso. El tipo no purgativo: se utilizan otras conductas compensatorias inadecuadas, como el ayuno o el ejercicio intenso. ¿Cómo lo detectamos? Hay una serie de rasgos característicos de este síndrome que pueden ayudarnos mucho si sospechamos que algún familiar o amigo puede padecerlo. Nos centraremos en tres grandes criterios: Preocupación continua por la comida acompañada de un deseo irrefrenable por comer, finalmente, la persona acaba por sucumbir a este deseo presentando periodos de gran ingesta en poco tiempo. Intentos por contrarrestar el aumento de peso mediante métodos purgativos y no purgativos tal y como hemos explicado anteriormente. La persona que padece el trastorno se fija como objetivo el alcanzar un peso por debajo del adecuado para su masa corporal y/o del que tenía antes de padecer el síndrome, por la misma naturaleza de la patología, dicho objetivo no se consigue mientras dure la misma. A diferencia de la anorexia nerviosa, la persona que padece bulimia presenta una conducta desordenada en relación a la alimentación, más adelante también en otros aspectos de la vida. La frecuencia y duración de los atracones varían en función del estado de ánimo. Tratamiento Dimensión física : lo que buscamos con el tratamiento es mejorar el estado físico del paciente, lo que incluye la estabilización del peso, rehidratación y normalización electrolítica, corrección de anomalías físicas (erosión de la mucosa digestiva, dilatación gástrica, etc.). Dimensión psicológica : tratar eventuales trastornos de la personalidad concomitantes, evitar abusos de sustancias y/o conductas auto-líticas, así como la facilitación de la toma de conciencia y resolución de los conflictos emocionales que causan la inestabilidad del estado de ánimo. ¿Qué podemos hacer para ayudar a la persona que lo padece? Comprensión, compasión, vinculación, escucha, apoyo… son algunas de las actitudes que debemos tener hacía la persona que padece dicho trastorno. Si verdaderamente queremos ayudarle, es importante que nos sienta capaces de recoger y contener su angustia sin juicio . Hemos de tener en cuenta que, aunque las causas que producen el trastorno son variadas, éste no es más que una disfuncional manera de lidiar con algún tipo de sufrimiento mental y emocional. Por ello, hemos ser capaces de apoyar a la persona e insistir en la importancia de la búsqueda de ayuda externa para que se lleve a cabo un adecuado tratamiento. Consideraciones Es muy importante tener en cuenta que la persona que sufre dicho trastorno necesita una ayuda que aborde su forma de vivir, de sentir, de relacionarse y que incida en cambiar los aspectos de la vida y de su mundo interno que se le hacen más dolorosos e inaceptables. Por ello, si tenemos un caso cercano debemos asegurarnos de que el profesional que lo abordará está capacitado para tratar dicho trastorno.
Superar una Ruptura
Artículo especializado

Superar una Ruptura

Los conflictos de pareja y las rupturas en particular son, cada vez más, una de las principales problemáticas que traen a consulta nuestros pacientes . Y es que cuando el que ha sido el amor de tu vida te deja o terminas con la persona con la que lo has compartido todo los últimos meses o años, te vuelves un poco loco. Y decimos loco en el sentido de que experimentas sensaciones contradictorias hacia la persona que te ha hecho daño o que ya no quieres en tu vida, o al menos no como pareja; porque según la neurociencia, una ruptura amorosa, devuelve a tu cerebro a la etapa inicial de la relación (cuando parece más bien una obsesión) y de nuevo se reactivan los mismos circuitos que en la fase de enamoramiento, pidiendo más y más de la otra persona, como si de una adicción se tratara, lo que explicaría los mensajes y llamadas al ex, sobre todo cuando estamos desinhibidos por el alcohol y el sexo post ruptura. En terapia vemos a mucha gente sufrir por temas de desamor y, sobre todo, alarmados y angustiados por llevar varios días experimentando emociones como tristeza, ira o rabia; pero lo cierto es que aunque vivimos en una sociedad en la que está mal visto el dolor y el sufrimiento y transmite que siempre deberíamos estar con la sonrisa puesta, las emociones negativas no sólo no son “malas” sino que además tienen una función:  ayudarnos a procesar la realidad de la pérdida, pues fomenta la introspección y ayuda a adaptarnos mejor a la nueva situación. Pasar el duelo… El duelo es el proceso psicológico que nos permite adaptarnos a las pérdidas, y en la ruptura de pareja en particular no sólo hay que digerir el haber perdido a la persona que queremos o que habíamos querido tiempo atrás, sino también la pérdida de parte de nuestra identidad como persona emparejada, lo que hace que nos sintamos algo confusos sobre quienes somos; amigos en común, que algunos se han posicionado con el otro; actividades compartidas, que se realizaban en pareja; y proyectos futuros que se desvanecen rompiendo nuestro camino o guía de vida a seguir. Todo esto hace que el p roceso de duelo por separación sea uno de los más duros y dolorosos que podamos experimentar, pero conocer las fases y algunos consejos sobre cómo sobrellevarlo, pueden evitar que caigas en situaciones que provoquen aún más dolor del ya esperado y ayudarte a avanzar hacia la recuperación, hacia la sensación de “haber pasado página”. Primera fase: negación En esta fase, es posible que te niegues a aceptar que la relación ha terminado y probablemente llores con frecuencia. Suelen aparecer síntomas relacionados con la ansiedad como el insomnio, los mareos y la hiperventilación, relacionados, seguramente, con el shock de la noticia. Recomendación: No reprimas el llanto . Cuando censuramos nuestras emociones o no las atendemos debidamente, el cuerpo siente la necesidad de expresarlas somatizándolas (dolor de cabeza, estómago, picores…) y al hacerlas visibles, te obliga a prestarles la atención que realmente requieren. Exprésate , habla contigo mismo y con los demás. Poner palabras a lo que sientes alivia la tensión emocional. Y si esto no es posible, plantéate escribir un diario de lo que piensas o sientes para ayudarte a procesar la información que no acabas de comprender. No te envíes mensajes a ti mismo explicándote la situación como algo pasajero, pues te alejará todavía más de la realidad. Segunda fase: ira No todo el mundo pasa por esta fase , pero si este es tu caso, seguramente sientas que tu ex te ha traicionado y te ha tratado de forma injusta. Además, es el momento de buscar el por qué a todo lo que te ha hecho y al no conseguir respuesta, es posible y bastante común, que aparezca agresividad, ansiedad y la necesidad de venganza o castigo. También es probable que a la par, o continuadamente, vivas una “segunda adolescencia” y empieces a salir de copas, a hacer muchas actividades y a sentir la necesidad de empezar a ligar y a gustar, lo que refleja la necesidad de cambios en otras áreas de la vida. Recomendación: Intenta evitar que el sentimiento de ira pase a la acción . Es fácil arrepentirse de los actos desarrollados bajo esta emoción, ya que la razón queda completamente anulada. Practica deporte, técnicas de relajación o meditación para descargar tensión. Recuerda que el odio sólo genera malestar al que lo sufre. Intenta pensar más en tu bienestar que en el malestar del otro, porque si no, seguirás enganchado emocionalmente, pero ahora de forma negativa. Ten en cuenta que cuando no perdonamos y tenemos rencor, el proceso de duelo se cronifica. Tercera fase: negociación Es el momento en el que tu cerebro vuelve al principio de la relación y te empuja impulsivamente a buscar acuerdos y soluciones para que tu ex pareja vuelva . En esta fase, es normal que aparezca la tentación de meterse en las redes y rastrear a la otra persona, escribir mensajes, mails, whatsapp o llamadas a la madrugada. Recomendación: Distanciarse hasta estar más estable. Las conductas de aproximación suelen hacer que la persona se aleje todavía más y además nos producen frustración por no conseguir lo que queremos, que vuelva. Evita al máximo los estímulos o situaciones que te recuerden a él o ella (lugares que compartisteis, fotos, canciones…). Si observas que estás a punto de “caer en la tentación”, ponte inmediatamente a hacer otra cosa. Cuarta fase: culpa Los sentimientos de culpa pueden aparecer, fundamentalmente por hacernos principales responsable del final de la relación y también por presiones sociales apoyadas en creencias de que el matrimonio o las parejas deben durar para toda la vida. Recomendación: No te culpabilices , no eres el completo responsable de que la relación haya finalizado. Una relación es siempre cosa de dos, y hacerse responsable de la parte en la que uno se ha podido equivocar está bien y es necesario para no volver a cometer los mismos errores en el futuro, pero siempre debe de ir acompañado de un perdón y una atribución de parte de la responsabilidad al otro. Aprende a lidiar con el chantaje emocional de las personas que te rodean que inconscientemente por sus creencias te culpabilizan de que la relación haya finalizado. Quinta fase: desesperanza Es la fase más desagradable porque el estado de ánimo y la autoestima se derrumban y comienza una tristeza profunda que te deja sin ganas para hacer nada. Esta tristeza, viene acompañada de pensamientos catastróficos y alarmistas del tipo: “no me voy a enamorar nunca más” y “nadie me va a querer,” que provocan que se desajusten los hábitos de comida y sueño. Recomendación: Permítete estar triste porque es el estado de ánimo en el que te toca estar. La tristeza nos “obliga“ a pararnos y atender eso que tenemos en la cabeza y que nos genera esa emoción. Es como si nos dijera “siéntate, aíslate un rato y asimila qué te pasa y qué tienes que hacer”. Si no lo haces, el resultado es que la tristeza no termina de desaparecer y te acompaña durante todo el proceso sin entender el por qué. Mantente activo . La tristeza a veces es un poco “tramposa” y te incita a quedarte en casa, sin arreglar, comiendo mal, etc., y además te ancla todavía más en los pensamientos negativos. Si te dejas arrastrar por esto, difícilmente saldrás de esta etapa y posiblemente caerás en un espiral de autodestrucción. Lo ideal es combinar ratos de reflexión inundados por la tristeza, con momentos de acción y distracción. Encuentra modelos de rol , es decir ejemplos de hombres o mujeres, que hayan pasado por una situación de ruptura sin mucha dificultad, para que sus historias de motivación puedan ayudarte a continuar. Asigna un nuevo significado a la palabra separación . Una ruptura no es necesariamente sinónimo de fracaso, sino que puede convertirse en sinónimo de esperanza, aprendizaje y nuevas oportunidades Rodéate de los que te quieren y explica cómo te sientes sin monopolizar la conversación. El objetivo es que te desahogues y te sientas arropado por lo demás, pero también distraerte y desviar el foco. Sexta fase: aceptación Llega el momento en el que sientes que vas recuperando fuerzas, los pensamientos negativos no son tan habituales y empiezas a asimilar que la persona ya no forma ni formará parte de tu vida; es en esta etapa en la que empiezas a iniciar nuevas rutinas sin él o ella y comienzas a hablar con normalidad y seguridad de tu relación pasada.  Recomendación: Disfruta de tu independencia y de que el tiempo vuelve a ser tuyo por completo. Para ello haz una lista con tareas que vayan de sencillas (comer solo, tomar un café solo, ir al supermercado solo…) a complejas (viajar solo, ir al cine solo, salir a bares solo…) e intenta ir asumiéndolas para tomar consciencia de que no necesitas a nadie para lograr la cosas. Sal de casa , conoce gente, retoma amistades, recupera aficiones, descubre nuevas inquietudes, adopta nuevos hábitos, ponte metas que te ilusionen y sobretodo, haz aquellas actividades que no hacías sólo porque tu pareja no las compartía contigo. Esto te permitirá ocupar el exceso de tiempo libre que ahora sientes y aumentará tu satisfacción personal. Y por fin… la superación Llegados a este punto, ya estás preparado para analizar y evaluar los errores cometidos en la relación y así poder aprender de ellos . Esto puede hacer que te plantees tu estilo de vida y la manera en cómo te relacionas con los demás para cambiarlas cara el futuro. Recomendación: Darle un sentido a la ruptura y obtener de ella un aprendizaje con el que salgas fortalecido. Hay que tener en cuenta que las etapas del duelo no suelen presentarse de forma ordenada o incluso pueden solaparse o retroceder a una fase anterior que se creía superada, pero si estás pasando por esta situación y crees que el duelo ya debería haber finalizado, te animo a que te pongas en contacto con un profesional para ayudarte a salir de la etapa en la que te hayas quedado estancado.
Reduce el Estrés Controlando tu Mente
Artículo especializado

Reduce el Estrés Controlando tu Mente

Es bien conocida la estrecha conexión que hay entre el cuerpo y la mente , pero cuando hablamos de estrés, esta relación se hace particularmente evidente. Ya que nadie es capaz de vivir toda una vida entera sin estrés, aprendamos a gestionarlo. Aprendamos a manejar psicológicamente lo que está a nuestro alcance para que el cuerpo no termine por enfermar. ¿Qué es el estrés? En Física, el estrés se define como la reacción a una fuerza externa : Si hay mucho estrés, un objeto se rompe o cambia de forma. De la misma manera, el ser humano también puede “romperse” o cambiar al verse sometido a una presión externa. El estrés es la reacción física y emocional que experimentamos al enfrentarnos a un cambio que amenaza o desafía nuestras vidas. Esta reacción automática y natural del organismo, puede tener efectos positivos o negativos, por lo que pueden definirse dos tipos de estrés: Eutrés o estrés positivo : se produce cuando la presión externa es manejable y genera activación y estimulación positiva. P.ej. bajar una pista de esquí o vestirnos para nuestra boda. Mejora la capacidad cardíaca, la resistencia, agudiza el pensamiento e incluso puede servir para combatir infecciones. Distrés o estrés negativo :  es lo que comúnmente entendemos por estrés, es decir, cuando sentimos que no conseguimos adaptarnos a las presiones y exigencias de una situación, que las demandas del entorno exceden nuestra capacidad de afrontamiento y sentimos que está en peligro nuestra estabilidad física o psicológica. Según la duración de esta vivencia, diferenciamos entre: Estrés agudo : acotado en el tiempo. Da lugar a: -Emociones negativas: Fundamentalmente ansiedad, tristeza e irritabilidad. -Problemas estomacales o intestinales. -Problemas musculares (dolor de espalda, de cabeza, de mandíbula, etc.) -Sobreexcitación temporal (aumento de presión arterial y de la tasa cardíaca, mareo, dificultad para respirar, sudoración, etc.) Estrés crónico : el mantenimiento sostenido del estrés agudo puede provocar importantes consecuencias a nivel fisiológico: alergias, úlceras, disfunción sexual, hipertensión, problemas de peso, cáncer, enfermedades cardíacas, pensamientos suicidas, etc. A nivel emocional puede provocar sentimientos de desesperanza e impotencia. ¿Qué podemos hacer? La sintomatología que presenta el estrés es, a nivel psicológico, información. Es como si el cuerpo nos dijera: “o paras tú o te paro yo”. Nuestro organismo está haciendo un esfuerzo importante por adaptarse a una situación, pero se ve sobrepasado, así que alerta a través de los síntomas de que es necesario hacer un replanteamiento en nuestra forma de gestionarlo. El estrés pueden desencadenarlo muy diversas situaciones , pero no a todos nos afecta de la misma forma. Lo primero que se tendría que calibrar es el margen de maniobra ante el problema, es decir, qué es cambiable y qué no y trazar hojas de ruta para producir dichos cambios.  Las últimas investigaciones muestran que lo que más estrés genera no es, por ejemplo, un exceso de trabajo, sino la falta de percepción de control sobre situaciones cotidianas. Aliados del estrés Crea opciones : empieza por responder esta pregunta: “ Supongamos que esta noche mientras duermes sucede un milagro y a pesar de que la situación que genera tu malestar sigue produciéndose, tú no notas ese malestar, te encuentras bien. ¿Cómo te darías cuenta? ¿Qué harías diferente? ¿Cómo sabrías que el milagro se ha producido? ¿Cómo se darían cuenta las personas en torno a ti? ”. Establece objetivos en cada una de las áreas importantes de tu vida (familia, trabajo, hobbies, salud…) que sean: -Específicos. -Medibles. -Alcanzables. -Relevantes. -Con un tiempo determinado. Dirige tu foco atencional: conecta con las cosas que sí están funcionando, no sólo con las que no. Organiza el tiempo de una manera diferente. Programa tu agenda de forma que cada cosa tenga su momento y vive cada minuto en el presente sabiendo que tendrás tiempo para lo demás. Haz las cosas más lentamente, la rapidez facilita la ansiedad. Prioriza: haz las cosas de una en una (de forma seriada), no a la vez (en paralelo). Afronta el problema en vez de aplazarlo. La procrastinación acaba aumentando el estrés. Delega lo que sea posible delegar, pero sin ser irresponsable. Respeta tus limitaciones: marca límites. Potencia tu bienestar. Crea un espacio propio en tu día, aunque sea breve. Haz lo que más te guste.   Refuerza tu sociabilidad. Comunícate y comparte con los demás. Atiende a lo corporal: practica ejercicio físico regularmente, cuida la alimentación, atiende la higiene del sueño, evita drogas, alcohol o estimulantes. Ejercita técnicas de relajación, visualización, respiración o meditación. Despliega habilidades sociales. P.ej. aprendiendo a decir no a determinadas exigencias externas. Crea rituales de desconexión para separar las diferentes actividades del día a día. P.ej. escuchando una canción que simbolice algo que tenga sentido para ti. Anticipa posibles dificultades para poder responder antes y mejor. Sé sistemático y constante con lo que te funcione. Evalúa tus esfuerzos: recompénsate en tus mejorías y rectifica lo que no te está sirviendo. Sé flexible. Saltarse las propias normas en algún momento también puede ser muy saludable. Enemigos del estrés Hay algunas formas de pensar que generan más estrés . Aprende a eliminarlas: El perfeccionismo. La exigencia excesiva. El pensamiento absolutista o blanco-negro. El pensamiento catastrófico. La generalización excesiva: Elimina de tu vocabulario las palabras “todo”, “nunca”, “siempre”, “nadie”… Lectura de mente de los otros (sin que haya evidencia). TE PROPONEMOS UN PEQUEÑO EXPERIMENTO Antes de dormir dedica dos minutos para responder a estas tres preguntas durante un par de semanas: ¿Qué pequeña cosa he hecho hoy de la que estoy satisfecho? ¿Qué pequeña cosa ha hecho hoy alguien conmigo/por mí de la que estoy satisfecho o agradecido? ¿De qué forma mi respuesta ante eso hace más probable que se repita en el futuro? ¿Qué otra pequeña cosa he hecho hoy de la que estoy satisfecho? ¿Cambia algo en tu perspectiva del problema?
El Día a Día de una Persona que Sufre TOC
Artículo especializado

El Día a Día de una Persona que Sufre TOC

¿Recuerdas a Jack Nicholson en la película Mejor imposible? Saltaba por la calle para evitar pisar las líneas de los adoquines, se lavaba cada mano con un jabón nuevo distinto, para comer fuera siempre llevaba su propio juego de cubiertos de plástico… La repetición de estos rituales le hacía difícil vivir el día a día con normalidad. Pues bien, este ejemplo nos va muy bien para entender qué es un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Y es que lavarse las manos continuamente para evitar posibles contagios, comprobar una y otra vez antes de salir de casa si se ha cerrado bien el agua o el gas, no pisar las juntas de las baldosas por lo que pueda ocurrir, rechazar cualquier contacto para no exponerse a infecciones o posibles enfermedades, repetir gestos o pensamientos concretos para que no le pase nada mal a alguien… son sólo algunos ejemplos de cómo la cotidianidad de una persona con trastorno obsesivo compulsivo (TOC) puede verse afectada.  La repetición de estas acciones lleva aún a más repetición, lo que satura el día a día de la persona y lo convierte en un auténtico torbellino emocional que acaba arrastrando no sólo a la persona que lo padece sino también a su entorno. Una auténtica tiranía del pensamiento que puede llevar al bloqueo y la parálisis de las capacidades personales y familiares si no se toman medidas . ¿Qué caracteriza a un TOC? El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno mental que está caracterizado por dos elementos: Las  obsesiones  (pensamientos que invaden a la persona frecuentemente y que generan ansiedad) Las  compulsiones  (acciones mentales o conductas repetitivas, que se llevan a cabo para reducir la ansiedad producida por las obsesiones). Según la American Psychiatric Association (APA), entre un 1,1 y un 1,8% de la población mundial presenta TOC, aunque los últimos estudios calculan que podría llegar incluso hasta un 5%. No hay diferencias importantes entre sexos, aunque las mujeres pueden verse ligeramente más afectadas en la edad adulta, y los varones durante la infancia. Entre los trastornos que más comúnmente pueden acompañar al TOC encontramos la depresión mayor, ataques de pánico, abuso de sustancias, fobias específicas, etc. ¿Cómo empieza? Suele iniciarse en la adolescencia o principios de edad adulta , si bien puede aparecer también en edades tempranas (a partir de los 6 años). Aunque tradicionalmente se ha considerado un trastorno de inicio progresivo, cada vez hay más evidencia de que es activado por algún acontecimiento o situación externa estresante. Todas las personas conviven en mayor o menor medida con pequeñas manías (p.ej. si me pongo mi jersey rojo aprobaré el examen), que son un intento de controlar algo que nos asusta, y de forma puntal no representa ningún problema. Según esta misma lógica, las obsesiones nacen para librarse del miedo (miedo a lo desconocido, al fracaso, a que pase algo malo, etc.). Son un intento de “controlar” la realidad, lo que es en sí una característica humana normal, ya que necesitamos hacer previsible y manejable lo que nos rodea (p.ej. si hago tal cosa, evitaré tal problema). Sin embargo, es justamente al repetirse de forma excesiva y rígida la conducta (ritual) -por la seguridad y sensación de control que genera esa repetición-, cuando empieza a instaurarse el trastorno. Se crea entonces una dinámica circular , como el pez que se muerde la cola, ya que lo que se hace para defenderse confirma que es necesario defenderse aún más: El miedo original ha pasado a un segundo plano y los intentos de solución se convierten en el problema. El TOC está sostenido en una lógica no-ordinaria, y aunque parece aparentemente absurda incluso para quien lo sufre (tengo que lavarme cinco veces seguidas las manos para no contagiarme), es una lógica muy coherente en sí misma (no me he contagiado porque me lavado las manos cinco veces). ¿Qué rasgos caracterizan el pensamiento TOC? Perfeccionismo. Hiperresponsabilidad. Baja tolerancia a la incertidumbre. Sobreestimar la importancia de los pensamientos. Sobreestimar la probabilidad y la gravedad de las consecuencias negativas. Querer decidir los propios pensamientos. ¿Qué experiencias pueden influir en un TOC? Haber tenido algún referente en la infancia con TOC. Estilos educativos que remarquen el exceso de responsabilidad y perfeccionismo. Formación moral o religiosa demasiado estricta. ¿Cómo se mantiene el problema? La persona empieza a desplegar algunos intentos de solución para gestionar su trastorno, pero paradójicamente son esos intentos de solución los que perpetúan y alimentan el trastorno. Serían los siguientes: Evitación : evitar lo que asusta tiene un efecto tranquilizador a corto plazo. Pero como el hecho de evitar la situación concreta confirma justamente su peligrosidad, aumenta el miedo a medio y largo plazo. Petición de ayuda y seguridad a personas próximas : como en la evitación, este intento de solución ayuda a corto plazo ya que en el momento la persona se siente protegida, pero a medio-largo plazo confirma la propia incapacidad para ocuparse de su vida, lo que agrava los síntomas. Algunas personas con TOC no utilizan esta estrategia por desconfianza hacia los demás. Control : ejecución de una secuencia ritualizada de acciones para combatir el miedo o gestionar el impulso hacia el bienestar a través de diferentes tipos de rituales. ¿Hay distintos tipos de TOC? El trastorno tiene diferentes manifestaciones en función de qué tipo de rituales son más habituales . Básicamente hay tres tipos de rituales: Reparatorios : tras haberse sometido a algún estímulo supuestamente peligroso, la persona necesita contrarrestar a través del ritual, necesita hacer algo para evitar lo que le asusta. Ej. Lavarse las manos repetidamente para evitar un contagio. Propiciatorios : son aquellos rituales que propician que pasen cosas buenas o evitan desgracias. Ej. Si no me levanto con el pie derecho, algo malo pasará. Preventivos : los rituales están basados en la precaución. Ej. Comprobar que se ha cerrado la llave del gas repetidamente antes de salir de casa. ¿Es posible prevenir el TOC? La única manera sería detectar su inicio , es decir, el momento en el que un comportamiento se transforma en problema. Es entonces justamente cuando el comportamiento se hace inevitable (es imposible no tenerlo) o irrefrenable (es imposible frenarlo una vez ha aparecido). La fase inmediatamente posterior sería cuando se empieza a ritualizar , es decir, cuando una acción o pensamiento se utiliza como antídoto para reducir el miedo.   ¿Qué hacer ante un TOC? Para poder manejar el problema de forma distinta, es necesario entender cómo funciona y hacer algo diferente . Si hacemos cosas estratégicamente diferentes a las que mantienen y agravan el problema (soluciones intentadas), se altera la evolución del mismo, lo que se traduce en una mejoría directa del trastorno. No obstante, el tratamiento del TOC no es únicamente el tratamiento de los síntomas. Es importante también atender a la dinámica familiar, restablecer el equilibrio previo de la persona y reconectar con el mundo exterior. Es importante que este proceso de cambio esté supervisado por un psicoterapeuta especializado. ¿Es posible la recuperación? Todo lo que se puede construir se puede destruir. El TOC ha construido un equilibrio patológico en la persona que puede volverse a restaurar con la ayuda terapéutica adecuada . Desde la psiquiatría se puede prescribir medicación que ayude a mejorar algunos de los síntomas y por tanto el bienestar de la persona, restituyendo el equilibrio químico del organismo.  Desde la psicología se abordaría el equilibrio funcional de la patología a través de la psicoterapia. Uno de los modelos terapéuticos con mejores resultados en este trastorno es la terapia breve estratégica con un 88% de éxito terapéutico . Esta terapia es un modelo basado en comprender cómo funciona y se mantiene un problema y a partir de ahí reestructurar la organización psicológica problemática y modificarla por una nueva más saludable.
En Qué Consiste la Tripofobia
Artículo especializado

En Qué Consiste la Tripofobia

El mundo de las fobias es realmente curioso. ¿Sabías que hay personas que pueden sentir pánico ante la imagen de un panal de abejas, un traje de lunares o una foto llena de burbujas? Estamos hablando de un trastorno llamado tripofobia, que consiste en la repulsión y ansiedad ante la observación de patrones de pequeños agujeros que se encuentran juntos. ¿A qué tienen miedo? La palabra tripofobia deriva del vocablo griego trypo, que significa «agujero» o «perforación». Fobia significa «miedo irracional». La tripofobia es el miedo a imágenes con un patrón de orificios, rectángulos o bultos pequeños muy juntos que generan un contraste. En otras palabras, sería una fobia al patrón repetitivo, miedo irracional o repulsión al mirar o estar cerca de figuras geométricas muy juntas. A pesar de que la tripofobia la padecen muchas personas, todavía su diagnóstico no es oficial, y no se recoge todavía en el DSM-V (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), el que se considera como la Biblia de la psiquiatría. A quienes sufren tripofobia les genera repulsión y una ansiedad significativa el hecho de observar patrones de pequeños agujeros que se encuentran juntos. Panales, trajes de lunares, las múltiples burbujas de la espuma en el baño, hormigueros, ciertos hongos o los frutos del loto. Incluso, sin ir más lejos, si aumentamos la visión de nuestra piel nos encontramos ante miles de poros que siguen este patrón de pequeños orificios aglomerados. Si el trastorno es muy intenso, los afectados incluso pueden mostrar repulsión a fotos que muestren este tipo de estructuras geométricas repetitivas. Un poco de historia Los primeros investigadores de esta entidad fueron los científicos Arnold Wilkins y Geoff Cole. Además de investigar este trastorno, acuñaron su nombre. Sus estudios, en 2005, intentaron probar que la tripofobia es repulsión que no se basa en un miedo cultural aprendido. En un estudio, identificaron reacciones tripofóbicas en un 16% de los sujetos que participaron, por lo tanto, tampoco es una situación tan infrecuente. En 2010, una encuesta hecha por un grupo de servicios financieros para un programa de mercadotecnia citó la tripofobia, el temor de los agujeros o grupos de agujeros como el segundo mayor temor , detrás del miedo a los objetos de madera (xilofobia). En febrero de 2013, la revista Psychological Science publicó el estudio de Geoff Cole, experto en ciencias de la visión realizado en la prestigiosa Universidad de Essex que demostraba que la tripofobia no es una fobia condicionada culturalmente. Entonces, ¿por qué podemos desarrollar miedo a los patrones geométricos? Muchas de las fobias que conocemos tienen su origen en una mala experiencia muy traumática, o bien aprendida o recibida por herencia cultural. Con la tripofobia, esto no es exactamente así. Parece que la tripofobia puede ser un mecanismo evolutivo natural de defensa que alerta a nuestro cerebro. Es decir, la persona siente repulsión y se pone nerviosa al observar un patrón similar al de  peligrosos animales venenosos que viven en nuestro planeta; como si fuera una señal de alarma para no acercarse. Es, por lo tanto, un miedo ancestral. Seguramente, hace cientos o miles de años, este “mecanismo de alerta” salvó la vida a muchos de nuestros antepasados. Muchos de los animales más letales del planeta como, por ejemplo, la cobra real ( Ophiophagus hannah ), diversas arañas, el escorpión muerte acechante ( Leiurus quinquestriatus ), la rana punta de flecha, el pulpo de anillos azules, el caracol cono de mármol o algunos escorpiones, tienen en su piel patrones repetitivos de figuras geométricas. Síntomas Los síntomas de una fobia son muy heterogéneos y varían según la intensidad de la aversión o miedo de la persona que la padece. Algunos de sus síntomas son cosquilleos, comezón o picazón en el cuerpo, ansiedad, incluso náuseas. Esta fobia puede estar relacionada con el miedo a los parásitos o a las infecciones. Podemos encontrar una gran variedad de síntomas , como los siguientes: Ansiedad Palpitaciones Repulsión o asco Sensación de opresión en el pecho Mareo Hormigueo en las extremidades Sensación de debilidad Desmayo Náuseas o vómitos Sensación de falta de aire Sudoración Temblores ¿Tiene cura? Como todas las fobias, la tripofobia tiene cura. Su abordaje puede ser desde varios puntos de vista y terapias. Siempre se debe acudir a un profesional especializado (psicólogo clínico), para que, tras la evaluación y diagnóstico, elabora una estrategia de tratamiento que se adapte lo mejor posible a la persona que padece el trastorno. Hay varios tipos de terapias y tratamientos para tratar la tripofobia: Terapia de exposición Consiste en exponerse a imágenes tripofóbicas, que cumplan con las características de lo que produce el malestar. Este tipo de exposición suele ser muy efectiva. Se aplica de forma gradual, aumentando la intensidad del estímulo, comenzando desde lo que provoca una menor ansiedad, hasta lo que provoca la ansiedad más intensa. Terapia de desensibilización sistemática Es menos intrusiva que la terapia de exposición y requiere de más tiempo y esfuerzo. Habitualmente, a través de la imaginación, el psicoterapeuta irá introduciendo al paciente en sus miedos, paulatinamente, anotando la frecuencia e intensidad de sus síntomas. Sesión tras sesión se va dando un paso más, hasta que la intensidad de los síntomas va reduciéndose. Finalmente, esta terapia concluye con la exposición del paciente al estímulo que más ansiedad le causaba. Ya pudiendo afrontarlo sin que se dispare su ansiedad y angustia. Tratamiento no convencional La práctica de yoga o meditación o, la acupuntura, pueden ser prácticas eficaces para disminuir los niveles de ansiedad y acompañar a las terapias psicológicas. Tratamiento farmacológico Aunque no son el tratamiento de primera línea ni el más eficaz para el tratamiento de las fobias, los fármacos ayudan a disminuir los síntomas producidos por la ansiedad. Los medicamentos que se suelen administrar son los ansiolíticos y antidepresivos. Se recurre al tratamiento farmacológico cuando la fobia es tremendamente angustiante en el día a día de la persona que la padece, cuando los síntomas son incontrolables e interfieren de una forma significativa en su vida diaria.
10 Recetas para Ser Más Positivo
Artículo especializado

10 Recetas para Ser Más Positivo

El pensamiento positivo vende y no porque funcione, sino porque nos recuerda que nuestra vida puede mejorar con tan sólo empezar a pensarlo. Desde los libros tan vendidos de autoayuda, hasta las frases hechas y “retuiteadas”, ejemplifican que la cultura occidental actual vive bajo la opresión del optimismo permanente que transmite que hay que tener un buen estado de ánimo y pensamientos positivos para poder actuar correctamente; pero la realidad es que el comportamiento es independiente y no requiere de pensamientos y un estado anímico alto para poder ejecutarse.   Pasa a la práctica En otras culturas, estar deprimido no tiene relación con dejar de ir a trabajar o dejar de hacer cosas, sin embargo, en la nuestra, como en la mayoría de los países desarrollados, hemos aprendido que estar desanimado es justificación suficiente para no continuar. Con ello quiero decir que el verdadero pensamiento positivo tiene mucho más que ver con comportarse positivamente que con limitarse a pensar bien; por ello, en este artículo queremos ofrecer unos consejos prácticos , tangibles y al alcance de todos para que, mediante el comportamiento, consigas ser más positivo: Duerme lo suficiente : mientras dormimos, el cuerpo libera sustancias químicas que ayudan a mitigar las preocupaciones, los malos recuerdos, la tensión, la irritabilidad y además, reducen el estrés. Y es que las personas que no duermen bien o no las suficientes horas pierden parte de su capacidad para tener una mente positiva porque no realizan el “reset” diario que este proceso supone. ¡Desacelera! : cuanto más rápido haces las cosas, menos disfrutas del momento y menos cosas positivas puedes percibir. Así que baja revoluciones, ves más lento y disfruta de los aspectos positivos, que habitualmente pasan desapercibidos, por dejarnos llevar por el ritmo acelerado de la vida. Rodéate de gente positiva : como los bostezos, el optimismo también es contagioso, así que procura rodearte de compañías positivas y evita, dentro de lo posible, a las personas pesimistas, notarás que resulta muy beneficioso para tu estado de ánimo y para enfocar el mundo con una actitud positiva. Fake it you feel it (simula ser feliz hasta que lo seas): este es el lema de alcohólicos anónimos, que anima a sus miembros a aparentar fortaleza y paz hasta que ambos sentimientos sean reales. Los sentimientos dependen de las acciones, por ello si quieres sentir diferente, tienes que hacer algo diferente. Numerosas investigaciones demuestran que sólo con sonreír, nuestro estado de ánimo cambia. Cuida tu lenguaje no verbal: prueba a ser positivo con los hombros agachados y la cabeza mirando hacia abajo y seguramente te resulte bastante complicado, y es que el lenguaje corporal tiene mucha influencia sobre el estado de ánimo. Así que toma consciencia de recolocarte cada mañana y salir al mundo, poniéndote bien recto, con los hombros hacia atrás, pecho y barbilla altos y los brazos extendidos. Practica ejercicio : los expertos aseguran que hacer ejercicio es igual de bueno que tomar antidepresivos para mejorar el estado de ánimo y ser más positivo. Media hora al día de actividad física generan tal cantidad de endorfinas que lo convierten en el mejor antídoto contra la tristeza y el estrés. Compra un poco de felicidad : gasta tu dinero en experiencias y no en cosas. Aprende a invertir dinero aquello que te haga feliz como estar en contacto con la familia, los amigos, mejorar la salud y el bienestar, viajar, formarte, resolver conflictos domésticos o de pareja… Recuerda que se positivo depende de lo que haces y no de lo que tienes o piensas. Practica la resiliencia:  este concepto que es originario de la física y la ingeniería hace referencia a la capacidad de la materia para volver a su forma original tras someterse a una presión elevada y en las personas se aplica de igual forma. Aprende de las circunstancias adversas y sobreponte a los traumas, sentirás que sales fortalecido y con una mirada más positiva. Descubre el gris: evita el pensamiento polarizado, es decir, el todo o nada. Las cosas no son sólo blancas o negras; entre ambos extremos hay muchos matices de gris. Intenta hacer una lista con todos los resultados que pueden darse entre ambas opciones y verás que la situación no es tan dramática como creías. El optimismo reside en rescatar la parte buena de todas las opciones y no solo de la mejor. Líbrate de la negatividad : limita y corrige los estímulos que recibes diariamente para poder enfocarte positivamente a lo largo de la jornada. Si ves o escuchas las noticias tres veces al día lo normal es que te sientas negativo porque todo lo que captas por los sentidos influye directamente en el estado de ánimo. Recuerda que lo importante no es si ves el vaso medio lleno o medio vacío. Lo importante es si lo estás llenando o vaciando . Los sentimientos y el positivismo dependen de las acciones y no a la inversa.    
Cómo Evitar la Parálisis del Sueño
Artículo especializado

Cómo Evitar la Parálisis del Sueño

Nada puede ser más aterrador que tu cerebro y tu cuerpo no se despierten al mismo tiempo . Aunque parezca mentira, esto no es una escena de una película de terror ni una experiencia paranormal, sino la realidad que viven las personas que han sufrido la llamada parálisis del sueño. ¿Qué es? La parálisis del sueño es un trastorno muy común que se produce durante la transición del sueño a la vigilia (los minutos antes de despertarse), en los momentos previos a conciliar el sueño o bien justo al despertarse. Consiste en un despertar brusco con una conciencia plena de sus pensamientos pero con el cuerpo completamente paralizado. Es una sensación muy desagradable donde la persona se siente atrapada en su propio cuerpo. Uno puede abrir los ojos pero no puede articular palabra ni mover un solo músculo . Esto genera un estado de angustia terrible hasta el punto de llevar a pensar que se está sufriendo algún trastorno grave. Es muy frecuente que, además, la persona presente alucinaciones visuales y auditivas, debido a que se encuentra en un estado entre la vigilia y el sueño. La parálisis del sueño también se conoce como parálisis del sueño aislada, parálisis del sueño familiar, parálisis hipnopómpicas o hipnagógicas, parálisis predormital o postorbital. ¿A qué es debido? Durante el sueño, pasamos por diferentes etapas o fases . La etapa de movimiento ocular rápido (REM) es la etapa donde soñamos. En ella se crea un mecanismo protector de nuestra integridad física que nos protege para no vivir ni escenificar nuestros sueños, y se llama atonía muscular (se anula la actividad de los músculos excepto el diafragma y los músculos de los ojos). Esta atonía se acaba cuando se pasa a otra fase de sueño o nos despertamos. Pero si la persona se despierta durante el sueño REM, y este mecanismo de protección «atonía» continúa, le genera una incapacidad para moverse (parálisis) junto con sueños que la acompañan que son vividos como alucinaciones. Por lo tanto, está estrechamente relacionada con la parálisis normal que ocurre durante el sueño REM . La fase REM se cuela, como un intruso, en el estado de vigilia. La persona está despierta, pero parte de su cerebro sigue todavía dormido. Como en la fase REM el movimiento ocular no es anulado, los pacientes que sufren parálisis del sueño, pueden abrir los ojos, pero son incapaces de mover el resto del cuerpo. La parálisis del sueño se debe a una desconexión entre el cerebro y cuerpo. Factores de riesgo El estrés, los cambios de horario, el jet lag o el cansancio pueden favorecer la aparición ocasional de este fenómeno. Las circunstancias anteriormente descritas provocan que la persona alcance la fase profunda del sueño excesivamente rápido (antes de las primeras dos horas desde el inicio del sueño). En estos casos, descansar y recuperarse físicamente resuelve la situación. La parálisis del sueño puede darse de manera periódica en pacientes que presentan trastorno bipolar, ansiedad, depresión y estrés post-traumático. Las personas que padecen narcolepsia (excesiva somnolencia diurna) pueden tener mayor predisposición para padecer parálisis del sueño. Síntomas Este síndrome no pone en peligro la vida de la persona , pero las sensaciones que experimenta le hacen percibir que está en una situación muy grave. La persona siente un miedo intenso y sensación de muerte inminente . Además, es muy frecuente que las alucinaciones tengan un carácter siniestro que empeora la situación emocional. La sensación de parálisis dura unos dos minutos y recuperar el movimiento puede costar un poco .  Cuando se presenta, los expertos recomiendan moverse y levantarse porque, el no hacerlo, puede favorecer que se repita el episodio de parálisis del sueño. Tipos de parálisis del sueño Típica o común Es el más frecuente y sólo presenta parálisis, pero sin alucinaciones, y su duración es corta (de dos minutos como máximo). Hipnagógica o alucinatoria La parálisis se acompaña de alucinaciones y suele ser un episodio más largo, de hasta ocho minutos de duración. Es menos frecuente, pero se trata de u na experiencia aterradora ya que se percibe que una persona o presencia maligna está allí, como si alguien o algo está realmente sentado sobre ellos y sienten que se ahogan o se van a morir. Tratamiento El tratamiento principal es reducir el estrés, tener unos horarios de sueño regulares y dormir las horas suficientes para tener un sueño reparador. En los casos graves se pueden administrar fármacos para controlar la situación, como los antidepresivos. Si los episodios son muy recurrentes se debe descartar alguna patología mental y debe ser valorado por un psiquiatra.  
Claves para Aumentar tu Autoestima
Artículo especializado

Claves para Aumentar tu Autoestima

La autoestima es el resultado final de la suma de opiniones que tiene una persona de sí misma (apariencia física, aptitudes, éxitos profesionales, personales, vida afectiva…), que le ayuda a aceptarse tal y como es, a protegerse de las críticas negativas y a creer en sus propias aptitudes para hacer frente a la vida. ¿Pero cómo se construyen estas opiniones?, ¿de dónde viene que la percepción de nosotros mimos sea negativa o positiva? Así se construye La autoestima se construye con el contacto con las personas y depende del trato y los mensajes recibidos por los que nos han educado. Los padres en primer lugar, la familia, los amigos y los profesores después, todos, a su manera, tienen una influencia sobre la percepción que tenemos de nosotros mismos, porque los mensajes escuchados a una temprana edad, se graban profundamente y se acaban transformando en nuestro diálogo interior, haciendo que nos sintamos seguros de nosotros mismos o escondiendo al resto nuestra identidad por miedo al rechazo. No es inmutable Pero si los primeros años de vida ejercen un papel tan importante en el desarrollo de una autoestima saludable, ¿es posible hacer algo como adultos para cambiarlo?, ¿se puede aumentar la autoestima a pesar de no tener unas buenas bases? La respuesta es sí e indudablemente.  En la madurez, el entorno adquiere un papel muy importante que se va sumando a las influencias experimentadas en la infancia, así, los éxitos, los errores, los fracasos…, pueden ir modificando la sensación de autoconfianza, autoeficacia, dignidad y en definitiva, seguridad en uno mismo. Y aunque nuestras figuras educadoras nos hayan dado elementos importantes positiva o negativamente para el desarrollo de una autoestima sana, sólo a nosotros como adultos nos corresponde tomar la decisión de realizar maniobras para poder cambiarlo. Así se puede potenciar Por ello, viendo que la autoestima es algo que podemos desarrollar a lo largo de toda la vida y que, a la par, tiene un claro valor de supervivencia, te proponemos, mediante estas pautas y consejos, empezar a potenciarla: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. La fuerza de voluntad, el autocontrol y la disciplina favorecen tener una buena autoimagen; por ello, hacer de inmediato aquello que se debe hacer, y no dejarlo para más tarde, aumenta considerablemente la autoestima. Se trata de pasar a la acción y no quedarse “enganchado” en el pensamiento ya que puede ser autodestructivo. La motivación llegará a medida que avances en la acción y el beneficio recaerá directamente sobre la autoestima. “No esperes a tener ganas de ir al gimnasio para apuntarte; apúntate y vendrán las ganas de continuar”. Utiliza la “lupa” para rescatar lo positivo. Hay personas con tendencia a ignorar o desvalorizar los aspectos positivos y únicamente subrayan lo que ha ido mal. Si eres uno de ellos, complementa tu pensamiento con la otra cara de la moneda y fíjate en los aspectos que han funcionado bien. Esto te ayudará a romper con esa actitud negativa que obstaculiza que te enfrentes a nuevas experiencias y tu autoestima se verá reforzada. “La buena noticia es que la manera de pensar se puede modificar, sólo requiere que empieces a entrenar” Muéstrate tal y como eres. No tengas miedo a expresar emociones profundas y comparte con los demás, lo bueno y lo malo de ti. Descubre al resto esa “cara oculta” que sólo tu conoces y escondes a los demás. Relacionarte emocionalmente con libertad, favorece que los demás empaticen contigo y recibas el sosiego de que el otro capta tu estado interno, a la par que se fortifica la autoestima. Piensa: “¿Qué aspectos tuyos te gustaría revelar a los demás?” Afronta los cambios en vez de rechazarlos. Acepta que la vida es cambio y no está bajo tu control que las cosas fluyan a tu gusto. Resistirse, quejarse y resignarse no hacen más que estancarte en un momento temporal sin conseguir evolucionar. Si un cambio viene a ti, tienes que encontrar la forma de cambiar con él, si no, el sufrimiento estará garantizado y la autoestima se verá tocada. “Si tu empresa está avanzando en su expansión internacional, puedes quedarte parado/a o mejorar tu nivel de inglés de una vez por todas”. Enfréntate a los conflictos en vez de evitarlos . No sirve de nada ignorar el conflicto, ya que lejos de desaparecer, crece la incertidumbre hasta que éste se resuelve. Así que soluciona las cosas cuanto antes y enfréntate a las emociones desagradables que genera, de este modo, no tendrás que arrastrarlas durante tiempo hasta reunir la valentía de hacerlo. “Soluciona ese problema con la compañera de trabajo que llevas arrastrando desde hace años, enfréntate para que la emociones que acompañan a la retención del conflicto puedan desaparecer”. Asume riesgos calculados en vez de elegir exclusivamente la seguridad . Si quieres evolucionar y sentirte competente es necesario salir de la zona de confort. Si no lo haces, seguramente siempre te quedes en el momento actual por temor a fracasar. Correr riesgos es algo necesario para poder alcanzar nuestras metas y conocer donde están nuestros límites. “Atrévete con ese proyecto que llevan tiempo proponiéndote, puede salir bien y conseguir una meta o fallar y aprender de ello”. No te compares con los demás . En las comparaciones, tendemos a exaltar las cualidades de los otros y a minimizar las propias; este proceso llevado a cabo de forma continuada provoca que la autoestima baje. Es más útil reconocer las fortalezas y las debilidades que tenemos y aprender a pedir ayuda cuando lo necesitemos. “No soy mejor, no soy peor, simplemente soy yo”. Regálate tiempo . Haz actividades que te gusten para conocerte mejor, podrás averiguar cuáles son tus habilidades, desarrollarlas y sentirte bien contigo mismo. También es importante dedicar un poco de tiempo a salir y simplemente divertirse llanamente. “Apúntate a ese taller de manualidades que siempre has querido y desarrolla tu habilidad para crear” Cuida a las personas de tu entorno. Cuando una persona es empática con los demás y trata acorde a ello, recibe valoraciones acompañadas de adjetivos como amable, servicial, atento, educado, cercano, etc. Todos ellos recaen directamente sobre la autoestima porque nuestro autoconcepto depende en gran medida de cómo nos ven los demás. “Cuidar hacia fuera es cuidar hacia dentro”.
Cómo Controlar los Ataques de Ansiedad o Pánico
Artículo especializado

Cómo Controlar los Ataques de Ansiedad o Pánico

Los ataques de pánico, también llamados crisis de angustia, se enmarcan en los conocidos como trastornos de la ansiedad ya que aparecen como síntoma en muchos de ellos. Por lo tanto, antes de empezar a hablar sobre ellos vamos a definir qué queremos decir cuando hablamos de ansiedad. Sobre la ansiedad… La ansiedad es un estado subjetivo , por lo tanto, una vivencia de malestar, tensión, incomodidad y alarma que hace que uno se sienta molesto. Al sentirse de esta manera, la respuesta más típica es la de intentar evitar esta sensación de alguna manera. La diferencia principal entre ansiedad, miedo y fobia es que en el caso de la ansiedad el estímulo desencadenante es interno, difuso, subjetivamente peligroso e inexistente fuera de la realidad interna de la persona . Esto hace especialmente delicado el manejo de este estado ya que resulta más fácil huir de la presencia de una araña que de las propias ideas. En los principales manuales de psicopatología se describen tres aéreas de afectación:   Psicológica : ideas pesimistas, preocupación, temor, fallos en la memoria y la atención. Conductual, motora o relacional: irritabilidad, temblores, tensión familiar y ambiental, discusiones, etc. Risiológica o somática: hiperactivación vegetativa. Cabe matizar que estas tres áreas no se activan por igual en todas las personas, sino que cada cual tiene su particular vivencia y experiencia de la ansiedad y por ello se hace indispensable tratar cada caso con suma atención e interés. Hablemos de las crisis de angustia o ataques de pánico Una crisis de angustia es la aparición aislada y temporal de un malestar o miedo intenso al que le acompañan una serie de síntomas psicológicos y somáticos. Normalmente, el ataque de pánico se inicia de forma brusca y habitualmente alcanza su máxima expresión en menos de 10 minutos , acompañándose a menudo de una sensación de peligro de muerte inminente y de una urgente necesidad de escapar. Los síntomas más frecuentes son: aturdimiento, nerviosismo, taquicardia, palpitaciones, sudoración, sensación de ahogo, molestias abdominales, mareos, miedo a volverse loco, sensación de irrealidad, despersonalización, miedo a morir, etc. La persona que padece un ataque de pánico se muestra aterrorizado y queda muy fatigado tras la crisis. Los manuales diagnósticos coinciden en que existen tres tipos de crisis de angustia: Inesperadas: sin desencadenante aparente. Situacionales: aparecen después de exponerse a alguna situación o estímulo que las desencadena. Predispuestas situacionalmente: pueden aparecer al exponerse a alguna señal que recuerde algún estimulo desencadenante, lo que puede ser consciente o inconsciente y, por lo tanto, a veces dicho estímulo es difícil de identificar. Como curiosidad, cabe señalar que este tipo de crisis pueden darse incluso cuando la persona está dormida. Tratamientos eficaces Es muy importante tener en cuenta que los ataques de pánico pueden formar parte de cuadros sintomáticos diversos. Por lo tanto, lo más importante es que se haga un buen diagnóstico y que se determine, en primer lugar, de qué tipo de trastorno de la ansiedad estamos hablando. Una vez hecho este paso, son diversos los tratamientos que han demostrado su eficacia. De manera general, podemos nombrar algunos, aunque insistimos en que para que el tratamiento sea eficaz primero se habrá de hacer un buen diagnóstico. Los tratamientos farmacológicos más utilizados son los antidepresivos y las benzodiacepinas . Por otro lado, en el campo de la psicoterapia , numerosas escuelas han mostrado su eficacia. Cabe destacar los tratamientos de índole cognitivo-conductual combinados con técnicas de control de la respiración . También son eficaces a más largo plazo tratamientos psicoanalíticos enfocados a proveer experiencias emocionales de toma de conciencia de los propios conflictos internos en el marco de la relación con el terapeuta que pueden progresivamente ayudar al paciente a fortalecer sus recursos personales. ¿Cómo actuar si presenciamos o vivimos un ataque de pánico? Los ataques de pánico son un síntoma de que existe un trastorno de la ansiedad . Por eso, si los hemos padecido o tenemos a alguien cercano que los padece es importante que nos pongamos o recomendemos a la persona que lo padece ponerse en tratamiento. En el momento en el que sucede lo más importante es tener en mente su naturaleza transitoria, aceptarlo sin resistencia , adoptar una postura cómoda y hacer respiraciones abdominales. Estas generalidades las podemos usar con nosotros mismos si somos “la víctima” o podemos ayudar a la persona que lo padece atendiéndola e invitándola a que las aplique. Es importante en esos momentos no minimizar su vivencia con comentarios del tipo “esto no es nada”, “se te pasará”, “tranquilízate”, etc. ya que esto puede tener el efecto contrario. La persona que padece este ataque necesita sentirse entendida, acompañada y contenida. Por lo tanto, hay que preguntarle qué necesita e intentar atender aquellas necesidades que pueda expresar con una actitud compasiva de escucha y atención . Si la situación nos desborda podemos llamar a un médico o acompañarla al hospital o servicio de urgencias ambulatorias más cercanas.
Ansiedad: Síntomas y Tratamiento
Artículo especializado

Ansiedad: Síntomas y Tratamiento

“Tengo ansiedad” es una frase que hemos escuchado y que seguramente hemos pronunciado alguna vez. De un tiempo a esta parte se utiliza bastante pero no siempre quienes lo hacen presentan los mismos síntomas. ¿Hablamos en todos los casos de ansiedad? ¿Hay una ansiedad normal y otra que no lo es? Tras la lectura de este artículo seguro que el concepto de ansiedad y su contexto nos quedará mucho más claro. Y es que cuando hablamos de ansiedad, hemos de saber en primer lugar que es un término utilizado ampliamente tanto en psicología como en psiquiatría sin que por ello tenga siempre implicaciones patológicas.  A veces, la ansiedad es parte de un síndrome o trastorno , ya sea ocupando un lugar primario, como en las neurosis de ansiedad o trastornos de la ansiedad, o bien ocupando un lugar secundario como sería el caso de una reacción ansiosa a una enfermedad somática. ¿Ansiedad normal o ansiedad patológica? La ansiedad puede presentarse también como una reacción normal a una situación estresante . Aquí es cuando la gente de a pie solemos usar más la frase mencionada al iniciar el artículo. A lo largo de la vida todos pasamos por etapas que puedan ser generadoras de ansiedad, ya sea debido a los momentos vitales de cambio y adaptación propios de toda historia de vida (primera infancia, adolescencia, entrada en la adultez, etc.) o bien debido a las vicisitudes del propio vivir (una ruptura, un cambio de trabajo, una pérdida, etc.) Según Walter Cannon, eminente fisiólogo de Harvard de gran relevancia en la primera mitad del siglo XX, la ansiedad normal representa una preparación para la acción en respuesta a una situación de emergencia o bien para la anticipación a dicha situación.  Hoy en día, se considera que una cantidad optima de ansiedad es aquella que nos permite responder adecuadamente a situaciones que requieren de una respuesta activa como las derivadas de la vida profesional o social, sin embargo, si esa cantidad se excede, la ansiedad deviene una emoción que dificulta y limita la vida. Otro signo de que vivimos una ansiedad patológica es cuando ésta surge sin causa adecuada y persiste sin una razón consciente que la justifique. En este caso, es importante acudir a un profesional, ya que es posible que las causas que la producen, de ser psicológicas, respondan a conflictos inconscientes sin resolver que merecen ser tratados con psicoterapia. Ansiedad vs miedo Los síntomas de la ansiedad son parecidos a los del miedo y pueden ser muy variados: respiración agitada, palpitaciones, sensación de desvanecimiento, de pérdida de apetito, nauseas, temblores, sudoración, etc. Sin embargo, la diferencia principal entre miedo y ansiedad es que en el primero las causas que lo producen son reconocibles mientras que en la ansiedad del tipo patológico no hay causa aparente . La ansiedad es un mecanismo arcaico, y el ser humano primitivo precisaba de él para enfrentarse al peligro o huir de él y aunque en la actualidad los miedos del hombre y la mujer modernos se han vuelto mucho más complejos, la respuesta fisiológica básica sigue siendo la misma, ya que las sociedades humanas han evolucionado mucho más rápido que nuestro cerebro.   A pesar de que antes hemos descrito la ansiedad como una especie de miedo sin causa, hemos de matizar que sería más preciso decir que la causa original es desconocida, aunque a veces se focalice la atención sobre posibles causas concretas que hacen la ansiedad más manejable, como podrían ser la locura, la muerte o una enfermedad . Ansiedad necesaria Si hablamos de ansiedad no patológica rápidamente todos tenemos en mente alguna situación en la que hemos experimentado su presencia debido a la vivencia de alguna situación que conllevaba un cierto grado de estrés emocional y/o físico. Como hemos dicho antes, cierto grado de ansiedad es necesario , entendido como un empuje para la acción adaptada necesaria para el crecimiento y la evolución de todo individuo. Sin embargo, cierto es que, atendiendo a las necesidades actuales y a las presiones a las que nos somete la sociedad moderna, es difícil mantenernos en este umbral de la ansiedad óptima y no caer en situaciones de ansiedad sostenida que puedan convertirse en estrés y llevarnos a enfermar. Poniendo remedio al exceso de ansiedad Para mantener a raya la ansiedad es importante: Hacer revisión de vida . Hemos de ser capaces de evaluar con precisión cuales son nuestros límites y capacidades, qué tipo de vida queremos vivir y si realmente estos dos puntos pueden combinarse en una ecuación que dé como resultado una experiencia de crecimiento y plenitud. Cuidar las relaciones: añadir a la ecuación el factor relacional, ya que está sobradamente demostrado que aquellas personas que son capaces de establecer relaciones satisfactorias y que gozan, por lo tanto, de una estima social genuina fruto de su propia capacidad para entender y amar al prójimo mantienen unos niveles de bienestar y equilibrio psicofisiológico mayores que aquellos con una vida relacional deficiente. Es importante matizar que no estamos hablando de convertirnos en Vicente Ferrer, sino de ser capaces de mantener y cuidar de las relaciones en los círculos cercanos (familia, amistades, pareja, trabajo, etc.). Sin olvidar, por supuesto, la relación consigo mismo. Incluir otros ansiolíticos naturales: estos son el deporte, la alimentación equilibrada y el buen descanso, así como el cuidado de nuestro entorno. La vida en las ciudades está llena de elementos supra-estimulantes que colapsan nuestros sentidos y llenan nuestra mente de estímulos de forma indiscriminada. Por ello es importante tomar conciencia y dedicar tiempo al cultivo de la relajación, a pasar tiempo en entornos naturales, a la meditación, a la lectura, etc. Estos consejos han de ser conjugados de manera personal dando lugar a una estrategia que sea fruto de la propia reflexión y de la propia experimentación para poder obtener un resultado a medida.
Vivir con Agorafobia
Artículo especializado

Vivir con Agorafobia

¿Imaginas un mundo a tu alrededor que cada vez se va haciendo más y más pequeño? ¿Que los sitios donde ibas habitualmente se hacen inaccesibles para ti? ¿Que dejas de hacer cosas que antes disfrutabas o de ver a personas que te importan por miedo a que te pase algo malo? Este es el día a día de una persona con agorafobia. Una cotidianidad limitada y empequeñecida por el miedo . ¿Qué es la agorafobia? La agorafobia es uno de los trastornos de ansiedad que más frecuentemente nos aparecen en consulta. Se calcula que hasta un 4% de la población puede presentarlo en diferentes grados y es más habitual en mujeres. La palabra agorafobia proviene del griego, de ágora (plaza pública) y fobia (temor), por lo que habitualmente se define el trastorno como el miedo a los espacios abiertos. Sin embargo, como veremos más adelante, es mucho más que eso. La agorafobia está representada por el miedo a estar solo o a alejarse de los lugares que se consideran seguros. El miedo aparece cuando la persona se siente amenazada en un lugar donde cree que le puede pasar algo y que no podrá escapar. Así pues, las situaciones temidas son muy variadas: En espacios abiertos (parkings, mercados…), En una multitud (manifestación, concierto…) En algún sitio alejado (una excursión por la montaña) En espacios cerrados (tiendas, cines…) Medios de transporte (avión, tren, barco, autopistas…) Espacios muy pequeños (ascensores) En situaciones en las que irse se vería mal visto a ojos de los demás (una reunión profesional, una comida con gente que no conozca el problema…). Es decir, cualquier lugar donde se pueda v er comprometida la propia seguridad y no se pueda escapar . Los motivos por los que la persona puede desear escapar no siempre son por miedo a tener un ataque de pánico, a pesar de que es el miedo más habitual. También puede ser por miedo a tener algún problema médico (p.ej. un ataque al corazón) y que no le puedan asistir o a perder el control (p.ej. volverse loco) o que le ocurra alguna situación embarazosa (p.ej. miedo a la incontinencia o miedo a caerse en personas mayores). Es importante remarcar que para tener miedo a cualquiera de las situaciones anteriores no es necesario haberla sufrido antes. Basta con tener miedo a sufrirla. Todo lo que es imaginado puede ser real. ¿Cómo afecta? La agorafobia puede afectar a diversas áreas vitales (p.ej. laboral, social, etc.) y en diversos niveles de gravedad. Sin embargo, no sólo afecta a la vida de la persona que la padece, el entorno más próximo también se resiente enormemente. La relación de pareja se desequilibra debido a la gran dependencia de la persona con agorafobia de la ayuda de su compañero. Esta dependencia puede aumentar hasta convertir la relación de pareja en una relación meramente asistencial “enfermo-enfermero”. También puede generarse una estrecha dependencia de la persona respecto a su familia de origen. Los padres pueden representar puntos de referencia y apoyo permanente. Así pues, el entorno más cercano, muy preocupado por las limitaciones crecientes de la persona tiende a mostrarse cada vez más disponible y solícito , lo que aún aumenta más el problema. Contra más ayuda recibe la persona, más se confirma la supuesta peligrosidad de las situaciones y más incapaz se siente. A pesar de todo, la persona sabe que su miedo es irracional , pero no puede dejar de pensar que algo le ocurriría si abandonara el lugar seguro. Por eso finalmente, más que en un trastorno, la agorafobia se acaba convirtiendo en muchos casos en un estilo de vida . El agorafóbico se adapta a su miedo, que acaba cristalizado en el centro de su existencia. ¿Cómo se mantiene y aumenta el problema? La persona con agorafobia intenta contrarrestar sus miedos básicamente a través de dos intentos de solución: Evitando la situación temida. Buscando la ayuda de personas que conozcan su problema y la acompañen. Es justamente a través de estas dos estrategias que el miedo se empieza a ampliar, no sólo en intensidad sino también en la variedad de situaciones que generan inseguridad. El mundo poco a poco se va convirtiendo en un lugar más pequeño y con menos opciones, llegando a limitar por completo la vida de la persona . Los casos más graves, no sólo no salen de casa, sino que no salen incluso de la propia habitación. ¿Qué hacer? Es muy importante poder contrarrestar lo antes posible los intentos de solución comentados anteriormente para o bien no desarrollar el trastorno o bien minimizarlo en lo posible.   Exponerse de forma gradual ayudará, no sólo en situaciones reales sino también a través de técnicas en imaginación. Es también importante que sea la persona quien decida tomar las riendas de la situación de forma autónoma durante la vivencia de las situaciones que generan miedo. Si la ansiedad experimentada es demasiado elevada, hasta el punto de entrar en pánico o necesitar abandonar la situación, es importante recurrir a un psicoterapeut a especializado que guíe el proceso de cambio hasta su resolución completa. La terapia breve estratégica ha investigado ampliamente los trastornos de pánico y tiene un elevado índice de éxito terapéutico. Esta terapia es un modelo basado en comprender cómo funciona y se mantiene un problema y a partir de ahí reestructurar la organización psicológica problemática y modificarla por una nueva más saludable. Por otro lado, desde la psiquiatría puede prescribirse medicación ansiolítica y también antidepresiva que atenúe algunos síntomas del trastorno. Hay medicación específica de acción rápida para los accesos de máxima ansiedad en situaciones concretas. Es muy importante no automedicarse y que los fármacos siempre estén indicados y supervisados por un facultativo. Es posible salir de los propios límites e intentar vivir en un mundo más amplio y confortable. Es posible reestructurar la propia vida y vivir sin pánico.
Aprende a Manejar tus Emociones
Artículo especializado

Aprende a Manejar tus Emociones

Las emociones son como las arenas movedizas. Es amenazante entrar demasiado en ellas porque nos pueden engullir. Nos sentimos incapaces de hacer nada salvo rendirnos ante ellas y dejarnos arrastrar. Justamente de esa impotencia percibida es de donde nace el deseo de intentar controlarlas, domarlas. Pero contra más las intentamos domar, más nos dominan. Por eso, manejar las emociones significa aprender a gestionarlas, no a controlarlas . Es importante no dejarse arrastrar por ellas sino utilizarlas para crear nuevos elementos que podamos integrar en nosotros mismos: utilicemos las arenas y aprendamos alfarería. Tipos de emoción Según su origen : Primarias: Respuestas emocionales fundamentales o iniciales ante los estímulos externos. Pueden ser positivas o negativas. No están mediatizadas o influidas socialmente. Ej. Tristeza ante una pérdida o miedo ante una amenaza. Secundarias: Reacciones ante procesos emocionales primarios. Se utilizan para evitar otros sentimientos más amenazantes o dolorosos. Son secundarias en el tiempo y en la secuencia de procesos internos. Ej. Expresar enfado cuando lo primero que se sintió fue miedo. Las emociones, cuando no se hacen conscientes y se incorporan en uno mismo, cambian rápidamente en otras emociones. P.ej. los celos en enfado y el enfado en miedo (a perder la relación). Instrumentales: Son aquellas que se experimentan y expresan porque la persona ha aprendido que producen un efecto sobre los demás o sirven para conseguir un objetivo. P.ej. Enfado para no tener que comprometerse con cierta responsabilidad. Puede haberse aprendido inconscientemente y al ver que tiene efecto se convierte en una emoción habitual. Según qué las activa: Relacionadas con el exterior (el mundo): P.ej. El miedo a la oscuridad nos alerta que algo peligroso podría estar acechando. Es importante identificar la información que aportan y la tendencia de acción adaptativa. Relacionadas con el interior (sí mismo). P.ej. El miedo a la capacidad de destrucción del propio enfado. Es importante explorar su significado y las relaciones internas que están generando. Según el tiempo de respuesta (la velocidad variará según la intensidad de la experiencia que se está produciendo en ese momento y las experiencias asociadas al pasado): Rápida: respuesta biológicamente adaptativa. Lenta: como consecuencia de la reflexión y la toma de decisiones. Si no hay un alto estrés o vulnerabilidad personal estará mediada por la evaluación cognitiva, por lo que será menos reactiva. Según el grado en el que nos damos cuenta: Conscientes. Inconscientes. Las emociones como proceso Las emociones son un proceso que empieza y termina, y está compuesto de las siguientes fases : Identificación de la emoción. Darse cuenta conscientemente. Apropiarse: integrar la experiencia emocional dentro de uno mismo. Expresión a través de la acción: manifestación. Terminación. Tras la terminación un nuevo sentimiento emerge, así que el ciclo vuelve a empezar . El peor  malestar emocional tiene lugar cuando la persona se queda atascada en alguna de estas fases, impidiendo terminar el ciclo. Es importante aceptar la transitoriedad de las emociones: vienen y van, cambian con el tiempo, así que lo mejor es abrirse a ellas y aceptarlas para evitar enquistamientos. ¿Qué hacemos cuando lo hacemos mal? En la mala gestión emocional hay dos tendencias básicas : Evitación : o no atendemos la emoción (nos quedamos atascados en una fase del proceso) o no le damos la importancia que requiere o la enmascaramos con otra emoción. Baja regulación (manejo): no intervenimos correctamente sobre la emoción, por lo que aparecen diferentes problemas emocionales. Tipos de desregulación emocional: Por falta de activación: la persona no activa estrategias de regulación a pesar de notar emociones negativas: Ej. La persona con depresión que se abandona. Por falta de eficacia: la persona hace cosas que no sirven. P.ej. tras un acontecimiento traumático, la persona recurre a lo que normalmente le hace sentir bien pero ahora no ayuda. P.ej. ir a la discoteca. Por uso de estrategias disfuncionales: la persona hace intentos para autorregularse que se convierten en otro problema en sí: Ej. Uso de alcohol o drogas para sentirse bien. Entonces, ¿qué deberíamos hacer? Emoción viene de la palabra latina emotio , que significa movimiento, ir hacia. Las emociones nos mueven de un estado a otro, transforman nuestra forma de entender la realidad y de posicionarnos en el mundo. Funcionan como brújula interior ya que informan de cuáles son nuestras necesidades y motivaciones y nos dirigen hacia metas. No atenderlas o no escucharlas lo suficiente nos desconecta de nosotros mismos y de nuestro entorno. Evolucionar emocionalmente significa aprender a reconocer las emociones, atenderlas, experimentarlas y traducirlas en mensajes comprensibles y acciones constructivas. Las emociones no son ya solamente reacciones sino una fuente de información acerca de cómo funcionamos y cómo podríamos funcionar mejor. Deben entenderse como señales. Así pues, el desarrollo emocional requiere descodificar lo que nos quieren decir las emociones. Esta comprensión es en sí misma transformadora ya que nos lleva a hacer cambios nos sólo externos sino también internos.   Por otro lado, la maduración emocional también implica gestionar la intensidad de las emociones y hacer que se experimenten en sus niveles más facilitadores . Para ello resultan de utilidad las habilidades de regulación. Habilidades de regulación y afrontamiento Algunas técnicas de regulación pueden facilitar : Habilidades de regulación de la atención : la persona aprende a focalizar su atención sobre su realidad externa e interna de ese momento en lugar de focalizarse en sus pensamientos. Es decir, se centra en las sensaciones de ese momento, las tendencias a la acción y la tensión muscular. Ayudan a permanecer en el presente. Ej. Mientras sentimos enfado, si uno presta atención al calor de su cara, la presión de sus mandíbulas, sus puños apretados y la propia respiración, el enfado empieza a transformarse. El mindfulness estaría estrechamente vinculado a esta modalidad. Regulación de la respiración: cuando una persona siente malestar, los patrones de respiración se alteran. Inconscientemente se retiene la respiración, se respira superficialmente o se hiperventila. Hay muchas técnicas que ayudan a mejorar la respiración, pero el mero hecho de prestar atención a la respiración focaliza las sensaciones que se están produciendo en ese momento y limpia la mente de rumiaciones, facilitando la autorregulación. Proporciona también un poderoso efecto de autocuidado. Relajación muscular : focalizar la atención explícitamente en la tensión y la relajación muscular también es facilitador. Autonutrición y otras habilidades de afrontamiento reguladoras de la emoción: desarrollar sentimientos de empatía y compasión hacia uno mismo alivia el malestar. Poder también darse permiso para desconectar de la emoción y hacer actividades que distraigan en momentos concretos puede ser muy terapéutico (ej, paseando o dándose un baño). Entrenamiento asertivo : no sólo genera cambios hacia uno mismo sino también hacia los demás.
Qué Debemos Saber Sobre el Autismo
Artículo especializado

Qué Debemos Saber Sobre el Autismo

El término más adecuado para el autismo es Trastorno del Espectro Autista (TEA), un trastorno neurobiológico del desarrollo que se manifiesta durante los tres primeros años de vida en la etapa infantil y que se mantendrá durante la edad adulta. La incidencia es de 60 casos por cada 10.000 niños.  En España hay 13.000 afectados (1-2 casos por cada 1.000 niños). Dentro del TEA encontramos la asociación de Síndrome de Asperger y el Trastorno Generalizado del desarrollo. Síntomas del TEA EL TEA incluye graves retrasos del desarrollo permanentes y profundos que afectan a la  socialización, la comunicación, la imaginación y la conducta, entre otras cosas. La manifestación varía mucho en función de cada individuo en grado y forma. Las principales son: Trastornos en la capacidad de reconocimiento social (les cuesta interaccionar con las otras personas y muchas veces son rechazados). Trastornos en la comunicación social (no inician diálogo de manera espontánea con los demás, ya que les es muy difícil). Patrones repetitivos de actividades determinadas (cerrar todos los cajones que encuentren abiertos). Coleccionar objetos similares. Hacer movimientos con objetos una y otra vez. Tendencia a la rutina. Dificultades en la imaginación social. La causa, aunque no está clara, en parte se encuentra en las conexiones neuronales , que se atribuye con frecuencia a mutaciones genéticas. Niveles de afectación del TEA Los casos más graves de niños con TEA presentan ausencia total del habla durante toda su vida y conductas extremadamente repetitivas, inusuales : a veces se autolesionan y son agresivos. Esta conducta persiste a lo largo de los años y es difícilmente  modificable. Signos del TEA en niños En los niños encontramos algunos rasgos que pueden ser indicativos de TEA: En el parvulario y en la escuela hay falta de interés por los otros niños. No comparten intereses con los demás, no señalan con el dedo lo que les llama la atención. Ausencia de juego simbólico, no imitan con muñecos actividades como jugar a cocinitas… Juego repetitivo que suele consistir en alinear objetos. Evita el contacto visual y le gusta estar solo. Le cuesta comprender las emociones de otros y expresar las suyas. El lenguaje y el habla se desarrollan con retraso. El lenguaje consiste en repetir palabras o frases que oye. Responde cosas que no tienen que ver con lo que preguntamos. Es muy organizado y tolera mal los cambios. Tiene intereses obsesivos. Gesticula de forma llamativa, aletea con las manos, se balancea o gira en círculos. Reacciona de forma extraña a los olores, sabores, sonidos. Signos de alarma de un niño con TEA No balbucea o no hace gestos de interacción con 12 meses. No responde a su nombre con 12-13 meses. A los 14 meses aún no señala objetos. No dice palabras aisladas con 16 meses. No dice frases completas con 24 meses. Cualquier regresión o pérdida de habilidades adquiridas a cualquier edad, por ejemplo, un niño que deja de jugar o hablar de manera repentina… Diagnóstico del TEA El diagnóstico se suele hacer tarde , por lo que se retrasan las intervenciones adecuadas que permiten mejorar el pronóstico, y es más difícil conseguir mejorar su conducta y capacidad de relacionarse con los demás. Las manifestaciones del autismo pueden aparecer incluso antes del año de vida, pero en la mayoría de los casos el diagnóstico se hace hacia los cuatro años de edad , lo que retrasa la intervención y aumenta la ansiedad de la familia. Hay algunos casos de TEA diagnosticados antes de los dos años, pero hay que ser muy prudentes. El autismo no se caracteriza por la ausencia de conductas normotípicas (es decir, que un niño no sea capaz de hablar cuando le corresponde puede tener un retraso del aprendizaje y no ser un niño con autismo, etc…). Muchos niños con TEA responden a su nombre o tiene una atención compartida incipiente o imitan su conducta. Tratamiento del TEA Va a estar dirigido a mejorar las dificultades comunicativas, sociales y emocionales con la ayuda de padres, educadores y distintos profesionales de la salud. La variabilidad clínica exige que el tratamiento sea individualizado. La atención precoz consiste en el conjunto de actuaciones y tratamientos dirigidos a mejorar los trastornos del neurodesarrollo en sus primeras etapas . Los niños con TEA se beneficiarán de un seguimiento con un psicólogo infantil conocedor de este problema, y de una escuela donde se le pueda ofrecer un cuidado especializado de manera que pueda optimizar su aprendizaje. La intervención más efectiva es la educativa. Un buen conocimiento de la enfermedad por todos los que rodean al niño, casa, escuela, psicopedagogos…. hará que sea más llevadera. En este sentido, pertenecer a alguna asociación (www.autismo.org.es a nivel de España), contactar con familias que también tengan hijos con TEA y contar con el soporte a nivel de nuestro médico o psicólogo hará que los adultos puedan llevar mejor esta situación y normalizar su vida y la de su hijo al máximo. Con este artículo espero haber dado una pincelada de los rasgos indispensables para que nuestros niños con TEA sean diagnosticados más precozmente.
Depresión en la Adolescencia
Artículo especializado

Depresión en la Adolescencia

Quienes conviven con un adolescente en casa pueden confirmarlo: son como montañas rusas que hoy están bien y mañana ya no. Un día son los seres más cariñosos del mundo y al siguiente sólo nos transmiten mal humor y cierto desprecio. Otros días, incluso, parecen sumidos en una tristeza infinita en la que parece que incluso se sienten a gusto… Aquí nos centraremos en la depresión en la adolescencia y la juventud, y procuraremos sobre todo explicar cómo diferenciar entre los afectos depresivos o la tristeza normal propia de esta etapa y los signos de alarma que nos pueden llevar a detectar una depresión. Entendamos la adolescencia En primer lugar, es importante entender que la adolescencia es un periodo caracterizado por muchos cambios que discurren a mucha velocidad. Algunos teóricos de la materia lo comparan con los tres primeros años de vida de un bebé, ya que sólo en estas dos etapas se dan tantos cambios psicofisiológicos en tan poco tiempo. En la adolescencia las necesidades cambian, aumenta su necesidad de autonomía ligada a la sexualización del cuerpo y a la constitución de la propia identidad . Y todo ello empieza a consolidar su propia manera de relacionarse consigo mismos y con el mundo.  Es así como el adolescente inicia un proceso de negociación, difícil muchas veces, con sus padres para poder transformar ese vínculo y acabar convirtiéndolo en lo que más adelante será su manera adulta de relacionarse. Como un duelo… En 1958 Freud comparaba la adolescencia con el proceso de duelo ya que el joven debe renunciar a la representación infantil idealizada de los padres para que ésta dé paso a nuevas representaciones más ajustadas a la realidad, es decir, el adolescente empieza a cuestionarse, a criticar y a querer ser él mismo. Para que esto tenga lugar, quienes conviven con el adolescente deben estar capacitados para tolerar un cierto grado de caos y desorganización, ya que su función será la de facilitar este proceso. Debido a este proceso de pérdida y cambio de la adolescencia, el joven presenta una cierta fragilidad de la relación consigo mismo que puede llevarle a manifestar expresiones sintomáticas sin que por ello sufra ningún trastorno . Del mismo modo, es normal la aparición de afectos depresivos en ciertos momentos sin que debamos pensar que padece una depresión.  De hecho, para que podamos hablar de depresión en la adolescencia se deben dar los siguientes indicadores de manera continuada (DSM-IV): Humor depresivo o irritabilidad en el adolescente Disminución marcada del interés o del placer por las actividades Pérdida o ganancia de peso significativa Insomnio o hipersomnia Cambios en su manera de comportarse y pensar Fatiga o pérdida de energía Sentimiento de desvalorización o culpabilidad excesivos Disminución de su capacidad para pensar y/o concentrarse Pensamientos de muerte o ideas suicidas Si se dan la aparición de estos indicadores de manera continuada será recomendable acudir lo antes posible a un profesional ya que si no se trata la depresión pueden pasar entre 6 o 9 meses hasta la primera mejoría y repetirse los episodios en el futuro o bien volverse crónica   Prevenir la depresión: puntos a estimular para una adolescencia saludable El grupo de amigos En la consulta, vemos con frecuencia adolescentes sin grupos de iguales , esto constituye un signo de alarma. Un adolescente saludable tiene su grupo de amigos, esto es indispensable, pues los ha de poder desempeñar un rol en el grupo de iguales. Es un soporte saludable para el proceso que los convertirá en adultos ya que les permite contrastar sus criterios con otros que no sean los padres y que cobran una importancia primordial en su vida. La capacidad para ilusionarse Es importantísimo que el joven pueda sentirse ilusionado con lo que hace, que pueda desarrollar sus intereses que son sólo suyos y que le ayudan a constituir un saludable sentimiento de identidad. Las actividades ilusionantes son estructurantes, es importante detectar sus áreas de interés y estimularlas sin ser invasivos, pues necesita sentir que es él quien decide, cuándo y dónde. La discrepancia, el sentido crítico y la capacidad de negociación Como adultos de referencia hemos de estimular la capacidad crítica del adolescente y su fortaleza interna a través de la negociación de las situaciones conflictivas invitándole a que sea él quien proponga soluciones acordes con los intereses de todos. Es importante evitar los ultimátums y la rigidez. El adolescente necesita de un marco seguro y estable con la suficiente flexibilidad para encontrar su espacio y ubicar también toda la conflictiva propia de esta etapa. La existencia de referentes fuera del seno familiar El adolescente está en una etapa clave para aprender a relacionarse con el mundo y a abordarlo sin temor, para ello es importante que sea capaz de establecer relaciones de confianza fuera de los círculos familiares . Hay que permitirle ir hacia lo desconocido con confianza y seguridad, y ello sólo se conseguirá haciéndole saber que como padres confiamos en él y en sus capacidades. Un ejemplo de esto sería la relación con un tutor de confianza, un mejor amigo, un entrenador, el profesor de música, etc… Consejo para padres Hemos de tener claro que nuestra función como adultos de referencia es la de proveer al adolescente de un entorno emocionalmente seguro y de estimular su desarrollo , esto se consigue confiando en él y apoyándolo en la difícil empresa de ser el mismo, con sus gustos, sus intereses y su propia manera de relacionarse con el mundo.
Anorexia en Adolescentes
Artículo especializado

Anorexia en Adolescentes

Podríamos considerar la anorexia como la crónica de una desaparición. Es como si la pequeñez que atribuyen a su propia valía quienes la sufren, estuviera representada metafóricamente a nivel corporal, haciéndose cada vez más y más pequeñas externamente (más delgadas) y también internamente (más vulnerables, más enfermas), hasta en muchos casos literalmente desaparecer. Estudios recientes indican que hasta un 20% de las personas anoréxicas mueren, tanto por consecuencias físicas de la problemática como por suicidio. Aunque no es un diagnóstico nuevo (ya algunas místicas como santa Catalina de Siena llegaron a padecer anorexia en la Edad Media), en el mundo occidental actual está tomando una dimensión casi de epidemia . Tanto es así que un 6% de las chicas de 12 a 24 años sufre algún trastorno de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia, trastorno por atracón, etc.) y el 11% está en alto riesgo de sufrirlo . Hasta un 3% de las españolas sufren anorexia nerviosa. ¿Qué es? La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) que se caracteriza por un miedo intenso a ganar peso , así como por la preocupación excesiva por la silueta y por la comida. Existe una pérdida importante de peso debida a una restricción en la ingesta, a un ejercicio físico excesivo y en algunos casos a conductas purgativas como se verán más adelante. No obstante, la persona es incapaz de percibir su propia delgadez, incluso en situaciones de grave desnutrición que ponen en peligro incluso la propia vida. Otros síntomas asociados al diagnóstico serían tristeza, ansiedad, obsesiones y rituales, irritabilidad, ideas de muerte, etc. tiene un gran impacto negativo en la vida familiar, social, laboral, académico y emocional. Es importante señalar que este tipo de trastorno no puede considerarse producto de la vanidad, pues la restricción de la comida se utiliza para afrontar las dificultades emocionales y existenciales. Buscan, a través de la apariencia, el mínimo de seguridad necesario para hacer frente a su vida. Sienten que el único punto donde tienen control es en lo referente a la comida y el peso, donde focalizan completamente su atención. La anorexia ha aumentado alarmantemente en edades cada vez más precoces (entre los 12 y los 14 años). El tratamiento tiene que adaptarse a los desafíos que representa el salir de la etapa infantil y ajustarse a la adolescencia, como serían los cambios corporales, el inicio de la madurez sexual, el desarrollo de la autonomía, la necesidad de autoconocimiento, el cambio en los referentes priorizando al grupo de iguales, etc. ¿Características básicas? Algunas características y tendencias de las personas con anorexia serían: Perfeccionismo y rigidez (no sólo en relación al cuerpo sino en cualquier objetivo). Tenacidad y autodisciplina. Falta de autoestima: autocrítica y negatividad. Tendencia al aislamiento social. Haber sido una niña ejemplar en la infancia: complacer a los demás eliminando sus propias necesidades. Falta de asertividad. Dificultad para expresar emociones. ¿Tipos? Anorexia restrictiva : limitan la comida sin purgas. el ejercicio físico puede convertirse en una obsesión que no sólo sirve para quemar calorías sino también como evasión o alivio para contrarrestar tensión psíquica. Anorexia purgativa : utilizan métodos para contrarrestar sus supuestos excesos alimentarios (vómitos autoprovocados, uso de laxantes y diuréticos, edemas y productos adelgazantes). ¿Y ellos? A pesar de que el sexo femenino es el más afectado por la anorexia, el 10% de los casos son varones . Las características de la patología son muy similares en ambos sexos, sin embargo, muchos hombres generan el trastorno opuesto, llamado “anorexia inversa o vigorexia” en el que se intenta ganar peso para conseguir sentirse física y psicológicamente fuertes y tener un aspecto corpulento. Para ello toman preparados vitamínicos, esteroides, diuréticos, insulina, etc. Esta forma de anorexia puede dar lugar a enfermedades cardiovasculares, lesiones hepáticas, disfunciones eréctiles, atrofia testicular y cáncer de próstata. ¿Causas? La anorexia no aparece de la nada en una vida plena y emocionalmente estable. Suele ocurrir tras una situación estresante, especialmente en el inicio de la pubertad . Puede originarse por crecer en el seno de una familia donde se negaba cualquier emoción negativa o conflicto, o se abusaba del alcohol. También por haber sido víctima de abusos físicos, emocionales o sexuales. Quien la sufre puede haber sido asimismo el “gordito/a” de la clase y haber sufrido las burlas de los compañeros por ese motivo. ¿Complicaciones físicas? Pérdida del ciclo menstrual (por infrapeso) y problemas de fertilidad (incluso posible en periodos de recuperación). Cambios hormonales. Piel seca. pelo y uñas quebradizos. Reducción del pulso y la temperatura (intolerancia al frío. puede aparecer lanugo (vello que protege el cuerpo y lo previene de la pérdida de calor). Estreñimiento crónico y diarreas. Problemas cardíacos. Osteoporosis. Problemas renales y hepáticos. Fatiga. Insomnio. Ansiedad y depresión: elevado riesgo de suicidio. ¿Cómo detectarla? Se saltan comida, ponen excusas para no comer o limitan su dieta a ciertos alimentos (los menos grasos y calóricos). Cambia la forma de comer y se llena de obsesiones y rituales: se corta la comida en trozos muy pequeños esparciéndolos por el plato, se pesan los alimentos, se lavan, se saca la grasa con una servilleta… Se ponen muchas capas de ropa para ocultar el cuerpo. Elaboran comidas para los demás que después no prueban. Aparición de callos en los nudillos o dientes desgastados si hay vómito autoprovocado. ¿Cómo se trata? Es importante que el tratamiento sea integrador y abarque diferentes perspectivas : biológica, neurocognitiva, emocional, familiar y relacional. Para ello es necesario que se trate desde un equipo multidisciplinar donde colaboren profesionales de disciplinas diversas como la psicología, endocrinología, psiquiatría, nutrición, enfermería educadora, educación física, etc. Es importante remarcar que el tratamiento de la anorexia juvenil, a diferencia del de la anorexia adulta, requiere que la familia se involucre en el proceso , ya que sólo así podría plantearse una cura efectiva. Entre los objetivos del tratamiento encontraríamos: Cuidar la salud del paciente y tratar complicaciones físicas derivadas. Proporcionar pautas alimentarias saludables para toda la familia y regular el ejercicio físico adecuado para las necesidades físicas. Facilitar recursos emocionales para eliminar las conductas purgativas. Disminuir la distorsión de la imagen corporal. Reconocer y abordar los diferentes miedos. Potenciar la capacidad de autoconciencia y diferenciación entre el cuerpo, lo mental, lo emocional y lo racional. Reforzar la autoestima y el sentido de identidad. Estimular la socialización. Favorecer la maduración personal: toma de decisiones y responsabilidades, asertividad, recursos de afrontamiento y solución de problemas, flexibilidad, etc. ¿Dónde? Según la gravedad del trastorno el tratamiento puede ser ambulatorio (en asociaciones o con un psicoterapeuta especializado), en un centro de día, o incluso puede requerir ingreso hospitalario (en el caso de que haya muy bajo peso, desequilibrio electrolítico, rotura de esófago, etc.). ¿Cómo prevenirla? La mejor prevención pasa por la educación familia r. Es importante que no se tire comida, ya que es en la opulencia donde se crea la anorexia, de forma que, si sobra algo, se coma al día siguiente. Se deben servir cantidades razonables (ni mucho ni poco), para que no se deje comida en el plato. Hay que mostrar que la comida es valiosa, al igual que el tiempo en que la familia come junta, intentando promover la cercanía y el diálogo. Posibilitar canales de comunicación abierta dentro de la familia y poder ir solucionando las dificultades que vayan apareciendo son también elementos necesarios a tener muy en consideración. Ir más allá de la imagen, no centrarse únicamente en lo externo sino dar valor a características personales más profundas, a quién somos realmente y hasta dónde podemos llegar, son premisas básicas para mantener lejos los trastornos alimentarios.
Contenidos sobre enfermedades
Somos conscientes de que los conceptos médicos pueden resultar confusos si no te los explican con claridad. Para evitar esto, le hemos pedido a nuestros profesionales que preparen estas fichas en donde podrás acceder a información relevante sobre enfermedades que te ayudará a entender de una manera sencilla por qué se producen y por qué es necesario su tratamiento.
Ver todas las enfemedades
Síndrome de Tourette
Enfermedad

Síndrome de Tourette

¿Qué es el síndrome de Tourette? El síndrome de Gilles de la Tourette o síndrome de Tourette (ST), es un trastorno neurológico que se suele manifestar en la niñez , caracterizado por la realización de movimientos repetitivos o sonidos involuntarios (tics o espasmos). Son ejemplos de estos espasmos: parpadeo constante, muecas, contracción de la nariz, dar pisotones, gruñir, gritar, insultar, saltar, toser, ladrar, etc. Aunque los síntomas varían de una persona a otra, la mayoría de casos son leves, y los tics suelen desaparecer con el paso de los años, generalmente al alcanzar la mayoría de edad. Tipos de tics Cabe destacar que, dentro de los diferentes tipos de tics, estos pueden ser movimientos (tics motores o motrices) o sonidos (tics vocales). Los tics motores suelen comenzar antes que los vocales. Los diferentes tipos de tics se clasifican principalmente en: Tics simples: son tics repentinos y breves que implican un número limitado de músculos. Por ejemplo: hacer muecas o gruñir. Tics complejos: son movimientos coordinados que involucran varios grupos musculares. Por ejemplo: tocar reiteradamente a alguien o gritar. Los tics pueden ser, a su vez, persistentes o crónicos o, por el contrario, tics transitorios. Causas de un síndrome de Tourette No se conoce la causa exacta del síndrome de Tourette ya que es un trastorno complejo , probablemente, de origen genético o heredado y potenciado con ciertos factores ambientales. Algunas investigaciones apuntan a un desequilibrio en los neurotransmisores del cerebro. Síntomas de un síndrome de Tourette Los síntomas específicos del ST son los denominados tics (movimientos o sonidos repentinos), breves e intermitentes. Estos pueden ser leves o graves. Cuando son graves, pueden interferir en la comunicación, la funcionalidad habitual y la calidad de vida del paciente. Antes de aparecer los tics, la persona puede sentir un incómodo impulso premonitorio como cosquilleo o tensión y, cuando aparece el tic, se siente alivio. El niño puede llegar a controlar el tic si hace un gran esfuerzo, pero esto puede impedirle concentrarse en otro aspecto como prestar atención en clase o mantener una conversación. Tratamiento de un síndrome de Tourette El síndrome de Tourette no tiene tratamiento. Los tics suelen desaparecer con el paso de los años. El tratamiento se pauta exclusivamente cuando los tics son graves e interfieren con la vida cotidiana de quien lo padece, para aliviar estos síntomas tan molestos. Existen algunos medicamentos que pueden ayudar a controlar los tics, estos deben ser pautados por el médico según cada paciente, debido a sus posibles efectos secundarios: Medicamentos bloqueadores o que disminuyen la dopamina: la flufenazina, el haloperidol, la risperidonea, la pimozida o la tetrabenazina. Inyecciones de toxina botulinica o bótox: una inyección en el músculo afectado puede reducir un tic simple o vocal. Medicamentos contra el déficit de atención o hiperactividad: estimulantes como el metilfenidato y medicamentos para aumentar la atención y la concentración. Inhibidores adrenérgicos centrales: fármacos como la clonidina y la guanfacina pueden controlar la conducta, los impulsos y los ataques de ira. Antidepresivos: la fluoxetina (Prozac y Sarafem, entre otros). Medicamentos anticonvulsivos: topiramato. Para reducir los tics, se recomienda realizar actividades tranquilas y focalizadas, y acudir a grupos de apoyo o seguir terapias como: Terapia del comportamiento: mediante intervenciones cognitivas conductuales para controlar los tics e identificar los impulsos premonitorios. Psicoterapia: para aumentar su autoestima y ayudar a afrontar el ST, así como otras condiciones que pueden afectar a la conducta como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, la depresión o la ansiedad y las obsesiones. Estimulación cerebral profunda (DBS): solo en casos de tics graves que no responden a otro tratamiento. Este método proporciona estimulación eléctrica, mediante un dispositivo implantado en el cerebro, a zonas específicas que controlan el movimiento. Este método todavía requiere más investigaciones para determinar si es un tratamiento seguro y eficaz para el ST. Además, es muy importante que los padres del niño hablen con sus profesores y su entorno, para que apoyen y entiendan la situación y tratar de que el niño no se sienta avergonzado, frustrado o estresado. Pruebas complementarias de un síndrome de Tourette No existe una prueba específica para diagnosticar el síndrome de Tourette. El diagnóstico se basa en la historia clínica de los síntomas y antecedentes familiares. Para que alguien reciba el diagnóstico del Síndrome de Tourette, debe cumplir los siguientes criterios durante al menos 1 año: Tener 2 o más tics motores y al menos 1 vocal. No tienen por qué ocurrir a la vez, y pueden surgir muchas veces al día, todos los días o sólo esporádicamente durante el año. Haber empezado antes de los 18 años. No estar relacionados los síntomas con el consumo de medicamentos, drogas u otras patologías como enfermedad de Huntington, convulsiones o encefalitis postviral. No obstante, los síntomas de esta enfermedad pueden imitar a los de otras enfermedades, por ello y para descartar otras afecciones, el médico puede solicitar pruebas complementarias como: análisis de sangre o estudios de diagnóstico por imágenes tales como resonancia magnética, tomografía computada o electroencefalograma. Factores desencadenantes de un síndrome de Tourette Los factores desencadenantes de tics más graves o frecuentes en este trastorno, son el estrés o la ansiedad, la emoción y la preocupación. También pueden empeorar al enfermar. Factores de riesgo de un síndrome de Tourette Los siguientes factores de riesgo pueden relacionarse con el Síndrome de Tourette, aunque todavía se requieren más investigaciones: Antecedentes familiares Fumar durante el embarazo Complicaciones durante el embarazo Bajo peso al nacer Infecciones Sexo masculino (tienen más probabilidades de desarrollarlo que el sexo femenino) Complicaciones de un síndrome de Tourette Normalmente, las personas con síndrome de Tourette pueden llevar una vida sana y activa, pero con frecuencia, afecta al comportamiento, a la conducta y a la autoestima. Entre las enfermedades que suelen asociarse con el síndrome de Tourette destacan: Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) Trastorno del espectro autista Trastornos del sueño Dificultades de aprendizaje Trastornos de ansiedad o depresión Dolor relacionado con los tics, en especial, dolor de cabeza Dificultad para manejar la ira Prevención de un síndrome de Tourette Este síndrome no se puede prevenir, pero sí se puede ayudar al paciente a disminuir los tics y a sobrellevar este molesto problema explicando y comunicando a su entorno acerca del síndrome, con el fin de aumentar la comprensión y recibir apoyo sobre los síntomas, y reducir las burlas y el estrés del paciente . A veces, el tratamiento de otras afecciones concurrentes como TDAH o TOC, puede ayudar a reducir los tics. Especialidades a las que pertenece Las especialidades médicas a las que pertenece el Síndrome de Tourette es la neurología (médicos especializados en trastornos cerebrales y del sistema nervioso), también la psiquiatría y psicología. Preguntas frecuentes ¿Qué cromosoma afecta en el síndrome de Tourette? Todavía se están realizando estudios para determinar las causas y origen del ST, unos estudios lo relacionan con un cromosoma mientras que otros creen que es afectado por otro, según cada caso examinado. El gen responsable del ST parece localizarse en el cromosoma 18q22. También se han identificado mutaciones que afectan al gen SLITRK1, en un pequeño número de personas, situado en el brazo largo del cromosoma 13 (13q31.1), que codifica una proteína que es activa en el cerebro. Además, es posible que una mutación en el gen HDC pueda ser la causa de los síntomas típicos del ST, este gen interfiere en la producción de histamina. ¿Qué son los tics motores? Los tics motores o motrices son aquellos movimientos involuntarios, repentinos, rápidos y recurrentes que tiene una persona, especialmente en niños y adolescentes. Pueden afectar a un grupo complejo de músculos, aunque generalmente comienzan por la cara y músculos del cuello y, si progresan, se extienden a las extremidades superiores y posteriormente, a las inferiores. Son tics motores el parpadeo constante de ojos, encogimiento de hombros, incluso autolesiones como arañarse, etc. ¿Qué es el Síndrome de Rett? El síndrome de Rett es un trastorno neurológico y del desarrollo infantil de origen genético, caracterizado por una evolución normal durante los primeros meses de edad, pero seguido de un mal desarrollo del cerebro, con movimientos anormales de las manos y la pérdida de tono muscular. Además, presenta una disminución progresiva de habilidades motoras y de comunicación. Este síndrome puede causar también convulsiones y discapacidad intelectual. El Síndrome de Rett es poco frecuente y afecta principalmente a niñas alrededor de los 2 años de edad . ¿Cuáles son los diferentes tipos de autismo? Existen diferentes tipos de trastorno de autismo: Autismo o síndrome de Kanner: es una enfermedad en la que existe una limitada conexión emocional con el resto de individuos, el individuo es poco sociable, como si estuviese en su propio mundo. Aparecen durante los 3 primeros años de vida. Quien lo padece suele mostrar comportamientos repetitivos y se estresan o agitan ante ruidos o luces brillantes. Síndrome de Asperger: es el más difícil de diagnosticar. Individuos con este síndrome presentan una inteligencia media-alta pero un déficit serio en sus habilidades sociales y de comportamiento. No suelen ser empáticos, tienen poca coordinación, se obsesionan con algunos temas y no entienden las ironías. Trastorno desintegrador infantil o síndrome de Heller: se diferencia de los anteriores en que suele aparecer a los 2 años de edad de forma repentina y regresiva y el niño puede llegar a darse cuenta. Es menos frecuente que el autismo, pero con un pronóstico peor. Síndrome de Rett: se presenta sobre todo en niñas sobre los 2 años de edad. Tiene un proceso degenerativo y progresivo del sistema nervioso con alteraciones en el habla, la motricidad, etc. Trastorno generalizado del desarrollo no especificado: se denomina así a los síntomas clínicos del espectro autista que son demasiado heterogéneos y no se pueden categorizar en ninguna de las tipologías anteriores. ¿Cuál es la diferencia entre Autismo y Asperger? La diferencia principal entre ambas patologías radica en que, en el autismo, las alteraciones son muy evidentes durante los 3 primeros años de vida, mientras que en el Asperger no hay evidencia tan clara y se tarda más en diagnosticar. Existen otras diferencias clave como: Autismo: tienen una inteligencia por debajo de lo normal, un desarrollo físico adecuado, presentan retraso en el lenguaje y un vocabulario limitado, no tienen interés en las relaciones sociales, etc. Asperger: tienen una inteligencia por encima de lo normal, presentan retraso motor y torpeza a nivel general, un lenguaje normal incluso con un vocabulario culto, buena memoria, sí desean relacionarse y tener amigos, pero tienen dificultades sociales, desarrollan intereses obsesivos, etc.
Trastorno Obsesivo Compulsivo
Enfermedad

Trastorno Obsesivo Compulsivo

¿Qué es el trastorno obsesivo compulsivo? El trastorno obsesivo compulsivo es un tipo de desorden de ansiedad que se caracteriza por la aparición de pensamientos repetitivos no deseados y compulsiones excesivas e irracionales generando inquietud, ansiedad y temor . Dentro de los problemas de ansiedad, es uno de los trastornos que se presentan con mayor frecuencia y, muchas veces, altera las relaciones sociales, de trabajo y estudio. Se manifiesta de forma frecuente en la infancia y la adolescencia con una evolución progresiva. Es una enfermedad común y crónica que si no se trata adecuadamente puede afectar a la calidad de vida de la persona que lo padece. Tipos de trastorno obsesivo compulsivo Existen tres tipos de trastorno obsesivo-compulsivo: Trastorno obsesivo-compulsivo relativo a los pensamientos obsesivos. Trastorno obsesivo-compulsivo relativo a conductas obsesivas. Trastorno obsesivo-compulsivo relativo tanto a los pensamientos obsesivos como a las conductas obsesivas. Otros trastornos obsesivo-compulsivo (TOC) frecuentes son: TOC de relaciones/amor: obsesiones y dudas constantes sobre relaciones, frecuentemente hacia la pareja. TOC sexual: pensamientos y obsesiones sobre su sexualidad y conducta sexual hacia los demás. TOC religioso: miedo profundo a pecar, blasfemar, a no ser lo suficientemente “buena persona”, tienen dudas sobre si sus acciones son por voluntad propia o voluntad de Dios. TOC de contaminación: miedo excesivo a la contaminación o contagio de alguna enfermedad, por lo que se desencadena una obsesión por la limpieza e higiene personal. TOC agresivo: pensamiento convertido en obsesión acerca de que el paciente puede hacerle daño a las personas que lo rodean. TOC de perfección, orden y simetría: obsesión y compulsión sobre la forma rígida y correcta con que debería ser o hacer algo, obsesiones sobre el orden y clasificación de las cosas. TOC somáticos: pensamientos obsesivos sobre su salud. Causas del trastorno obsesivo compulsivo No se conocen las causas exactas del trastorno obsesivo compulsivo, pero se han identificado algunos factores entre los cuales se encuentran alteraciones en el lóbulo frontal, factores genéticos o alteraciones en la secreción de serotonina. La mayoría de veces puede ser una combinación de causas y un factor desencadenante que origina la aparición de los síntomas. Síntomas del trastorno obsesivo compulsivo Entre los síntomas generales se encuentran la sensación de angustia, agitación, nerviosismo, mareos, taquicardia, insomnio, cefalea, náuseas, sequedad de la boca, visión borrosa, sudoración, parestesias, sensación de desrealización y despersonalización . Las obsesiones se manifiestan con ideas, impulsos y pensamientos repetitivos que causan miedo y ansiedad . Las compulsiones tienen como síntomas las conductas repetitivas, rígidas y estructuradas que tratan de controlar las obsesiones . Tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo El tratamiento se basa principalmente en dos vertientes, farmacológico y conductual. Tratamiento farmacológico: los antidepresivos de la clase de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina son los únicos antidepresivos recomendados en conjunto con terapia conductual para el tratamiento de este síndrome. Es importante recalcar que entre las limitaciones del tratamiento se encuentra el hecho de que al omitir el mismo, los síntomas vuelven a aparecer por lo que deben ingerirlo de por vida. Tratamiento cognitivo conductual: este ha demostrado menor índice de recaídas que el tratamiento farmacológico. Existen diferentes métodos, entre los cuales destacan la exposición con prevención de respuesta en el que se utilizan rituales neutralizadores o la terapia de aceptación, compromiso en el que el objetivo es la aceptación de las sensaciones de ansiedad para que esta no interfiera en su vida. Actualmente, es cada vez más frecuente utilizar también el mindfulness o técnica de atención plena como tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo, permitiendo reconocer las experiencias internas para no magnificarlas, sino más bien aceptarlas, resistiéndose a cambiarlas por compulsiones. Pruebas complementarias del trastorno obsesivo compulsivo Aunque no existe una prueba específica para diagnosticar este trastorno , el médico especialista, después de realizar pruebas o test de salud mental, puede sugerir alguna prueba especial como puede ser un electroencefalograma, resonancia magnética cerebral, niveles de serotonina o pruebas hormonales para poder confirmar diagnósticos diferenciales. Factores desencadenantes del trastorno obsesivo compulsivo Existen muchas teorías sobre qué desencadena este trastorno. La más aceptada es que pueden existir factores genéticos o físicos que predisponen al individuo a padecer esta enfermedad, y sea un factor ambiental el detonante en la aparición de los síntomas. Algunos de los detonantes pueden ser: Enfermedades agudas o crónicas Fallecimiento de personas queridas Abandono Víctimas de abuso físico, sexual o emocional Cambios significativos en los que no existe sentido de control, como puede ser cambios de país en niños Niveles de estrés excesivos Factores de riesgo del trastorno obsesivo compulsivo. Los factores de riesgo de esta enfermedad son los mismos factores desencadenantes . Complicaciones del trastorno obsesivo compulsivo El trastorno obsesivo compulsivo se puede complicar con depresión, problemas en su entorno social y familiar hasta casi presentar un aislamiento global. Prevención del trastorno obsesivo compulsivo No existe manera de prevenir la enfermedad con alguna medida farmacológica conductual , pero es importante al momento de presentar los síntomas, acudir al especialista oportunamente para su tratamiento. Especialidades a las que pertenece El trastorno obsesivo compulsivo pertenece a la especialidad de psiquiatría y psicología , aunque también en ocasiones puede colaborar neurología. Preguntas frecuentes ¿Qué son los pensamientos obsesivos? Son pensamientos recurrentes, persistentes e intrusivos que causan ansiedad en un individuo con preocupación excesiva sobre un problema de la vida real.   ¿Qué es una persona bipolar? Es una persona con una enfermedad mental en la cual existen marcados y extremos estados de ánimo como pasar de la alegría a la tristeza sin razón aparente. ¿Qué es la rumiación mental? Es un tipo de pensamiento estático y cerrado sobre un tema en el que la persona es incapaz de eliminar el proceso repetitivo de pensamiento, con lo cual hace que crezcan los niveles de ansiedad. ¿Qué son los trastornos disociativos? Son trastornos mentales en los cuales existe falta en la continuidad de los pensamientos, acciones e identidad, ocasionando problemas con su reconocimiento como persona y en su entorno de forma involuntaria.    ¿Qué es la escisión en psicología? La escisión en psicología es la división o separación del pensamiento entre lo bueno y lo malo . Es considerado un mecanismo de defensa, el cual se manifiesta por la incapacidad que tiene el individuo para percibir ciertos componentes positivos y negativos de una situación.
Síndrome Serotoninérgico
Enfermedad

Síndrome Serotoninérgico

¿Qué es el síndrome serotoninérgico? El síndrome serotoninérgico es un síndrome inducido por drogas que se caracteriza por un conjunto de efectos adversos causados por el aumento de su concentración en el sistema nervioso central. La serotonina es un neurotransmisor que produce el cuerpo y que es necesario para el buen funcionamiento del organismo por diversas razones ya que se encarga de regular ciertos procesos fisiológicos.  El exceso de serotonina provoca el síndrome serotoninérgico. En el sistema nervioso central la serotonina es un neurotransmisor con muchos efectos, entre ellos: modificación del humor, sueño, vómitos y dolor . Muchas drogas tienen influencia sobre la neurotransmisión serotoninérgica. Dentro de este tipo de sustancias podemos incluir los antidepresivos, los ansiolíticos, las drogas antimigrañosas, y los antieméticos. El exceso de estimulación de la serotonina sobre los receptores postsinápticos a nivel central y periférico tiene efectos negativos para el organismo. Pueden llegar a ser muy graves e incluso mortales. Tipos de síndromes más comunes No existen diferentes tipos de síndromes comunes para esta patología. Causas del síndrome serotoninérgico La acumulación excesiva de serotonina en el organismo crea los síntomas del síndrome serotoninérgico. En circunstancias normales, las neuronas del cerebro y de la médula espinal producen serotonina que ayuda a regular la atención, el comportamiento y la temperatura corporal. En otras neuronas del cuerpo, principalmente de los intestinos , también producen serotonina. Si bien es posible que tomar un solo medicamento que aumenta los niveles de serotonina puede causar el síndrome de la serotonina en personas vulnerables, este trastorno aparece con más frecuencia cuando se combinan ciertos medicamentos. Otra causa del síndrome de la serotonina es la sobredosis intencional de medicamentos antidepresivos. Las drogas ilegales y los suplementos dietéticos también pueden estar asociados con el trastorno. Síntomas del síndrome serotoninérgico Los síntomas del síndrome serotoninérgico comienzan a las pocas horas de la sobredosis o la interacción entre fármacos que aumentan la presencia de serotonina. Los síntomas pueden incluir: ne rviosismo o inquietud, confusión, frecuencia cardíaca acelerada y presión arterial alta , pupilas dilatadas, pérdida de coordinación muscular o espasmos musculares, rigidez muscular, sudoración intensa, diarrea, dolor de cabeza, escalofríos, fiebre alta, convulsiones, latidos del corazón irregulares, inconsciencia o piel de gallina, entre otros síntomas. Tratamiento del síndrome serotoninérgico Para tratar el síndrome serotoninérgico adecuadamente es necesario tener una historia farmacológica actualizada del paciente. Por lo general, las formas más leves del síndrome de la serotonina desaparecen a las 24 o 72 horas de haber suspendido el medicamento que aumenta la serotonina y mediante la administración de medicamentos para bloquear los efectos de la serotonina que ya están en el organismo. Esto último solo si fuera necesario. Los casos graves requieren hospitalización inmediata y cuidados intensivos, pues el paciente puede sufrir hipertermia severa, rabdomiólisis o insuficiencia respiratoria. Para el tratamiento, incluso en casos leves, es habitual la administración de benzodiazepinas para disminuir la agitación, los movimientos pseudo convulsivos y la rigidez muscular. La correcta hidratación , el control de la inestabilidad autonómica o de la fiebre es habitual como medida de apoyo. Sin embargo, los síntomas del síndrome de la serotonina provocados por algunos antidepresivos podrían tardar varias semanas en desaparecer por completo. Estos medicamentos permanecen en el organismo durante más tiempo que otros medicamentos que pueden provocar el síndrome de la serotonina. Pruebas complementarias del síndrome serotoninérgico Ninguna prueba individual puede confirmar un diagnóstico del síndrome serotoninérgico. Para asegurarse de que los síntomas son a causa del síndrome de la serotonina y no debido a otro problema, el médico puede usar las pruebas para hacer lo siguiente: medir los niveles de los medicamentos que toma el paciente, controlar los signos de infección y, verificar las funciones del organismo que pueden estar afectadas por el síndrome de la serotonina. El médico puede ordenar que se realicen algunas pruebas para descartar otras causas y excluir otros trastornos, como son: análisis de sangre y de orina, radiografía de tórax, tomografía computarizada o punción lumbar. Factores desencadenantes del síndrome serotoninérgico El factor desencadenante principal es un sobreconsumo de medicamentos o una alteración en la dosis diaria de un medicamento. Factores de riesgo del síndrome serotoninérgico Los factores que aumentan el riesgo de padecer este síntoma incluyen: El uso terapéutico de fármacos . Ingerir recientemente un medicamento que se sabe que eleva los niveles de serotonina o haber aumentado la dosis (autoenvenenamiento). Cuando se utiliza más de un medicamento que eleva los niveles de serotonina. Tomar los suplementos de hierbas. Usar una droga ilegal que se sabe que eleva los niveles de serotonina. Complicaciones del síndrome serotoninérgico El síndrome serotoninérgico leve, por lo general, no causa ningún problema una vez que los niveles de serotonina regresan a la normalidad. Si se deja sin tratar, el síndrome serotoninérgico grave puede ocasionar: Acidosis metabólica Rabdomiólisis Convulsiones Lesión aguda en el riñón Espasmos musculares Pérdida de consciencia Muerte Prevención del síndrome serotoninérgico Para prevenir este trastorno es necesario: No alterar las dosis de medicamentos No tomar medicamentos sin prescripción médica Evitar el consumo de sustancias ilegales Preguntas frecuentes: ¿Qué es la serotonina? La serotonina es un neurotransmisor que produce el cuerpo y que es necesario para el buen funcionamiento del organismo por diversas razones ya que se encarga de regular ciertos procesos fisiológicos. En el sistema nervioso central, la serotonina es un neurotransmisor con muchos efectos: modificación de humor, sueño, vómito y dolor. ¿Qué pasa con el exceso de serotonina? El exceso de serotonina provoca el síndrome serotoninérgico, explicado a lo largo de este artículo. ¿Qué es un recaptador de la serotonina? Un recaptador de la serotonina o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina son los antidepresivos recetados con mayor frecuencia. Pueden aliviar los síntomas de la depresión de moderada a grave, son relativamente seguros y suelen causar menos efectos secundarios que otros tipos de antidepresivos. ¿Qué es la serotonina baja? Tener la serotonina baja puede ocasionar cambios importantes en la salud mental de la persona: ansiedad, depresión, problemas para dormir, apatía, falta de energía, entre muchos otros síntomas. ¿Qué es el síndrome neuroléptico? El síndrome neuroléptico se caracteriza por el estado mental alterado , la rigidez muscular, la hipertermia y la hiperactividad autonómica que se produce cuando se usan ciertos fármacos neurolépticos.
Anorexia Nerviosa
Enfermedad

Anorexia Nerviosa

¿Qué es la anorexia nerviosa? La anorexia nerviosa o, anorexia, como se la denomina comúnmente, es un trastorno de desorden alimentario cuya principal característica recae en tener un peso extremadamente bajo (por debajo de lo que se considera saludable), a consecuencia de la propia restricción alimentaria del individuo por miedo a engordar. La persona anoréxica tiene una percepción distorsionada de su peso y su cuerpo, lo que la lleva a evitar el aumento de peso, ingiriendo menos cantidad de comida, provocando el vómito después de comer, o tomando laxantes o diuréticos. La anorexia es una enfermedad común grave que, aunque puede presentarse a cualquier edad, es más frecuente en mujeres adolescentes de clase social media y media-alta, también es común en bailarinas, gimnastas y modelos. Tipos de anorexia Existen dos tipos distintos de anorexia: Tipo restrictivo : es una anorexia o bajada drástica de peso ocasionada por la restricción de comidas y la realización intensa de ejercicio. Tipo bulímico : también denominado purgativo o compulsivo. La reducción de peso se consigue provocando vómitos o ingiriendo laxantes después de darse atracones de comida. Causas de la anorexia nerviosa La anorexia nerviosa puede desencadenarse por la combinación de diferentes factores genéticos, psicológicos y socioculturales como: Depresión. Ansiedad. Obesidad. Pérdidas afectivas. Trastorno obsesivo compulsivo. Insatisfacción personal o corporal. Sucesos traumáticos. Sentimiento de perfeccionismo. Antecedentes familiares. Cultura del país con respecto a los patrones de belleza. Presión por parte de grupos sociales. Síntomas de la anorexia nerviosa Los síntomas de la anorexia a menudo pueden pasar desapercibidos durante bastante tiempo porque el propio enfermo los trate de ocultar. Algunos síntomas físicos presentados son: delgadez extrema, cansancio, mareos, desmayos, ausencia de menstruación, piel seca, dolor de abdomen , presión arterial baja, deshidratación, sensación de frío constante, callosidades en los nudillos por la provocación de los vómitos, anemia, estreñimiento, caída del cabello, problemas dentales y arritmias, entre otros. En cuanto a los síntomas emocionales y de conducta, puede presentarse un régimen estricto o saltarse las comidas poniendo excusas, preocupación por los alimentos, sobre todo los de alta carga calórica, mentir acerca de la comida, acudir al baño siempre inmediatamente después de comer para provocar los vómitos, miedo a engordar, quejarse del aspecto y peso, distorsión de la imagen corporal , irritabilidad, tristeza , falta de apetito sexual, vestirse con muchas capas de ropa, mirarse continuamente al espejo, aislamiento social, baja autoestima…etc. Tratamiento de la anorexia nerviosa El tratamiento más urgente de la anorexia nerviosa es la r ealimentación para intentar alcanzar cuanto antes un aumento del peso (es posible que se necesite una sonda nasogástrica para recibir los alimentos). Educación nutricional para volver a coger buenos hábitos alimenticios y tratar de recuperar la normalidad biológica en los indicadores sanguíneos y regreso de la menstruación. Posteriormente, se tratan de resolver los problemas psicológicos con un psicoterapeuta o grupo de apoyo. Es un proceso largo, ya que primero hay que hacer entender al paciente que tiene una enfermedad y luego proceder a mejorar su autoestima y el resto de problemas psíquicos que se presenten. Si la desnutrición o los desórdenes psíquicos son graves, se debe hospitalizar al paciente para controlar los signos vitales, la deshidratación y otras afecciones, aunque el tratamiento continúe después en el domicilio. También pueden prescribirse algunos medicamentos antidepresivos como parte de ayuda complementaria al tratamiento. Pruebas complementarias de la anorexia nerviosa Algunas pruebas son determinantes para el diagnóstico y ayudan a determinar si existen otras complicaciones derivadas de la anorexia: Análisis de sangre con hemograma completo: para hacer un recuento de la células sanguíneas, medir la cantidad de albúmina y electrolitos, y comprobar la función hepática, renal y tiroidea. Análisis de orina. Evaluación psicológica. Radiografías o pruebas de densidad ósea. Electrocardiografía. Factores desencadenantes de la anorexia nerviosa Algunos de los factores que pueden desencadenar la anorexia nerviosa son el exaltamiento de la delgadez en la mujer que promueve l a cultura occidental y la presión de determinados grupos sociales , algunos actos, como ponerse a dieta, cambiar de casa o de instituto, terminar una relación sentimental, la muerte de un familiar y el estrés emocional. Factores de riesgo de la anorexia nerviosa Las niñas y mujeres adolescentes son más propensas a sufrir esta enfermedad. El paciente que haya tenido un pariente que ha sufrido anorexia en alguna ocasión, corre más riesgo de padecerla por los cambios en los genes específicos y, si ya se ha padecido anorexia previamente o no se reconoce el problema, también es más fácil sufrir recaídas. Complicaciones de la anorexia nerviosa La anorexia puede tener muchas complicaciones, algunas de ellas especialmente graves: No reconocer la enfermedad y convertirla en un estilo de vida. Disminución de glóbulos blancos y aparición de infecciones. Pérdida del conocimiento. Arritmias. Convulsiones. Deshidratación. Debilitamiento de los huesos. Caries dental. Fallecimiento. Prevención de la anorexia nerviosa Algunas recomendaciones útiles para prevenir la anorexia son: Tener buenos hábitos alimentarios: comer siguiendo unos horarios preestablecidos, hacerlo sentado…etc. No aislarse socialmente. Mantener la comunicación con la familia. Evitar mirarse al espejo con frecuencia. Eludir la báscula y pesarse constantemente. Acudir a psicoterapia individual, familiar o con grupos de apoyo. Especialidades a las que pertenece la anorexia nerviosa El diagnóstico y tratamiento de la anorexia nerviosa es multidisciplinar, normalmente es realizado de forma coordinada por la los especialistas en medicina familiar, medicina interna, psiquiatría, psicología, endocrinología y ginecología. Preguntas frecuentes: ¿Cuáles son los tipos de anorexia? En los tipos de anorexia nerviosa se puede diferenciar un subtipo restrictivo , en el cual el enfermo disminuye de peso mediante dietas, una restricción alimentaria y la realización de ejercicio físico intenso o, un subtipo bulímico , compulsivo o purgativo, en el que el enfermo recurre a atracones de comida para después desprenderse de lo comido provocándose vómitos o tomándose laxantes. ¿Qué tipo de enfermedad es la anorexia? La anorexia es un trastorno de la conducta alimentaria, habitualmente con origen neurótico o psiquiátrico. ¿Cuáles son las principales causas de la anorexia? Las principales causas de la anorexia tienen un origen psicológico (trastornos obsesivos, depresión, insatisfacción personal…), s ociocultural (patrones de belleza establecidos en países occidentales y presión de grupos sociales a los que pertenece el individuo) y/o genético (antecedentes en familiares de primer grado). ¿Qué es la anorexia nerviosa purgativa? La anorexia nerviosa purgativa consiste en darse atracones de comida para posteriormente purgarse o eliminar los alimentos ingeridos mediante la toma de diuréticos, laxantes o la provocación auto inducida de vómitos. ¿Qué es la bulimia? La bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria consistente en la toma recurrente y descontrolada de grandes cantidades de comida (atracones), que después provocan en el enfermo un fuerte sentimiento de vergüenza o culpabilidad , derivando en la auto provocación de vómitos o la toma de laxantes para tratar de eliminar los alimentos y calorías ingeridos.