Actualizado el 10/01/2022
La depresión posparto es una de las complicaciones más comunes e incapacitantes de la maternidad, aunque a menudo es infradiagnosticada y por lo tanto no es tratada adecuadamente. Se estima que puede afectar a más del 10% de las mujeres que dan a luz.
Además, en estos últimos tiempos la depresión postparto se ha visto más acentuada por la pandemia del coronavirus y el aislamiento al que se han visto sometidas muchas madres tras el nacimiento de sus hijos.
La depresión posparto es un trastorno del estado de ánimo grave que puede aparecer en la madre durante el primer año tras el nacimiento del niño, si bien suele ser común que tenga lugar durante los tres primeros meses de vida.
Su aparición se asocia con el sufrimiento materno y puede tener numerosas consecuencias negativas para el bebé, la madre y el seno familiar.
La duración de la depresión posparto es muy variable. La mayoría de los casos se resuelven en unos pocos meses a partir del tratamiento. Sin embargo, cerca del 25% de las mujeres diagnosticadas todavía presentan depresión un año después de dar a luz y más del 10% después de dos años. Aproximadamente el 40% de las mujeres recaen durante un nuevo embarazo, o aunque no exista un embarazo de por medio. Es probable que la depresión del embarazo no tratada se haga recurrente con nuevos episodios depresivos, siendo el foco de problemas continuos para la madre, el niño y la familia.
Las causas que pueden motivar la aparición de la depresión posparto son complejas y no están del todo esclarecidas. Sin embargo, parece evidente que un conjunto de factores biológicos puede jugar un papel importante:
El factor de riesgo más importante para la depresión posparto es un historial de trastorno del estado de ánimo o de ansiedad. Otros factores de riesgo psicosocial y de salud incluyen:
Los síntomas comunes en la depresión posparto pueden incluir:
Los pensamientos suicidas suelen ser comunes, afectando a cerca del 20% de las mujeres con síntomas de depresión posparto. De igual modo, algunas mujeres también tienen pensamientos de hacer daño a su hijo.
La aparición de los síntomas de depresión posparto está en el centro del criterio diagnóstico. Para ello deben estar presentes durante un período mínimo de dos semanas y suponer un cambio con respecto a la situación y el funcionamiento anterior.
Estos síntomas deben causar un malestar clínicamente significativo o deterioro del funcionamiento no atribuibles a otra condición médica.
Se puede diagnosticar la depresión posparto de manera sencilla a partir de la Escala de Edimburgo. Se trata de un formulario de 10 preguntas sobre diferentes aspectos relacionados con el estado de ánimo y de comportamiento de la madre. Un valor de 12 puntos o más sirve para confirmar el diagnóstico de depresión posparto.
El tratamiento eficaz de la depresión posparto requiere un enfoque integral y, a menudo, multidisciplinar. También debe contemplar las preferencias de la mujer, si está lactando y de la intensidad de los síntomas. Inicialmente es preferible la psicoterapia.
Los antidepresivos deben usarse en mujeres lactantes valorando la seguridad y la relación riesgo/beneficio. Son de elección los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, siendo recomendables los de menor excreción en la leche materna y mayor experiencia de uso.
En cualquier caso, el tratamiento de una depresión posparto es similar al de cualquier otra depresión.
Por otro lado, deben fomentarse todas aquellas estrategias psicosociales que inciden en el autocuidado, la mejora de apoyos sociales y emocionales y reducen el impacto negativo de las circunstancias vitales y los factores estresantes.
Los grupos de apoyo en los que se reúnen mujeres que están pasando o han pasado por una depresión posparto pueden ser de gran ayuda.
Es conocido el impacto de la depresión postparto en el desarrollo infantil y sus efectos pueden ser permanentes tanto en la madre como en el hijo.
La depresión determina que las madres no sean capaces de cuidarse a sí mismas ni a sus hijos. Además, esta desatención puede causar problemas a largo plazo tanto emocionales como en el desarrollo del bebé.
El Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (DSM-V), define la depresión posparto como un episodio depresivo mayor con inicio en el periparto. En la práctica clínica, la depresión posparto se define de manera variable como la depresión que tiene lugar entre las 4 semanas y los 12 meses después del parto.
En los primeros días después del parto un 80% de las mujeres experimentan, en mayor o menor grado, un sentimiento de tristeza conocido como “blues posparto” o “tristeza puerperal”. Se trata de una tristeza relacionada con los cambios propios de la nueva situación, las nuevas responsabilidades, la sensación de desconocimiento, el agotamiento, los cambios hormonales, etc. Es completamente normal, no requiere tratamiento y remite de forma espontánea a los pocos días, o como máximo, a las dos semanas. Aunque el “blues” posparto se resuelve espontáneamente, requiere apoyo y seguimiento. Se considera un factor de riesgo para la aparición de depresión posparto.
Los padres no son inmunes a la depresión posparto. Algunos estudios han hallado una prevalencia cercana al 10% de depresión posparto en padres. Los factores de riesgo parecen ser similares a los de las madres, incluyendo el bajo apoyo social, los problemas económicos y un historial de depresión.
Los medicamentos que toma la madre pueden llegar al bebé a través de la leche materna. Por eso, los bebés lactantes cuyas madres toman antidepresivos, acostumbran a ser más irritables o tener más dificultad para dormir o alimentarse. El médico deberá indicar aquellos más adecuados para revertir los síntomas depresivos en la madre, afectando lo menos posible al bebé.
Algunas mujeres tienen más propensión que otras a desarrollar una depresión posparto. Entre los factores de riesgo más importantes destacan:
Bibliografía