Podemos afirmar que el acto nutricional no es sólo una experiencia de gratificación fisiológica, sino que también es, en su origen, una experiencia emocional de sosiego y conexión con el otro. Ser nutrido es ser cuidado y, en última instancia, querido.
A medida que vamos creciendo aprendemos a establecer una relación autónoma con la alimentación y pasamos a ser nosotros quienes nos auto-nutrimos, comprando, preparando e ingiriendo la comida que consideramos apropiada. El acto de nutrirse tiene una función relacional, hetero y auto reguladora de las emociones, por lo tanto, es susceptible de verse alterado y desorganizado cuando aparecen conflictos emocionales y psicológicos. Vamos a hablar a continuación de uno de los trastornos de la alimentación más conocido, la bulimia nerviosa.
El síndrome bulímico es un trastorno que se caracteriza por un modelo de alimentación anormal, con episodios de ingesta voraz seguidos de la puesta en marcha de maniobras que buscan eliminar las calorías ingeridas, acto seguido la persona que padece dicho síndrome se siente malhumorada, triste y eventualmente con sentimientos de autocompasión. El trastorno presenta su máxima incidencia entre mujeres de 19 a 25 años.
Podemos diferenciar dos tipos de bulimia:
Hay una serie de rasgos característicos de este síndrome que pueden ayudarnos mucho si sospechamos que algún familiar o amigo puede padecerlo. Nos centraremos en tres grandes criterios:
Comprensión, compasión, vinculación, escucha, apoyo… son algunas de las actitudes que debemos tener hacía la persona que padece dicho trastorno. Si verdaderamente queremos ayudarle, es importante que nos sienta capaces de recoger y contener su angustia sin juicio. Hemos de tener en cuenta que, aunque las causas que producen el trastorno son variadas, éste no es más que una disfuncional manera de lidiar con algún tipo de sufrimiento mental y emocional. Por ello, hemos ser capaces de apoyar a la persona e insistir en la importancia de la búsqueda de ayuda externa para que se lleve a cabo un adecuado tratamiento.
Es muy importante tener en cuenta que la persona que sufre dicho trastorno necesita una ayuda que aborde su forma de vivir, de sentir, de relacionarse y que incida en cambiar los aspectos de la vida y de su mundo interno que se le hacen más dolorosos e inaceptables. Por ello, si tenemos un caso cercano debemos asegurarnos de que el profesional que lo abordará está capacitado para tratar dicho trastorno.