Aunque son más comunes los casos de hipertensión, un síntoma también habitual que puede afectar a muchas mujeres durante el embarazo son las bajadas de tensión arterial. La hipotensión en el embarazo suele ser más común durante las primeras semanas, aunque los episodios pueden aparecer a lo largo de toda la gestación.
La hipotensión se puede producir por diferentes causas. Cuando tiene lugar una bajada de tensión durante el embarazo, normalmente responde a la nueva condición fisiológica determinada por la gestación.
Debido a que la sangre debe abarcar un mayor recorrido −ahora circula también hacia el feto− el sistema circulatorio de la mujer se ve obligado a funcionar más deprisa para cubrir las necesidades del bebé. Y esto hace que la presión sanguínea baje. En cuanto esta situación se estabilice y se produzcan las adaptaciones necesarias, como la formación de una mayor cantidad de sangre, la hipotensión irá remitiendo.
Otra de las causas de la hipotensión durante el embarazo es la presión que ejerce el útero sobre la aorta y vena cava. En este sentido, las recomendaciones señalan que las mujeres embarazadas no deben dormir tumbadas boca arriba, sino recostadas sobre el lado izquierdo.
Es bastante habitual que las mujeres sufran bajadas de tensión en el embarazo. Especialmente durante las primeras semanas de gestación, la tensión baja puede producirse de forma puntual o prolongarse hasta el final del embarazo.
Son diversos los factores que favorecen la hipotensión en el embarazo. Como ya se ha dicho, el sistema circulatorio se amplía según se va desarrollando el feto, con lo que disminuye la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de arterias y vasos sanguíneos.
Por otro lado, durante el embarazo se producen en el organismo de las mujeres el aumento de los niveles de determinadas hormonas con efectos vasodilatadores que también contribuyen a que la tensión arterial disminuya. La progesterona es una de ellas, especialmente, durante el primer trimestre del embarazo.
También pueden confluir ciertos factores ajenos al embarazo. Entre ellos destacan la tendencia de la mujer a padecer hipotensión o bajadas de tensión arterial (previas al embarazo). También la tendencia a padecer anemia.
De entrada, la tensión baja durante el embarazo no supone un riesgo relevante para el progreso del embarazo. Sin embargo, debe ser el médico el que determine el alcance de esta situación y el posible tratamiento para su resolución.
Los síntomas de tensión baja durante el embarazo no son muy específicos y pueden confundirse con síntomas debidos al propio embarazo o a otras patologías. Entre ellos, se incluyen:
Cuando la tensión es baja, el corazón se activa para compensar esa situación y late a una mayor velocidad, por lo aumentan las pulsaciones.
Por otro lado, conforme avanza el embarazo, el organismo de la madre se va adaptando a la nueva situación. Entre estas adaptaciones se incluye la producción de más sangre. Este incremento del volumen sanguíneo contribuye a la aparición de ciertos síntomas habituales durante el embarazo, entre los que destacan el dolor de cabeza, la aparición de hemorroides, la retención de líquidos y la hinchazón de pies y manos, entre otros. También se puede producir un aumento de la frecuencia cardíaca de la madre, lo que se puede traducir en la aparición de palpitaciones y taquicardias.
Cuando se dan situaciones de hipotensión durante el embarazo se pueden llevar a cabo algunas acciones sencillas para intentar contrarrestar sus efectos. Algunas de ellas incluyen:
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