La hipotensión es la disminución de la tensión arterial por debajo de los límites normales, determinándose de forma frecuente el tener menos de 90 mm/Hg (milímetros de mercurio) para la tensión arterial sistólica (la alta), y menos de 60 mm/Hg para la tensión arterial diastólica (la baja).La presencia de hipotensión es un signo frecuente que puede aparecer en forma leve y fisiológica por ejemplo en mujeres jóvenes, pero también como signo de gravedad de entidades patológicas que puede poner la vida del paciente en riesgo.
La hipotensión puede provocar síntomas como cansancio, debilidad muscular, sensación de mareo e inestabilidad, enlentecimiento del pensamiento o confusión, visión borrosa, náuseas o vómitos, pérdida de conocimiento o síncope.
En una hipotensión leve es importante la ingesta de líquidos para mantener el volumen sanguíneo (de 1.5 a 2 litros de agua al día). También se debe realizar el ajuste o retirada de cualquier fármaco que potencialmente pueda producir o contribuir a la aparición de hipotensión.
En pacientes con hipotensión ortostática se aconseja evitar estar de pie de forma prolongada y tras estar tumbado, al levantarse deben quedarse durante unos minutos sentados antes de levantarse de forma completa. Se aconsejan una serie de medidas posturales para aumentar la tensión arterial como son: cruzar una pierna delante de la otra y tensar los músculos durante 30 segundos, adoptar una posición en cuclillas, o inclinar el cuerpo hacia adelante.
En pacientes con hipotensión arterial pospandrial, se indica que la alimentación se fragmente en 6 comidas durante el día, en raciones pequeñas.
En pacientes con hipotensión moderada-servera se realiza una reposición de líquidos administrando sueros intravenosos. Asimismo, si ha habido pérdida importante de sangre, se puede realizar una transfusión sanguínea.
En ocasiones es preciso administrar fármacos como agentes vasoactivos, hemoderivados, suplementación de oxígeno y/o ventilación mecánica…etc.
Por otra parte se debe tratar la causa o enfermedad específica que ha desencadenado la disminución de la tensión arterial.
La hipotensión es una alteración que se diagnóstica con la realización de la toma de presión arterial utilizando un esfingomanómetro o tensiómetro.
Se pueden realizar otras pruebas secundarias a fin de detectar las posibles causas que provocan la hipotensión, como un electrocardiograma, una analítica de sangre, un cultivo de sangre y orina para detección de bacterias que pueden producir infecciones, una radiografía de tórax y de abdomen, y un TAC o resonancia magnética cerebral. Para detectar la hipotensión ortostática puede utilizarse el test de la mesa basculante, en el que se tumba al paciente en una mesa durante unos minutos para posteriormente ponerle en posición casi de pie y ver cómo reacciona el sistema neurocardiovascular.
Los factores desencadenantes fundamentales son una alteración de la función de bombeo del corazón, una hemorragia, la deshidratación, un cambio brusco de posición corporal y una alteración de los mecanismos neurológicos de control de la tensión arterial.
La hipotensión puede ser tratada por distintos especialistas médicos, ya que aparece en diversos cuadros clínicos. Cuando existe una disminución de tensión grave, se considera una urgencia médica que se trata en el contexto de la causa de esa hipotensión, administrando fluidos por vía intravenosa por el médico especialista que esté tratando al paciente.
La deshidratación es una causa frecuente de hipotensión, así mismo, la toma de algunos fármacos o el alcohol, alteraciones cardíacas, el embarazo, etc. pueden producir una presión baja.
Generalmente se considera hipotensión o presión arterial baja unas cifras de tensión arterial por debajo de 90 mm/Hg para la tensión arterial sistólica y de 60 mm/Hg para la diastólica.
La tensión arterial elevada puede aparecer de forma primaria por el endurecimiento de las paredes de las arterias con la disminución de su distensibilidad, y resistencia y por la alteración de la regulación que el riñón ejerce sobre ella. Así mismo, puede aumentarse de forma secundaria por diversas patologías, como la ansiedad crónica, el síndrome de apnea-hipopnea del sueño (SAHS), una coartación aórtica, enfermedades renales o endocrinas, así como la toma de fármacos y drogas, cuya acción en el organismo puede provocar un aumento de la tensión arterial.
Se establece que existe una tensión arterial elevada cuando sus cifras son mayores de 140 mm/Hg para la tensión sistólica y 90 mm/Hg para la tensión diastólica.
Es fundamental un aumento de ingesta de líquidos en forma de agua, zumos, caldos etc, así como alimentos con alto contenido en agua, como frutas y verduras. Se puede añadir en los alimentos un aporte de sal controlado o ingerir alimentos con alto contenido en sodio. Alimentos con excitantes como el café o el té pueden activar el sistema nervioso y con ello aumentar la tensión arterial.