Actualizado el 13/12/2021
La enfermedad de Ménière es un trastorno del oído interno que afecta tanto a la audición como al equilibrio. Se caracteriza principalmente por la presencia de vértigos, constituyendo aproximadamente el 5% de todas las causas de vértigo.
La enfermedad de Ménière es un síndrome clínico que afecta el equilibrio y la audición caracterizado por episodios de vértigo espontáneo que habitualmente se presentan con pérdida de audición o hipoacusia fluctuante que puede transformarse en persistente. Los pacientes escuchan ruidos (conocidos como acúfenos o tinnitus). En un 10-30% de los casos se pueden ver afectados los dos oídos.
Las crisis de vértigo son habitualmente mucho más frecuentes en los primeros años de la enfermedad.
La enfermedad de Ménière se presenta más habitualmente entre los 20 y los 50 años. Afecta más a mujeres que a hombres y cada año se registran de 34 a 190 casos por cada 100.000 habitantes.
Las causas exactas de la enfermedad se desconocen. Se considera un trastorno multifactorial que se inicia probablemente por la combinación de factores genéticos y medioambientales. El exceso de fluido dentro de los canales del oído interno −conocido como hídrops endolinfático− presente en la mayoría de los pacientes con la enfermedad, se relaciona con los principales síntomas, si bien no explica todas las características clínicas de la enfermedad, incluyendo la progresión de la hipoacusia o la frecuencia de las crisis de vértigo.
Los síntomas que permiten diagnosticar la enfermedad, sin la existencia de otro diagnóstico que explique mejor los síntomas, incluyen:
El vértigo es uno de los principales síntomas de la enfermedad. Este se entiende como la sensación de movimiento propia cuando no se produce movimiento o la sensación de movimiento alterada durante un movimiento normal de la cabeza. Hay que diferenciarlo del mareo y la inestabilidad, si bien los pacientes con enfermedad de Ménière también pueden presentar mareos e inestabilidad a largo plazo.
No existe un tratamiento que pueda curar la enfermedad de Ménière, pero sí existen diversas estrategias que pueden ayudar a reducir la gravedad de los síntomas, especialmente la frecuencia de los episodios de vértigo.
En primer lugar, se recomienda seguir una dieta baja en sal y aumentar la ingesta de agua para prevenir la liberación de vasopresina y ayudar a mantener el equilibrio en el oído interno. La cafeína también puede provocar modificaciones en el volumen de la endolinfa por lo que se recomienda limitar el consumo de bebidas que la contengan (café, té, cola, etc.). De este modo se pretende controlar la acumulación de fluido en el oído interno que puede producir el vértigo.
Cuando el tratamiento dietético no resulta efectivo es necesario acudir a tratamientos médicos. Estos incluyen diferentes fármacos que se deben indicar en función de las características del paciente, como son los diuréticos y la betahistina.
Si estos no son efectivos, se debe realizar un tratamiento intratimpánico con esteroides como la dexametasona o con gentamicina, un antibiótico que se inyecta a través del tímpano y actúa en las células relacionadas con el equilibrio.
En ocasiones hay que recurrir a un tratamiento quirúrgico, realizando una neurectomía vestibular (una sección del nervio vestibular) o una laberintectomía. Se cree que la neurectomía vestibular es la técnica más eficaz en casos extremos en los que se producen crisis de vértigo con caídas (trastorno de Tumarkin) y para enfermedad de Ménière incapacitante. La laberintectomía es el método quirúrgico más antiguo para tratar la enfermedad y hoy en día se limita a pacientes de edad avanzada. La técnica se puede asociar con implantación coclear en caso de hipoacusia profunda en los dos oídos.
El diagnóstico y tratamiento de la enfermedad se realiza en función de los síntomas que se presenten durante la enfermedad.
Entre las pruebas complementarias para el diagnóstico son: tomografía computarizada, resonancia magnética, estimulación calórica (exámenes de reflejos de los ojos), estudios de potenciales evocados, audiometría, pruebas vestibulares, electrococleografía, entre otras pruebas.
Entre los factores que aumentan el riesgo de padecer la enfermedad de Ménière están: el consumo de alcohol, alergias, traumatismo craneal, antecedentes familiares, tabaquismo, enfermedad viral reciente, infección de oídos, estrés y migrañas, entre otros.
Entre las complicaciones de la enfermedad de Meniére están:
La enfermedad de Ménière pertenece a la especialidad de otorrinolaringología, que es la parte de la medicina especializada en el diagnóstico y tratamiento de las afecciones del oído, nariz y garganta.
Existen dos tipos básicos de vértigo: el vértigo periférico aparece como consecuencia de un problema en el oído interno que controla el equilibrio. Éste puede ser causado por efecto de ciertos medicamentos, haber sufrido una lesión (como un traumatismo craneal) o presentar una inflamación o presión en el nervio vestibular.
Por el contrario, el vértigo central es un problema cerebral. Puede ser causado por alguna enfermedad vascular, el consumo de ciertos fármacos, padecer migraña, esclerosis múltiple, haber sufrido un accidente cerebrovascular, o como causa de un tumor.
La neuritis vestibular es un trastorno del sistema vestibular, la parte del oído interno que ayuda a controlar el equilibrio. Es causada frecuentemente por un virus que daña el nervio vestibular, que manda mensajes de movimiento y equilibrio entre el oído interno y el cerebro.
La laberintitis es una inflamación del laberinto, estructura del oído interno responsable del equilibrio.
La rehabilitación vestibular es un tratamiento para el trastorno vestibular periférico unilateral que ayuda a mejorar el vértigo, el equilibrio y la movilidad.
Es la capacidad que nos permite ser consciente del movimiento muscular y de la postura. El sentido cinestésico ayuda a controlar actividades como pararse, caminar, pasear, agarrar un objeto y hablar.
Bibliografía