La enfermedad de Meniere, también conocida como síndrome de Meniere o Hidrops endolinfático, es un trastorno del oído interno que afecta el equilibrio y la audición caracterizado por una sensación anormal que provoca episodios en los cuáles se siente que se está dando vueltas (vértigo). Además, existe asociada una pérdida de la audición por momentos que después se pierde de forma gradual y finalmente por completo (puede manifestarse en uno o ambos oídos), los pacientes escuchan ruidos, zumbidos, repiqueteo en el oídos (tinnitus) y, a veces, tienen la sensación de inflamación o presión en el mismo.
En la mayoría de los casos, afecta a un sólo oído pudiendo presentarse a cualquier edad, pero suele aparecer entre los 20 y los 50 años. Es más frecuente en mujeres que en hombres y alrededor de 100.000 personas pueden desarrollarla cada año. Es una enfermedad común que, si no se trata adecuadamente, puede ser grave.
No se conocen tipos de la enfermedad de Meniére. Pero si se pueden mencionar los estadios:
Se desconoce la causa exacta de la enfermedad de Ménière. Los canales semicirculares (laberinto) llenos de líquido del oído interno, junto con el octavo par craneal, controlan el equilibrio y el sentido de orientación.
La enfermedad de Menière implica una inflamación de la parte del canal (saco endolinfático) que controla la filtración y excreción del líquido del canal semicircular. Aunque en algunos casos, puede estar relacionada con infección del oído medio (otitis media), sífilis o lesión de la cabeza. También que puede haber una implicación genética.
Los signos y síntomas de la enfermedad de Ménière son: episodios recurrentes de vértigo (sensación anormal de movimientos de la persona o del ambiente), pérdida de la audición (hipoacusia), ruidos o zumbido de oídos (tinnitus o acúfenos), sensación de inflamación en el oído, presión en el oído, mareos, náuseas, vómitos, sudoración y movimientos incontrolables del ojo.
No existe una cura para la enfermedad de Ménière, pero sí una gran cantidad de tratamientos que pueden ayudar a reducir la gravedad y la frecuencia de los episodios de vértigo. Algunos conservadores, otros agresivos, que tienen como objetivo controlar la crisis aguda del vértigo.
Se recomienda seguir una dieta baja en sal y eliminar líquidos, ya que, al acumularse en el oído interno puede producir el vértigo. Si no resulta efectivo hay que acudir a un tratamiento médico.
Existen diferentes fármacos que se pueden indicar, pero que van a depender de las características del paciente, como son, diuréticos, Betahistina o antagonista del calcio y los protectores oculares frente a agentes tóxicos locales (trimetazidina).
La mayoría de los pacientes mejoran con un tratamiento médico y una dieta adecuada. Cuando no es así, se debe realizar un tratamiento con dexametasona intratimpánica o con gentamicina intratimpánica, que es un antibiótico que se inyecta a través del tímpano, pasa al oído interno y actúa en las células del equilibrio.
Otras veces hay que recurrir a tratamiento quirúrgico, según exista o no audición, realizando una neurectomía vestibular (una sección del nervio vestibular consigue un control del vértigo de un 85-95% con un riesgo de hipoacusia neurosensorial mínima), o una laberintectomía, indicado a pacientes que presentan una hipoacusia con audición no útil en el oído enfermo y crisis de vértigos que no se controlan con los tratamientos médicos. Este tratamiento lleva a una pérdida completa de la audición y el control del vértigo es casi al 100%.
El diagnóstico y tratamiento de la enfermedad se realiza en función de los síntomas que se presenten durante la enfermedad.
Entre las pruebas complementarias para el diagnóstico son: tomografía computarizada, resonancia magnética, estimulación calórica (exámenes de reflejos de los ojos), los resultados anormales indican la presencia de la enfermedad, estudios de potenciales evocados, audiometría, pruebas vestibulares, electrococleografía, hidrops endolinfático, entre otras pruebas.
No se conocen factores desencadenantes para la enfermedad de Meniére.
Entre los factores que aumentan el riesgo de padecer la enfermedad de Menière están: el consumo de alcohol, alergias, traumatismo craneal, antecedentes familiares, tabaquismo, enfermedad viral reciente, infección de oídos, estrés, migrañas, etc.
Entre las complicaciones de la enfermedad de Meniére están:
La enfermedad de Ménière no se puede prevenir. Pero si se pueden realizar algunos procesos para reducir al mínimo los efectos de esta enfermedad, como son:
La enfermedad de Meniére pertenece a la especialidad de otorrinolaringología, que es la parte de la medicina que se especializa en trastornos del oído, nariz y garganta. Se ocupa de diagnosticarla y tratarla.
Existen dos tipos de vértigo: Vértigo periférico, es un problema en la parte del oído interno que controla el equilibrio. Éste puede ser causado por ingerir ciertos medicamentos, haber sufrido una lesión (como un traumatismo craneal), presentar una inflamación o presión en el nervio vestibular. Y vértigo central, que es un problema en el cerebro. Este tipo puede ser causado por alguna enfermedad vascular, el consumo de ciertos fármacos con alcohol, padecer migraña o esclerosis múltiple, tener convulsiones, haber sufrido un accidente cerebrovascular, o tener algún tumor.
La neuritis vestibular es un trastorno del sistema vestibular, la parte del oído interno que ayuda a controlar el equilibrio de nuestro cuerpo. Es causada frecuentemente por un virus que daña el nervio vestibular, que manda mensajes de movimiento y equilibrio entre el oído interno y el cerebro.
La laberintitis es causada por una inflamación del oído interno, región donde se ubica una estructura llamada laberinto, responsable del equilibrio.
La rehabilitación vestibular es un tratamiento para el trastorno vestibular periférico unilateral que ayuda a mejorar el vértigo, el equilibrio y la movilidad.
Es la capacidad que nos permite ser consciente del movimiento muscular y de la postura. El sentido cinestésico ayuda a controlar actividades como pararse, caminar, pasear, agarrar un objeto y hablar.