La primavera es una época del año proclive a la aparición de determinas enfermedades. El aumento de las horas de luz, la temperatura y la irrupción generalizada de alérgenos vegetales, entre otros, son elementos que propician la aparición de patologías con un claro patrón estacional.
Las enfermedades alérgicas, catarros y determinadas infecciones suelen ser más comunes con la entrada de la primavera.
Con la floración y la polinización de las plantas se produce un aumento de las afecciones alérgicas, una de las enfermedades de primavera más comunes. Las partículas de polen son uno de los principales causantes de reacciones alérgicas. En España, unos 8 millones de personas se enfrentan cada primavera a las reacciones alérgicas frente al polen. Además, la contaminación ambiental (muy presente en las grandes ciudades) puede favorecer la acción alérgica del polen.
Las reacciones alérgicas pueden afectar a diversos órganos y tejidos del organismo, especialmente a las vías respiratorias. De este modo, pueden aparecer afectaciones como:
El asma es una enfermedad respiratoria crónica que cursa con problemas y dificultades para respirar, autoescucha de sibilancias y tos. Suele aparecer en forma de crisis cuando se produce la inflamación de los bronquios. En primavera suele haber más crisis, por la mayor presencia de polen y otros alérgenos en los pacientes sensibilizados a los mismos.
La faringitis, laringitis, sinusitis y otras afectaciones de tipo alérgico también suelen ser consecuencia de la presencia de polen y otros alérgenos. Los síntomas suelen afectar al tracto respiratorio y a los ojos, con lagrimeo, mucosidad, tos, estornudos y malestar general, entre otros.
En el caso de la conjuntivitis alérgica, se produce una afectación de tipo inflamatorio de la superficie ocular. Suele cursar con picor, lagrimeo, enrojecimiento, fotofobia y sensación de tierra en los párpados. Es característica la formación de papilas en la conjuntiva e inflamación en los márgenes de la córnea, produciendo una queratoconjuntivitis alérgica. También que puede ir asociada a síntomas de las vías respiratorias altas.
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La astenia primaveral conlleva una sensación de debilidad y falta de energía física y mental que puede repercutir negativamente en el rendimiento y la calidad de vida de las personas afectadas. Suele manifestarse durante la primavera y se engloba dentro de los trastornos afectivos estacionales.
Suele aparecer al inicio de la primavera, asociada a las típicas oscilaciones de temperatura, presión atmosférica y humedad. También influye el aumento de las horas de luz solar y su relación con el sistema endocrino. Además, se señala un posible componente inmunológico relacionado con la alergia, así como factores víricos.
Con la llegada del buen tiempo, los microorganismos se reproducen con más facilidad. Esto comporta que las enfermedades de la piel causadas por hongos y bacterias experimenten una proliferación durante la primavera.
A modo preventivo, es recomendable hidratar y proteger la piel para evitar heridas que puedan ser utilizadas por los microorganismos. Además, se deben tomar precauciones higiénicas en vestuarios y duchas comunes.
Por otro lado, para proteger la piel no hay que olvidar utilizar protector solar cuando se realizan actividades al aire libre. Aunque todavía no se note como en verano, el sol puede producir quemaduras en la piel.
Si bien su momento álgido es el verano, con el aumento de las temperaturas y la humedad que se produce en primavera, los microorganismos también proliferan en los alimentos con más facilidad. El ejemplo más típico es el de la Salmonella. Es importante extremar la higiene en la cocina y al manipular los alimentos. También es preciso lavar los vegetales que se van a ingerir crudos.
Los síntomas más frecuentes en las toxiinfecciones alimentarias son fiebre con vómitos, diarrea y malestar general.
Las oscilaciones en las temperaturas propios de la primavera predisponen a los enfriamientos. Además, también se suele producir una mayor interacción social, por lo que hay más probabilidades de contraer un resfriado.
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En los niños también suele haber enfermedades con un patrón estacional. En primavera, igual que en los adultos, el aumento del polen produce un incremento en la incidencia del asma y otras afecciones alérgicas. También suelen proliferar en esta época algunas enfermedades infecciosas como la varicela.
La varicela en una enfermedad infecciosa que cursa con fiebre y erupciones papulovesiculares, con lesiones en forma de vesículas con un halo rojizo. Estas erupciones suelen ir acompañadas con un importante picor.
Si bien la utilización generalizada de mascarilla por la pandemia de la COVID-19 ha hecho disminuir de forma importante las infecciones respiratorias, la primavera suele ser una época propicia para su proliferación, especialmente en niños. Ejemplos de ello son las amigdalitis y faringitis. Suelen estar causadas por bacterias de tipo estreptococo. La infección se disemina por contacto de persona a persona.
Los catarros e infecciones con afectación del aparato espiratorio suelen ser más comunes en invierno, si bien la primavera también es una época propicia. Los cambios bruscos y oscilaciones de temperatura pueden favorecer su aparición.
Aunque en tiempos de covid cualquier síntoma catarral hace saltar todas las alarmas, los catarros suelen ser cuadros banales, sin la importancia que pueden presentar los cuadros gripales o la propia covid.
Por otro lado, en primavera también suele ser común que se confundan los síntomas del catarro con los de la alergia. Para diferenciarlos, los cuadros alérgicos suelen cursar con rinitis (congestión nasal con mucosidad, estornudos y picor de nariz), pero también conjuntivitis (picor ocular y lagrimeo) y afectaciones de la piel. Es destacable que la alergia nunca da fiebre ni alteración de la temperatura corporal, por lo que cuando estas se producen es indicativo de infección.