Un 1% de los niños menores de 14 años están diagnosticados de epilepsia. Es una enfermedad crónica neurológica que puede afectar a niños y adultos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el mundo hay 50 millones de personas que padecen epilepsia: es uno de los trastornos neurológicos más comunes.
¿Qué es la epilepsia?
Actualmente sabemos que la epilepsia se caracteriza por crisis producidas por descargas de impulsos desordenados y generalizados de las neuronas. Son provocadas por alteraciones en el equilibrio de los neurotransmisores (sustancias que transmiten señales entre neuronas).
Los griegos ya describían la epilepsia como una enfermedad divina o sagrada (morbus divinus o morbo sacro) ya que pensaban que sólo un dios podía ser capaz de tirar a las personas al suelo y producirles convulsiones. Según la mitología griega, Hércules padecía epilepsia y se la llamó, también, la “enfermedad de Hércules”. Hipócrates no compartía esa visión mágica y la llamó Gran Enfermedad (morbus maior). Los romanos pensaron que era una enfermedad contagiosa y la llamaron morbus comiciales, por el hecho de que, si una persona presentaba una crisis en un comicio, éste se suspendía y se purificaba para evitar el contagio. En la Edad Media, los epilépticos corrían con peor suerte, ya que se pensaba que estaban poseídos por espíritus o demonios.
¿La epilepsia se hereda?
Hay tipos de epilepsia con una carga hereditaria muy clara. Hay muchos genes implicados. En otros tipos, la herencia no es tan evidente y la aparición de epilepsia puede ser debida a múltiples factores. Es importante tener en cuenta los antecedentes familiares en la evaluación del niño.
Tipos de epilepsia
Existen dos grandes tipos de epilepsia según el tipo de crisis que produzcan. A su vez, estas se pueden subdividir en idiopáticas (no sabemos la causa de la epilepsia) o criptogenéticas o sintomáticas (dónde existe una causa orgánica o lesión que justifica la epilepsia).
- Crisis focales o parciales: se inicia en una parte localizada del cerebro, donde las neuronas empiezan a tener una actividad desordenada. En función de la región cerebral afectada (foco epiléptico) tendrán diferentes manifestaciones clínicas o tipos de crisis. Pueden acompañarse, o no, de pérdida de conocimiento. Pueden ser de varios tipos:
- Crisis epiléptica focal simple: el niño presenta síntomas motores que producen sacudidas rítmicas de una parte del cuerpo durante segundos o minutos.
- Crisis epiléptica focal compleja: el niño presenta movimientos rítmicos de una parte del cuerpo y pierde el conocimiento, pero sin perder el tono muscular, es decir, se puede quedar inmóvil sin responder varios segundos o unos pocos minutos y se acompaña de movimientos automáticos con la boca, con las manos. El conocimiento se recupera poco a poco y queda con un estado de confusión mental que dura varios minutos.
- Crisis focal con generalización secundaria: sucede cuando una crisis epiléptica parcial simple o compleja se extiende desde el foco epiléptico a toda la superficie cerebral.
- Espasmos epilépticos: Aparecen en lactantes. Consisten en una flexión o extensión brusca del cuerpo y de la cabeza durante 1 a 5 segundos. Son muy graves y de difícil control.
- Crisis generalizadas: empiezan a la vez en todas las áreas del cerebro, por lo tanto, todas las neuronas realizan descargas de impulsos desordenados. Esto conlleva, irremediablemente, a una pérdida de conocimiento. Pueden ser de varios tipos:
- Crisis de ausencias: el niño permanece absorto e inmóvil con el conocimiento perdido y con la mirada fija durante 10 a 15 segundos. Pueden producirse movimientos oculares y parpadeo de otras partes del cuerpo. La recuperación es muy rápida y muchas veces pasan desapercibidas por su brevedad. Se repiten con mucha frecuencia, a veces varias en el día, por lo que pueden ser una causa de bajo rendimiento escolar.
- Crisis mioclónica: el niño presenta una sacudida brusca de todo el cuerpo o bien de una parte, sobre todo de los miembros superiores, que provocan una caída al suelo.
- Crisis atónica: el niño cae de forma brusca por pérdida del tono muscular y de la conciencia durante muy pocos segundos y se recupera de forma instantánea.
- Crisis tónico-clónica: el niño presenta una pérdida brusca de conocimiento y cae al suelo si se está de pie. Al inicio provoca rigidez de todo el cuerpo (fase tónica) y después movimientos rítmicos de todo el cuerpo (fase clónica).
En las crisis generalizadas con caída al suelo el mayor peligro es que la persona (niño o adulto) se lesione durante la caída.
¿Se conocen las causas?
La mayor parte de las epilepsias (siete de cada 10 casos) tienen una causa no conocida, sobre todo en los niños, y podrían ser atribuidas a:
- Problemas del desarrollo cerebral durante la gestación.
- Hipoxia (falta de oxígeno) durante o después del parto.
- Traumatismos craneoencefálicos.
- Tumores cerebrales.
- Encefalitis o meningitis (infecciones del sistema nervioso central).
- Antecedentes de epilepsia en la familia.
Además de los tipos de crisis, hay síndromes ya descritos con patrones muy definidos que son típicos en la infancia, como el síndrome de West o el de Lennox-Gastaut.
¿Cómo se diagnostica la epilepsia?
Tras la primera crisis convulsiva el pediatra y el neurólogo pediátrico ponen en marcha una serie de pruebas que son claves para la confirmación del diagnóstico:
- Historia clínica: es fundamental saber cómo fue la crisis, la edad de niño, en qué circunstancias, el tipo de movimientos y si perdió la conciencia. Los antecedentes familiares son fundamentales también.
- Análisis de sangre: es un estudio general importante para pautar los fármacos antiepilépticos.
- Electrocardiograma: es fundamental para descartar enfermedades del corazón relacionadas con la pérdida de conciencia.
- Electroencefalograma: es un registro de la actividad eléctrica del cerebro y que nos permite observar, objetivamente, las descargas de las neuronas. Se puede diagnosticar el síndrome epiléptico y localizar el foco.
- Pruebas de imagen (TAC o Resonancia magnética): en los casos que se sospeche alguna lesión cerebral, como un tumor o una malformación vascular.
- Estudios genéticos: en los casos que se sospeche un componente hereditario.
Medidas generales para evitar las crisis y mejorar el control de la epilepsia
Las medidas más importantes para evitar las crisis son las siguientes:
- Cumplir rigurosamente con el tratamiento pautado por el neuropediatra.
- Acudir a los controles regularmente y realizarse las analíticas pertinentes para evaluar si los niveles de fármacos anticomiciales son adecuados.
- Es importante que la familia o el adolescente anote en un calendario las crisis que va teniendo, describiendo el contexto en el que se dieron.
- Evitar factores desencadenantes como:
- Alcohol y drogas (en adolescentes).
- Dormir poco. Es importante seguir un horario regular de sueño.
- No llegar al agotamiento en cualquier actividad física.
- Evitar deportes bruscos o de riesgo.
- Evitar la hipoglucemia.
- En las adolescentes, la menstruación puede incrementar el número de crisis.
- Mirar la televisión a una distancia mínima de tres metros.
- Si el joven acude a discotecas, es aconsejable que se coloque de espaldas de los focos de luz.
- Informar al centro escolar de la enfermedad del niño.
- Comentar siempre al pediatra que el niño toma anticomiciales, ya que algunos fármacos, si se dan a la vez, pueden disminuir su eficacia.