El virus del papiloma Humano (VPH) es una familia de virus de los que existen más de 200 tipos diferentes, algunos de los cuales causan infecciones genitales. Es tan frecuente que se considera que casi todos los hombres y mujeres sexualmente activos pueden ponerse en contacto con el virus en algún momento de su vida. En determinados países, incluso, constituye la infección de transmisión sexual más frecuente.
De los 40 tipos que afectan la zona genital y anal sólo 15 se consideran de alto riesgo pues pueden llegar a desarrollar un cáncer. El resto son inofensivos o son responsables de las verrugas genitales. Los tipos que causan verrugas genitales (habitualmente los tipos 6 y 11) no son los mismos que los que pueden causar cáncer (los tipos más agresivos son los 16 y 18).
Las verrugas genitales son lesiones cutáneas elevadas, rugosas, que suelen aparecer en grupos. No son precursoras de cáncer, son de comportamiento benigno y suelen responder bien a tratamientos médicos y a veces quirúrgicos. Suelen crecer en forma de brote, y en cuanto se erradican no suelen salir más en personas sanas con un buen estado inmunitario. Se ven habitualmente en la zona genital tanto de hombres como en mujeres y, en ocasiones, mucho más raramente, en la mucosa oral.
En cuanto a los otros tipos de VPH que no son responsables de las verrugas su presencia es invisible a menos que nos realicemos una citología cervical periódicamente.
Es una sencilla prueba que se realiza de forma indolora en el contexto de una revisión ginecológica. Se le llama también Papanicolau, en referencia al doctor que la describió por primera vez. Consiste en recoger una muestra de las células que se desprenden al “cepillar” el cuello uterino. Para poder obtener esta muestra se coloca en la vagina un “espéculo”, una especie de separador de las paredes vaginales para poder acceder al cuello uterino. Y la muestra se extiende en un cristal y se remite al laboratorio donde el citólogo la analizará.
Las células cervicales obtenidas se estudian al microscopio. Si son normales, tienen los rasgos “típicos” de las células cervicales normales, pero si estas células han sido infectadas por el virus del papiloma humano pueden presentar rasgos “atípicos”, es decir, la presencia del virus en su interior puede hacer que cambie su forma y de esta manera el citólogo interpreta que estas atipias (en grado leve, moderado o severo) son sugestivas de una infección por VPH. Cuando tenemos un diagnóstico de este tipo se puede pedir una prueba de laboratorio específica para confirmar la infección vírica y si esta infección es por uno de los tipos de alto riesgo. También se puede solicitar una prueba llamada colposcopia que consiste en mirar con un microscopio el cuello uterino con la ayuda de unas tinciones que nos resaltan el tejido afectado. Si es necesario, se toma una pequeña muestra de biopsia de esa zona para confirmar si existe una lesión cervical de bajo o alto grado.
Pues dependerá del tipo de virus y de la lesión que esté ocasionando:
La transmisión es por vía sexual únicamente, pero la infección puede estar latente durante años hasta que pueda detectarse en una citología. El virus puede contagiarse por vía oral y causar cáncer orofaríngeo o amigdalar (tanto a hombres como mujeres), aunque es rarísimo, pues el órgano diana al que el virus puede hacer daño con más frecuencia es el cuello uterino. A los varones no suele afectarles y a menudo simplemente actúan de transmisores (existe una baja incidencia de cáncer de la mucosa anal en varones homosexuales).
La vacunación es muy importante porque este virus no deja inmunidad permanente cuando se contagia, pues afecta localmente a las células del cuello pasando desapercibido por nuestro sistema inmune. Por tanto, nos podemos reinfectar de nuevo tras haber limpiado una infección. La única manera de inmunizarnos correctamente es a través de la vacuna. Se escoge la edad de 12 años pues si no se han iniciado las relaciones sexuales nos aseguramos de que sea absolutamente útil, ya que la vacuna no tiene efecto terapéutico sobre una persona ya infectada, aunque tampoco le ocasionaría ningún perjuicio. Así pues, se recomienda la vacuna a cualquier edad para cualquier persona que esté en riesgo de infección.
Por tanto ¿es una infección por el virus del papiloma sinónimo de cáncer? Rotundamente NO, pero como podría llegar a serlo, ante un diagnóstico de infección conviene ponerse en manos de un especialista. Y, para prevenir, hay que hacerse los controles periódicos, vacunarse y usar preservativo en los contactos sexuales con parejas ocasionales.