La cavidad craneal es una cavidad rígida que está formada por masa encefálica y líquido cefalorraquídeo principalmente, además de sangre que se encuentra en el compartimiento arterial y venoso. Cualquier aumento del volumen de la cavidad craneal, el cual es inextensible una vez cerradas las fontanelas y las suturas de los huesos craneales, aumentará la presión intracraneal por encima de los valores normales.
La presión intracraneal es la que ejerce sobre la duramadre del cerebro los elementos intracraneales. Su rango normal es de 10 mmHg o inferior; al aumentar, una parte del volumen encefálico es flexible y se puede reducir para intentar compensar el aumento de la presión, pero de forma limitada, originando una serie de síntomas y síntomas neurológicos agudos.
Se considera que la elevación mantenida durante al menos 10 minutos por encima de los 20 mmHg es hipertensión intracraneal y causante de daño neuronal. Existe una escala de valoración del grado de hipertensión intracraneal:
Tienen riesgo de aumento de presión intracraneal aquellas personas que presenten algunas de las enfermedades nombradas a continuación:
Al producirse el aumento de la presión intracraneal, se producen una serie de ajustes como:
La hipertensión intracraneal puede ocasionar alteraciones en la microcirculación con edema perilesional, en el caso de lesiones que ocupan espacio, como tumores o sangre, así como también condiciona herniaciones para compensar espacialmente; en última instancia disminuye la perfusión cerebral induciendo la isquemia o muerte cerebral.
La gravedad de los síntomas depende de la causa de la hipertensión intracraneal, ya que no es igual un proceso crónico como, por ejemplo, una hidrocefalia, en la que los síntomas son de inicio insidioso que pueden evolucionar durante meses o años a una hemorragia cerebral que lleva all paciente en minutos a un deterioro del estado neurológico para culminar en coma profundo y parada cardiorrespiratoria.
Existen tres manifestaciones clásicas comunes a todos los tipos de hipertensión intracraneal que son; cefalea, vómitos y papiledema (inflamación del nervio óptico en el interior del ojo), en ancianos se puede observar, además, falta de atención, apatía, falta de concentración, cambios psíquicos, irritabilidad, deterioro neurológico, somnolencia y lentitud mental.
Se pueden dividir los síntomas según su aparición en:
INICIALES:
AVANZADOS:
Ante la sospecha de encontrarnos con un paciente que presente hipertensión endocraneal, se deben realizar pruebas diagnósticas como lo tomografía axial computarizada, resonancia magnética cerebral y, si no hay peligro por herniación, se puede realizar una punción lumbar que servirá para el estudio del líquido cefalorraquídeo y, a su vez, ayudará a disminuir la presión intracraneal.
El tratamiento se basa en la implantación de medidas generales para mantener el equilibrio en el cuerpo, y en medidas específicas según sea la causa del aumento de la presión intracraneal. Como medidas generales a tomar, se debe mantener la vía aérea permeable y usar sedación y analgesia, si el especialista lo considera necesario. Se debe atender correctamente la presencia de baja saturación de oxígeno, fiebre, anemia, trastornos electrolíticos o elevación de la glucosa.
Por último, en pacientes con patologías crónicas que elevan la presión intracraneal, se puede optar por la vía quirúrgica al colocar una derivación ventrículo-peritoneal o lumboperitoneal para desviar el exceso de líquido cefalorraquídeo a otras partes del cuerpo, como puede ser el abdomen.