Además del envejecimiento cronológico normal, la piel puede sufrir algún grado de fotoenvejecimiento causado por la radiación solar.
El fotoenvejecimiento es el deterioro de las estructuras de la piel causado por las radiaciones solares. La exposición prolongada y habitual a los rayos del sol puede causar el deterioro del colágeno, la elastina y otros componentes que dan estructura a la piel.
Las radiaciones que pueden causar fotoenvejecimiento en la piel incluyen tanto la radiación ultravioleta, como la infrarroja e, incluso, la luz visible:
Con el paso del tiempo, la piel pierde su capacidad de reparar las lesiones que sufre a causa de las radiaciones solares, por lo que el fotoenvejecimiento puede llegar a ser irreversible. Arrugas, flacidez, sequedad y manchas son las principales y más evidentes consecuencias del fotoenvejecimiento. Además, la piel puede sufrir efectos más perjudiciales como quemaduras solares y cáncer de piel si no se llevan a cabo las medidas preventivas adecuadas.
Los signos del fotoenvejecimeinto se hacen más visibles en las zonas del cuerpo más expuestas al sol. De este modo, el fotoenvejecimiento facial, del cuello, el escote, el cuero cabelludo y los brazos son los más habituales. Los signos más comunes incluyen:
Para combatir el fotoenvejecimiento la mejor estrategia es la prevención. Dado que las lesiones producidas por la radiación solar son acumulativas, es importante establecer medidas de prevención desde la infancia. La reducción de la exposición al sol y una protección eficaz de la piel son elementos fundamentales para minimizar los efectos del fotoenvejecimiento.
De este modo, reducir el tiempo de exposición al sol, la utilización de barreras físicas −incluyendo prendas de vestir, sombreros y gafas de sol− y el uso frecuente de protectores solares con un elevado factor de protección son las acciones más sencillas y útiles contra el fotoenvejecimiento. Esto es todavía más importante en el caso de fototipos de piel con mayor riesgo (pieles claras), horas y días con una mayor radiación ultravioleta y una exposición al sol en altitudes elevadas, entre otros factores.
Como se ha dicho, el fotoenvejecimiento es acumulativo e irreversible. Sin embargo, existen tratamientos dirigidos a reducir algunos signos del envejecimiento de la piel que pueden resultar útiles. Entre ellos se encuentran el peeling químico, la aplicación de tratamientos con láser y la terapia lumínica de baja intensidad.
También puede ser positiva la infiltración de ácido hialurónico u otras sustancias estimuladoras de la formación de colágeno o el uso de cremas con agentes despigmentantes, antioxidantes y con principios activos como el retinol y el ácido hialurónico. Estas pueden contribuir a mejorar la consistencia y apariencia de la piel.
No hay que olvidar la utilización de un filtro solar adecuado y que puede además aportar a la piel antioxidantes y enzimas que eviten los efectos nocivos de la radiación ultravioleta sobre el ADN de las células. En algunas ocasiones además puede estar indicado añadir al tratamiento antioxidantes por vía oral, sustancias que reparan el ADN nuclear dañado por la radiación ultravioleta y sustancias que eliminan las células ya dañadas para evitar que evolucionen hacia la malignización. Estas sustancias incluyen el polypodium leucotomus, la espermidina y la pirroloquinolina quinona. En la mayoría de los casos una combinación de tratamientos nos darán los mejores resultados para obtener una piel más sana y bella.
En caso de historia familiar con melanoma u otro cáncer de piel, o cuando aparecen lesiones cutáneas nuevas con sospecha de que puedan ser precancerosas, es importante consultar siempre con el dermatólogo para que pueda realizar un diagnóstico temprano y establezca un tratamiento que evite de forma efectiva su progresión.
Los tratamientos y los controles de la evolución del fotoenvejecimiento deben realizarse por el dermatólogo.