Estamos ante el tumor maligno más frecuente de todos los que aparecen en los seres humanos, aunque suele crecer e invadir la piel sin provocar metástasis a distancia. Afecta en general a personas mayores con piel blanca y ojos claros, que han pasado muchas horas al sol por su trabajo o sus aficiones (playa, golf, camping). En general su solución es la extirpación mediante cirugía.
Se distinguen diferentes tipos:
Existe un síndrome llamado Gorlin que se hereda de padres a hijos, y comporta el desarrollar carcinomas basocelulares múltiples. Además, los pacientes presentan una cara peculiar, con cejas muy pobladas, y quistes en la mandíbula. Es importante detectar a las familias con Gorlin para llevar un control estricto.
El tratamiento está basado en la cirugía con extirpación del tumor con márgenes correctos. Debe asegurarse un buen resultado estético, porque muchos aparecen en zonas visibles de la cara. Para los tipos infiltrantes, o cuando el tumor ha vuelto a aparecer tras una primera extirpación incompleta, existe una técnica denominada cirugía micrográfica de Mohs que asegura la curación en prácticamente el 100% de los casos. Mediante esta técnica, el tumor va extirpándose por capas que son inmediatamente analizadas al microscopio, y se repiten etapas hasta asegurar que todos los márgenes de la extirpación no tienen células tumorales. Al acabar, se procede a la reconstrucción del defecto obtenido mediante cierre directo, movimientos de piel, o injertos. Una cirugía de Mohs puede ser larga en función de lo invasivo y extendido que esté el carcinoma, pero el paciente podrá irse a su casa totalmente curado.
En casos no operables es posible utilizar radioterapia. También existe una quimioterapia llamada vismodegib para los carcinomas basocelulares múltiples, gigantes o no operables. Su precio elevado hace que en todos los casos deba ser administrada por el sistema nacional de salud.
Las medidas preventivas del carcinoma basocelular se basan en una correcta protección solar y en la detección precoz mediante autoexploración o visita al dermatólogo. El paciente de riesgo debe ser entrenado para reconocer los signos precoces del carcinoma, y acudir a su dermatólogo para diagnóstico. Un crecimiento nuevo en la piel, que forma costras o sangre, o una herida que no cura en un área expuesta al sol suelen ser los signos más típicos del carcinoma basocelular.