El tratamiento del cáncer de colon consiste en la aplicación de todos aquellos procedimientos destinados a conseguir la curación, disminuir los síntomas producidos por el tumor, y aumentar la calidad y esperanza de vida del paciente que lo padece. Para ello, intervienen varios especialistas médicos que, en conjunto, organizan el tratamiento integral del paciente (oncólogo, cirujano, especialista en medicina digestiva, médico de familia, etc.).
El tratamiento del cáncer de colon comprende las siguientes medidas:
Con ella se aborda la extirpación del tumor o de parte del intestino grueso donde esté localizado el tumor (colectomía o hemicolectomía), la extirpación de metástasis (crecimiento de lesiones tumorales en sitios diferentes del cuerpo, por ejemplo, en el hígado), o para solventar complicaciones derivadas de la progresión del tumor (por ejemplo, una obstrucción intestinal).
Según la extensión y características del tumor se realiza la indicación de uno u otro tratamiento. En general, para tumores con extensión local, se utiliza siempre la cirugía y, dependiendo de la localización y del estadío concreto del tumor (clasificación de su extensión), se aplica quimioterapia y/o radioterapia.
En la enfermedad avanzada, se utilizan los tratamientos de forma siempre paliativa: cirugía para resección de metástasis o solución de complicaciones derivadas del tumor, y quimioterapia o radioterapia, para mejorar o aumentar la calidad de vida del paciente y reducir los síntomas.
El tratamiento del cáncer de colon se realiza con fines curativos (conseguir erradicar el tumor) y/o paliativos (mejorar de los sÍntomas que produce el tumor).
Los riesgos del tratamiento para el cáncer de colon son los específicos de cada técnica o fármaco aplicado:
Según el tipo de tratamiento a aplicar, el médico le especificará al paciente si debe realizar algún tipo de preparación concreta.
El paciente deberá firmar un consentimiento informado en el que se le explique el tratamiento, sus riesgos y alternativas.
Igualmente, el paciente deberá informar al médico de las posibles enfermedades que padezca, alergias a medicamentos o tratamientos crónicos que tome. También de si es portador de marcapasos o de alguna prótesis.
Antes de la cirugía, se le realizará un estudio preanestésico con radiografía de tórax, analítica de sangre y electrocardiograma, que será evaluado por el médico anestesista. Deberá mantener un ayuno de 8 horas antes de la intervención.
No deberá portar elementos metálicos para la realización de la cirugía o aplicación de radioterapia.
Antes de la administración de cada ciclo de quimioterapia, el médico evaluará cómo están las defensas del paciente y si tiene anemia (falta de glóbulos rojos). Determinará así, si se le puede administrar la siguiente dosis.
Después de cada tratamiento el paciente necesitará “recuperar fuerzas”. Los tratamientos son agresivos y no están exentos de efectos secundarios. Estos pueden presentarse en cualquier etapa del tratamiento y persistir incluso cuando ya se haya finalizado. Todos los efectos secundarios son valorados y tratados de forma específica por el médico oncólogo y el médico de familia.
Habitualmente, los efectos secundarios y la recuperación tras la quimioterapia y la radioterapia suelen estar acotados en el tiempo y desaparecer. La repercusión más importante y definitiva que puede presentarse se dará tras la cirugía, ya que, después de extraer el tumor y parte del intestino grueso, el paciente deberá usar una colostomía para el desecho de las heces (bolsa externa que lleva en el abdomen pegada para recoger las heces, que salen por un orificio en su pared realizado artificialmente por cirugía).
A veces, durante todo el proceso y la recuperación, el paciente precisará de apoyo psicológico que le ayudará a gestionar la enfermedad y la repercusión de esta en su vida.
El éxito del tratamiento se evaluará según el estado del paciente y los fines con los que se ha aplicado.
El médico oncólogo realizará controles con repetición de pruebas de imagen (escáner o TAC, ecografía…etc.) o control de marcadores tumorales (sustancias que aumentan en la sangre de forma más o menos específica cuando existen tumores), para ver el cambio del estado del tumor o su desaparición tras la aplicación de los tratamientos. Después de la cirugía, se recomendará realizar una colonoscopia al año y, posteriormente, cada 2 – 3 años.
Los resultados de estos controles le serán explicados al paciente en las sucesivas consultas de revisión con el oncólogo.
La causa de todos los tumores del cuerpo es una mutación, o alteración del material genético de una célula, que hace que empiece a multiplicarse sin control. Sin embargo, hay factores que pueden ayudar a que se desencadene. Factores ambientales y clínicos que pueden influir en su desarrollo:
La detección del cáncer de colon se realiza con el estudio de:
Los marcadores tumorales (sustancias que pueden ayudar al diagnóstico, seguimiento y control post-tratamiento del cáncer de colon), son el CEA y el CA 19.9 determinados en una analítica de sangre.
La prevención del cáncer de colon se puede realizar modificando los factores ambientales que pueden favorecer que se desencadene la enfermedad, por ejemplo con una adecuada alimentación.
En la población general se aconseja seguir una dieta normocalórica, baja en grasas saturadas, rica en fibras, frutas, verduras, legumbres y donde no abunde el consumo de carnes rojas. Evitar el consumo de tabaco y el alcohol. Puede ejercer un efecto protector la ingesta de vitaminas antioxidantes (vitamina A, C y E), betacarotenos, ácido fólico, calcio y selenio. Se debe hacer ejercicio físico evitando el sedentarismo.
La influencia genética no se puede modificar. Las personas con antecedentes familiares de cáncer de colon, deben realizarse los controles preventivos de diagnóstico precoz establecidos (colonoscopias periódicas).
Los pacientes que padezcan enfermedades inflamatorias intestinales deben seguir, igualmente, un control médico y los tratamientos adecuados para prevenir la posible aparición de cáncer de colon.