El tratamiento del cáncer de mama consiste en la aplicación de una serie de procedimientos con el fin de curar la enfermedad, reducir el tamaño del tumor y disminuir los síntomas, aumentando con ello la esperanza y calidad de vida de la paciente.
Los tratamientos que se pueden aplicar son:
La indicación de la combinación y pautas de aplicación de los distintos tratamientos viene dada por la extensión que tenga el tumor, sus características y la afectación de distintas partes del organismo por él. Según el estudio diagnóstico de esa extensión, se realiza una clasificación llamada TNM (hace referencia a Tumor, Nódulos, Metástasis).
En general, en fases muy precoces del cáncer de mama, está indicada la cirugía con radioterapia y, si el tumor tiene receptores hormonales, hormonoterapia.
En fases algo más avanzadas pero todavía tempranas, se realiza también cirugía (mastectomía), acompañada frecuentemente de la extirpación de los ganglios linfáticos. La quimioterapia se administra antes de la cirugía en tumores de mayor tamaño y después de la cirugía casi siempre. Después de la quimioterapia, se aplicará hormonoterapia o anticuerpos monoclonales, según el tipo de tumor.
En los estadíos avanzados de la enfermedad, se trata con hormonoterapia y anticuerpos monoclonales, según las características del tumor, más quimioterapia. Se administrará radioterapia paliativa en casos de metástasis óseas.
Los distintos protocolos de tratamiento que existen, y a los que se someten las pacientes según el grado de afectación del organismo por el tumor, se aplican con un fin curativo, siempre que sea posible, o paliativo, cuando no se puede conseguir la eliminación completa del tumor, pero se intenta disminuir su progresión y aliviar los síntomas.
Los riesgos del tratamiento del cáncer de mama son los específicos de la aplicación de cada procedimiento (operación del cáncer de mama o mastectomía, quimioterapia, radioterapia…etc).
A parte de los distintos riesgos más concretos de cada técnica, vale la pena resaltar dos consecuencias o efectos secundarios importantes que pueden padecer las pacientes. Por un lado, la necesidad, si así lo desean, de realizarse una reconstrucción mamaria después de la extirpación de parte o todo su seno. Y por otro, la posible aparición, si se han extirpado los ganglios linfáticos de la axila, de un linfedema (acumulación de líquido en los tejidos blandos) en el brazo.
Para cada tipo de terapia hay un manera diferente de preparación. El médico explica antes de su aplicación, todos los términos de preparación para cada tratamiento.
Un requerimiento común para todos los procedimientos es que la paciente debe firmar un consentimiento informado en el que se le explica el tratamiento, sus riesgos y alternativas.
Igualmente, la paciente debe informar al médico de si padece alguna otra enfermedad, la posibilidad de padecer alergias a medicamentos, o si toma fármacos de forma crónica. Debe comunicar también si es portador de marcapasos o de alguna prótesis.
Antes de la cirugía, el médico anestesista evalúa a la paciente y se le realiza un estudio preanestésico con radiografía de tórax, analítica de sangre y electrocardiograma.
La paciente debe mantener un ayuno de 8 horas antes de la intervención, y no debe portar elementos metálicos para la realización de la cirugía o aplicación de radioterapia.
Antes de la administración de la quimioterapia, se le realiza a la paciente una analítica de sangre para valorar cómos están sus defensas o si tiene anemia.
Durante el tratamiento y después de él las pacientes pueden sufrir cambios tanto en su imagen corporal como en su estilo de vida en todos los niveles (laboral, de pareja…etc.). Dentro de la recuperación, tras el tratamiento del cáncer de mama, han de tenerse en cuenta estas secuelas físicas y también psicológicas producidas en las pacientes.
Por ello, en el periodo de recuperación se considera la aplicación de tratamientos fisioterápicos para la recuperación física, así como estéticos como la reconstrucción mamaria. A nivel psicológico es importante que la paciente realice un seguimiento con profesionales durante todo el proceso si así lo precisa.
El médico oncólogo realiza el seguimiento y ve la evolución y éxito del tratamiento aplicado. Para ello se le realizan a la paciente pruebas de imagen diagnósticas de forma periódica y, en ocasiones, análisis de sangre con determinación de marcadores tumorales (sustancias que aumentan en la sangre en presencia del tumor).
En general, después del finalizar el tratamiento, se realizan controles cada 6-12 meses durante 5 años y a continuación anualmente. La paciente se hace una mamografía cada 12 meses, o cada 6-12 meses post radioterapia, si se conserva la mama. Durante 5 años tras el tratamiento, las mujeres de 50 años o mayores continúan realizándose las mamografías que se efectúan dentro del programa de cribado, o diagnóstico precoz del cáncer de mama, llevado a cabo por las comunidades autónomas. Las mujeres de edad inferior a 50 años continúan con mamografía anual hasta su inclusión en el programa de cribado.
En el 80% de los casos no se identifica un factor causal aparente, se cree que tiene un origen multifactorial. Hay una serie de factores de riesgo identificados como:
El cáncer de mama se detecta mediante la realización de:
Los marcadores tumorales (sustancias que aumentan de forma específica si se desarrolla un tumor), que se determinan en una analítica de sangre para la ayuda en el diagnóstico y control después del tratamiento de un cáncer de mama, son el CEA y CA 15.3.
El cáncer no se puede prevenir pero sí se puede influir en los factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar un cáncer de mama a lo largo de la vida como: