Cuidado con el impétigo, pues es contagioso por contacto directo o a través de objetos compartidos. Se trata de una infección superficial de la piel, frecuente en niños, pero que también verse en personas mayores con defensas bajas (inmunodepresión), aunque es más raro. Las formas más frecuentes de impétigo están producidas por bacterias sensibles a los antibióticos, y se curan con facilidad cuando se diagnostican y tratan correctamente.
Clásicamente se distinguen dos formas clínicas: el impétigo contagioso y el impétigo ampolloso, porque están provocados por bacterias diferentes y porque tienen un aspecto clínico relativamente característico. A la hora de la verdad y del tratamiento, las diferencias no son importantes.
La distinción entre los dos tipos de impétigo no suele cambiar el tratamiento. Habitualmente es suficiente con tratar las lesiones con una pomada antibiótica (mupirocina o ácido fusídico, generalmente), aunque en casos más graves o extensos puede llegar a ser necesario dar antibióticos por vía oral (en jarabes o pastillas). También es importante la higiene con jabones antisépticos, y limpiar las costras con una solución desinfectante. Muy rara vez los niños con impétigo tienen fiebre u otros síntomas generales, salvo el prurito.
Al ser muy contagioso, quien lo sufre debe extremar la higiene y evitar el contacto directo o a través de las toallas o pañuelos, para no contagiar a otros niños. Es causa de baja escolar en colegios y guarderías hasta que se trata y deja de ser contagioso.
Se trata de una complicación muy rara pero muy grave. En la glomerulonefritis las bacterias del impétigo provocan una lesión en el riñón. Puede provocar un aumento de la presión sanguínea, y aparición de hematuria (sangre en la orina). Debe sospecharse si los niños afectados por impétigo presentan cambios de color de la orina.
Es una infección de fácil diagnóstico, y tanto el pediatra como el médico de familia, o el dermatólogo pueden manejar el impétigo. Ante dudas sobre el diagnóstico puede solicitarse un cultivo de las lesiones o un análisis de sangre. El impétigo es una enfermedad de niños sanos, por lo que habitualmente no hay que descartar que el niño esté “bajo de defensas”.