Los ojos llorosos, síntoma también conocido como lagrimeo constante o epífora ocular, es un problema oftálmico relativamente frecuente y muy molesto que se caracteriza por un exceso de lágrimas en la superficie de los ojos llegando incluso a desbordarse, ya que estas no son adecuadamente drenadas por el conducto nasolagrimal que las redirige hacia la nariz.
Las causas de los ojos llorosos pueden estar originadas por circunstancias que provocan un aumento de producción de las lágrimas o por la obstrucción del conducto nasolagrimal que las drena de la superficie ocular.
Las principales son:
Para un correcto diagnóstico de los ojos llorosos hay que realizar una completa anamnesis (resumen clínico), que incluya los antecedentes familiares y personales (tanto generales como oculares), si existen alteraciones visuales o dolor, irritación, secreción nasal o estornudos, o si se está en tratamiento con fármacos que lo pudieran provocar como la Epinefrina o la Pilocarpina.
También es preciso realizar una detenida exploración física de los ojos y la nariz mediante un oftalmoscopio o mediante una de lámpara de hendidura, que es un microscopio con una luz potente para poder valorar en tres dimensiones las estructuras del ojo.
Aunque no es frecuente el uso de pruebas complementarias, de ser preciso y realizado por un oftalmólogo se puede recurrir a: pruebas de imagen como tomografía computarizada, endoscopia nasal (ver la parte interna de la nariz mediante un tubo flexible), o sondaje del conducto lagrimal para valorar si está obstruido.
En función de las causas, el tratamiento para los ojos llorosos puede ser:
Es otra forma de llamar a los ojos llorosos, son denominaciones sinónimas.
La epífora ocular es el término médico que hace referencia al lagrimeo excesivo que se produce por el desequilibrio entre la cantidad de lágrima que generan los ojos y su eliminación natural hacia la nariz por el conducto nasolagrimal.
De manera previa a acudir al oftalmólogo y si los síntomas no son muy molestos ni duraderos, se puede tratar de remediar con: adecuada higiene y lavado de ojos que eviten la obstrucción del conducto lagrimal, compresas tibias sobre los ojos que dilaten el conducto para favorecer el drenaje de las lágrimas, y realizar masajes suaves varias veces al día del conducto lagrimal para favorecer el drenaje.
Los principales agentes externos que pueden provocar ojos llorosos son el contacto con alérgenos ambientales, el uso de inadecuadas lentes de contacto, la sobreexposición a dispositivos electrónicos, o el impacto de cuerpos extraños en la superficie corneal.
La dacriocistitis consiste en la inflamación del saco lagrimal (donde se producen las lágrimas) originado generalmente por una infección aguda o crónica y que afecta generalmente a un solo ojo. Afecta sobre todo a recién nacidos (que se infectan en el momento del parto) y a mujeres mayores de 50 años. Cursa con inflamación y es muy doloroso, y además de ojos llorosos provoca ojos rojos.