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Operación de Cáncer de Próstata

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Definición

La cirugía de tratamiento del cáncer de próstata se denomina prostatectomía radical, y en ella se extirpa al paciente la glándula prostática. Se puede realizar mediante un abordaje mínimamente invasivo por laparoscopia  o mediante una intervención mayor por cirugía abierta.

La operación de cáncer de próstata se realiza en un quirófano. Inicialmente el anestesista aplicará la anestesia al paciente por vía intravenosa y será él quien evaluará durante toda la intervención el estado del paciente.

¿Cómo es la operación del cáncer de próstata?

La operación de cáncer de próstata se realiza en un quirófano. Inicialmente el anestesista aplicará la anestesia al paciente por vía intravenosa  y será él quien evaluará durante toda la intervención el estado del paciente.

La técnica quirúrgica puede llevarse a cabo accediendo hasta la próstata por medio de la realización de una cirugía abierta, a través de una incisión en el abdomen por encima del pubis. Excepcionalmente se realiza a través de una incisión perineal (región inferior del tronco o suelo pélvico) por detrás de los testículos.

Otra forma de acceso es por medio de la realización de una laparoscopia convencional o asistida por un robot. En ella se realizan pequeños cortes en al abdomen por donde se introduce una pequeña cámara o laparoscopio, así como instrumentos quirúrgicos para poder realizar la extracción de la próstata (pinzas, bisturí, etc). Se realiza una insuflación de un gas (CO2) para aumentar el espacio intraabdominal y facilitar la visión con la cámara. En ocasiones, es posible que una vez comenzada la cirugía por vía laparoscópica tenga que reconvertirse a cirugía abierta, según los hallazgos intraoperatorios que el cirujano encuentre.

La elección de una u otra técnica depende de las características de la enfermedad, el padecimiento de otras patologías, la experiencia del cirujano y la disponibilidad tecnológica en el hospital donde se realice.

Por una u otra vía, la finalidad de la cirugía es la extirpación de toda la próstata. Además se extraen las vesículas seminales junto con tejido que rodea a la glándula prostática, para evitar dejar cualquier célula tumoral y asegurarse de que se ha retirado todo el tejido maligno. También es frecuente que se retire la cadena de ganglios linfáticos de la región pélvica en los dos lados.

Tanto en la cirugía abierta como en la laparoscopia, una vez realizada la intervención se cierra la herida quirúrgica con puntos de sutura o grapas.

Al finalizar, el paciente pasará a la sala de recuperación de la anestesia y, posteriormente, cuando haya despertado a la habitación de ingreso hospitalario.

En el quirófano habrán realizado un sondaje vesical, que es la introducción por la uretra de un tubito flexible que llega hasta la vejiga y conduce la orina contenida en ella hasta una bolsa externa, que está en el otro extremo de la sonda, en el exterior del paciente. La sonda vesical no se retirará y podrá permanecer el paciente con ella incluso después del alta hospitalaria.

¿Para quién está indicada?

Los pacientes candidatos para ser intervenidos  son sujetos con una esperanza de vida mayor a 10 años, con cáncer de próstata localizado en la próstata. No existe un umbral de edad para la prostatectomía radical y no debe descartarse este procedimiento basándose únicamente en la edad del paciente.

¿Por qué se realiza?

El fin último de la la operación del cáncer de próstata siempre es la erradicación de la enfermedad, al extirpar la glándula prostática que contiene la tumoración en su interior y, con ello, eliminar los síntomas que presenta el paciente.

Riesgos de la operación por cáncer de próstata:

  • Existen riesgos quirúrgicos y riesgos asociados a la utilización de la anestesia como en cualquier cirugía. Además, los riesgos se pueden ver incrementados por las patologías que pueda padecer el paciente como enfermedades del corazón, obesidad, diabetes, etc.
  • A pesar de que el fin último de la cirugía es retirar la próstata puede pasar, aunque es infrecuente, que no se pueda conseguir la extirpación de la glándula prostática.
  • Existe un riesgo de que se produzca hemorragia tanto durante la cirugía como en el postoperatorio, que puede llegar a ser importante y requerir la administración de transfusiones de sangre.
  • Pueden ocurrir complicaciones abdominales como obstrucción intestinal, infección intraabdominal o peritonitis o parálisis intestinal transitoria.
  • En ocasiones aparecen complicaciones en la herida quirúrgica como infección o dehiscencias (separación de los bordes de la herida). Más tarde pueden aparecer hernias en la zona de la cicatriz quirúrgica.
  • También es posible que se lesione el recto.
  • Al retirar la sonda vesical puede aparecer retención aguda de orina, estenosis o estrechamiento de la unión de la uretra con la vejiga.
  • Los efectos adversos permanentes más importantes que se pueden originar con la cirugía son: incontinencia urinaria, impotencia y disfunción eréctil. Su padecimiento depende en gran medida de la preservación de los nervios de la zona, así como de la función previa a la cirugía.
  • En toda cirugía hay riesgos de aparición de trombos (coágulos) en las venas de las piernas o en los pulmones (trombosis venosa profunda o tromboembolismo pulmonar).
  • Cuando se extraen en la cirugía los ganglios linfáticos próximos a la próstata, pueden producirse lesiones en los vasos sanguíneos próximos, o posteriormente, linfedema (retención de líquidos por mal funcionamiento del sistema linfático).
  • Ocasionalmente se producen alteraciones neurológicas como dolor, aumento o disminución de la sensibilidad.
  • El riesgo de muerte perioperatoria es del 2%.
  • Puede existir el riesgo de que una vez iniciada la cirugía el médico decida no terminarla porque objetive que la enfermedad esté más avanzada de lo previsto, o porque se encuentre con dificultades técnicas en su realización insalvables.

Preparación

El paciente se debe realizar un estudio preanestésico con radiografía de tórax, analítica de sangre y electrocardiograma. El médico anestesista valorará al paciente antes de la intervención para definir el tipo de anestesia a aplicar, que suele ser general o raquídea (que es la que se administra en el interior de la columna para insensibilizar la parte inferior del cuerpo).

Se debe informar al médico de las posibles alergias a medicamentos. También si se padece enfermedades cardiopulmonares, alteraciones de la coagulación de la sangre, si se porta prótesis o marcapasos, así como del tratamiento farmacológico que se realice en ese momento.

Se debe acudir a la cirugía habiendo ayunado al menos 8 horas y sin elementos metálicos (anillos, monedas, etc.) y se aconseja dejar de fumar en los días previos.

Cómo es la recuperación de una operación de cáncer de próstata

La recuperación de una operación de cáncer de próstata depende de si la intervención ha sido por vía laparoscópica o por cirugía abierta, pudiendo variar sobre todo los tiempos de recuperación. La vía laparoscópica normalmente produce menor dolor en el postoperatorio, disminuye la estancia hospitalaria y disminuye las posibles complicaciones que pueda surgir con la cirugía abierta.

Cuando el paciente está suficientemente recuperado y se han aplicado todos los tratamientos precisos, el paciente se va a su casa portando una sonda urinaria. El médico le dirá cuándo hay que retirarla y puede que le paute alguna medicación (antibiótico) para evitar infecciones. Normalmente su retirada se realiza en los centros de salud en torno a los  10 o 20 días de la cirugía.

Se le darán unas pautas para que acuda a su centro de salud y puedan realizarle las curas de la herida quirúrgica.

También se facilitará cita de revisión con el urólogo para ver la evolución en torno a los 15 días tras la cirugía.

Una vez retirada la sonda vesical por el profesional de enfermería es normal presentar incontinencia de orina y necesitar usar pañales temporalmente. El urólogo le indicará al paciente la realización de una serie de ejercicios para fortalecer los músculos del periné y poder conseguir el control del esfínter, que puede tardar en conseguirse de 3 a 6 meses o no conseguirse nunca.

Dependiendo de la extensión de la cirugía y de si se ha podido o no preservar los nervios de la zona, el paciente podrá recuperar su función sexual o no, y puede que ésta no sea tan intensa ni placentera como previamente.

Resultados

Tras la cirugía de cáncer de próstata, la pieza anatómica de la próstata y el resto de tejido extraído se remite al laboratorio para su estudio en Anatomía Patológica, y analizar las características celulares del tumor y su extensión en el tejido extraído. Es importante que los márgenes del tejido extraído estén libres del tumor, algo que también se detallará en el informe de Anatomía Patológica. Este informe se remitirá al urólogo que ha operado al paciente y será él quien explique al paciente los resultados en la consulta de revisión. Esos resultados pueden determinar la modificación de la clasificación de gravedad que el urólogo realizó del tumor antes de la operación.

Después de la cirugía el paciente debe hacer revisiones periódicas, inicialmente cada tres meses durante al menos un año, posteriormente cada 6 meses durante 10 años, y finalmente si no se ha reproducido el tumor, de forma anual.

Antes de cada revisión el paciente se realizará una analítica de sangre para determinar el nivel de PSA (Antígeno Prostático Específico) que presenta tras la cirugía. Para considerar que la cirugía ha sido un éxito ha de estar en unos niveles casi indetectables, siempre por debajo de 0.2 nanogramos por mililitro (ng/ml9). Así se vigilará durante cada revisión la posibilidad de que pueda existir una recaída o una metástasis. Si los niveles del PSA aumentan progresivamente y sobrepasan el nivel de 0.2 ng/ml, el urólogo le indicará la conveniencia de realizar otras pruebas diagnósticas como pruebas de imagen (gammagrafía ósea, TAC, etc.) para detectar la posible reproducción del tumor. Si esto ocurre, el urólogo le indicará cuál es el mejor tratamiento a seguir (radioterapia, tratamiento hormonal, etc).

Preguntas frecuentes

¿Cuáles son los síntomas del cáncer de próstata?

El cáncer de próstata suele producir síntomas como dificultad de orinar, retraso del inicio de la micción, disminución del calibre y de la fuerza del chorro miccional. También se tarda más tiempo en realizar el vaciado de la vejiga que puede ser incompleto, puede tener ganas repentinas de orinar con urgencia, nicturia o micción nocturna, polaquiuria o aumento de la frecuencia miccional, tenesmo vesical o sensación contínua de tener ganas de orinar. Además puede haber hematuria o sangre en la orina y hematospermia o sangre en el semen. En un 25% de los pacientes se produce retención urinaria aguda (impedimento para poder miccionar). En pacientes en los que aparecen metástasis óseas o aumento del tumor a nivel local en la zona prostática, puede aparecer dolor por compresión de zonas próximas, dolor óseo, compresión de la médula espinal con síntomas neurológicos o alteración de la coagulación de la sangre.

¿Dónde se ubica el cáncer de próstata?

La mayoría de las tumores prostáticos se localizan en la zona periférica de la próstata, pudiendo aparecer frecuentemente distintos focos tumorales dentro de la próstata. Este tipo de tumor suele metastatizar (reproducción en órganos más o menos próximos) más frecuentemente al sistema esquelético, de forma frecuente en la columna vertebral y a nivel de la pelvis.

¿Qué es el PSA alto?

El PSA o antígeno prostático específico es una sustancia producida por las células de la próstata, que puede estar aumentada por distintos procesos que pueden afectar a este órgano como tumores, infecciones, tactos rectales, sondajes urinarios, hiperplasia benigna de próstata, etc.

¿Cómo se mide el antígeno prostático?

Se mide con un análisis de sangre, por medio técnicas de laboratorio, que determinan la cantidad de antígeno prostático específico o PSA presente en la sangre.

¿Qué es una biopsia de la próstata?

Es la toma de unas pequeñas muestras de tejido prostático para su análisis en laboratorio,  que se obtienen mediante pequeñas punciones (mínimo 10), accediendo hasta la próstata a través del recto, bajo control ecográfico. En el estudio anatomopatológico del laboratorio se objetivan las características  de la posible alteración del tejido que se extrae. Con ello se puede determinar si las alteraciones observadas en la exploración del paciente o en el análisis del PSA, se corresponden con cambios malignos en la próstata (cáncer) o alteraciones benignas.

Se recomienda la realización de biopsia en pacientes con PSA igual o superior a 4 ng/ml, y en pacientes entre 2.5 y 4 ng/ml se valora de forma individualizada.