El lavado vesical es una técnica de tratamiento en la que se introduce un líquido en la vejiga del paciente, frecuentemente suero fisiológico, a través de una sonda vesical (tubo flexible de silicona o látex de pequeño diámetro) que se mete por la uretra hasta llegar a la vejiga. Posteriormente, se realiza la extracción de este líquido de forma contínua o intermitente.
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El paciente se sitúa boca arriba en la camilla de exploración. Si el paciente no está sondado, lo primero que se realiza es la colocación de la sonda urológica.
El personal de enfermería inicia el procedimiento haciendo un lavado cuidadoso y concienzudo de los genitales externos.
Se realiza la lubricación de la entrada de la uretra con la aplicación de un lubricante urológico de forma abundante.
Se introduce entonces de forma progresiva y cuidadosa, la sonda por el meato urinario, dirigiendola de forma ascendente por la uretra hasta la vejiga. En ese momento, la persona que realiza la técnica examina la salida de orina por la sonda. Además, procederá a insuflar (meter aire) un globo que la sonda presenta en su extremo para que quede inflado dentro de la vejiga y no se salga la sonda. En el otro lado, se coloca una bolsa colectora de la orina.
Si el paciente ha presentado una retención de orina (obstrucción e impedimento para la salida de orina), el profesional realizará un pinzamiento de la sonda para que la orina salga de forma progresiva e intermitente, evitando así problemas derivados del vaciado y descompresión vesical brusca.
Cuando se va a realizar un lavado vesical puede hacerse de dos formas:
La aplicación de lavados vesicales está indicada en pacientes que presentan:
El lavado vesical tiene como objetivo el mantener o restablecer la permeabilidad de una sonda vesical utilizada en el paciente como tratamiento de alguna patología, siempre que se sospeche que puede obstruirse.
También se realiza con el objetivo de introducir algún tipo de fármaco de forma directa en el interior de la vejiga.
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Los principales riesgos del lavado vesical son:
Antes de la realización de la técnica, el paciente es sometido a una limpieza exhaustiva de los genitales externos y se lleva a cabo la aplicación en la zona de un agente antiséptico (para retirar los gérmenes) como el Betadine.
El paciente debe informar si es alérgico a algún tipo de material como el látex, etc.
Aunque los lavados se realizan en muchas ocasiones en situaciones en las que el paciente puede presentar dolor, por obstrucción urinaria, infecciones u otros procesos, es aconsejable que a la hora de la introducción de la sonda urinaria por la uretra, intente estar lo más relajado posible porque eso ayuda al profesional de enfermería a realizar la técnica.
Una vez finalizado el lavado vesical el paciente, según la patología que padezca, puede precisar permanecer con la sonda vesical o por el contrario, se puede proceder a su retirada.
Durante el tiempo posterior a la retirada de la sonda, tanto el paciente como los profesionales de enfermería y lo médicos que atienden al paciente, vigilarán posibles efectos posteriores que pueden aparecer tras el sondaje y lavado, el más importante es la aparición de una infección urinaria. También, la posible aparición de retenciones de orina, salida de sangre en la orina o nuevas obstrucciones por coágulos.
El personal sanitario valora la efectividad del lavado vesical cuando objetiva una salida adecuada de líquido en la bolsa colectora, en cuanto a cantidad y coloración. Se debe comprobar que el sistema fluya sin inconvenientes y que se han resuelto las posibles obstrucciones que se hubieran podido presentar. Además, cuando existe hematuria (sangre en la orina), el objetivo es conseguir que con el lavado existe una resolución del proceso o al menos una mejora, con la salida de una orina y líquido de lavado con una leve tinción roja producida por la salida de pequeñas cantidades de sangre.
La irrigación vesical es lo mismo que el lavado vesical, mediante el cual se introduce un líquido en la vejiga (habitualmente suero fisiológico) y su posterior extracción, para limpiar la vejiga, desobstruir la sonda urinaria o aplicar algún tratamiento directamente en la vejiga.
El término cistoclisis hace referencia a la técnica de lavado o irrigación vesical, aunque es una palabra que no viene recogida en los diccionarios terminológicos de ciencias médicas.
La cisto irrigación es otra manera de denominar el lavado o irrigación vesical. El prefijo cisto proviene del griego y hace referencia, en este caso, a la vejiga.
Cuando la sonda urinaria no va conectada en su extremo distal a una bolsa colectora de orina, se puede introducir en dicho extremo, un tapón que el paciente deberá retirar como mínimo cada dos horas para vaciar la vejiga. La retirada de ese tapón debe hacerse con unas medidas de higiene importantes (lavado correcto de manos, etc.) para evitar la entrada de microorganismos al manipular la sonda.
En los casos en los que el paciente no esté previamente sondado, puede sentir una molestia e incluso dolor cuando se produce la introducción de la sonda por la uretra. Después, al introducir el líquido de lavado, el paciente en ocasiones puede presentar molestias en la zona abdominal inferior (región suprapúbica).
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