El vértigo es una sensación errónea de desplazamiento del cuerpo o de los objetos que lo rodean. Se trata de un síntoma, no de una enfermedad, que se encuentra implicado en multitud de procesos patológicos.
Afecta al 20-30% de la población general y puede estar presente hasta en el 48% de pacientes con un accidente cerebrovascular.
Dependiendo de la patología de base que origine el vértigo, su gravedad varía a la hora del diagnóstico.
El vértigo se puede clasificar en:
La causa del vértigo puede ser por la alteración de las estructuras que captan la información del equilibrio y la posición de nuestro cuerpo en el espacio: el sistema visual (lo ojos), el vestibular (en el oído interno), parte del nervio llamado VIII par craneal, y por último el sistema de receptores situados en los músculos y las articulaciones. Así, son causa de vértigo, por ejemplo, patologías como el vértigo posicional paroxístico benigno, la enfermedad de Ménière, la fístula perilinfática o laberíntica, la neuritis vestibular, la toma de ototóxicos, la neurinoma del VIII par craneal…Etc.
También puede darse por la lesión de las regiones nerviosas del sistema nervioso central que integran esta información (núcleos vestibulares troncoencefálicos y sus conexiones y el cerebelo). En este sentido pueden ser causa de aparición de vértigo una migraña basilar, infarto o hemorragias cerebelosas, tumores de la fosa posterior, esclerosis múltiple, neurinoma del acústico, etc.
Los vértigos periféricos se caracterizan por presentar sensación de movimiento, nistagmus (movimiento involuntario de los ojos en horizontal), desviación del eje corporal, estos dos últimos hacia el lado donde está alterado el oído y de forma armónica y proporcionada.
Además, aparece sudoración, náuseas y vómitos (síndrome vegetativo). Puede estar asociado a síntomas auditivos como disminución de la audición (hipoacusia) o escucha de ruidos anormales (acúfenos).
En los vértigos centrales, la sensación de movimiento es menos clara y los pacientes a veces los describen más como mareo. Puede o no aparecer sensación nauseosa, sudoración o vómitos y el nistagmus se presenta con un movimiento vertical, oblicuo o de dirección cambiante de los ojos, no proporcionado, incluso en ocasiones no existe. Es raro que existan síntomas auditivos.
En los episodios agudos de vértigo se utilizan fármacos sedantes vestibulares (acción en el oído interno), grupo heterogéneo de medicamentos que mejoran los síntomas vertiginosos, entre ellos están: sulpirida (uno de los más utilizados conocido como Dogmatil), tietilperazina, prometazina o dimenhidrinato, no debiéndose usar estos fármacos más de 10 días. A veces, también se usan benzodiazepinas como el diazepam asociado a los anteriores en casos de vértigo intenso. Si existen vómitos se añaden al tratamiento fármacos antieméticos como la metoclopramida (primperan).
En la enfermedad de Ménière están indicados, además, otros tipos de fármacos utilizados en los periodos de intercrisis para intentar disminuir la frecuencia e intensidad de los episodios: Betahistina (Serc), diuréticos, antagonistas del calcio y trimetazidina.
Puede haber también otros tratamientos farmacológicos específicos indicados cuando existen enfermedades del sistema nervioso central o vértigo psicógeno (tratamiento de la enfermedad neurológica o psiquiátrica subyacente).
El tratamiento quirúrgico está indicado en el vértigo posicional paroxístico benigno en casos de resistencia al tratamiento farmacológico, en la enfermedad de Ménière cuando las crisis son incapacitantes, en las fístulas perilinfáticas o en algunas enfermedades del sistema nervioso central.
Otros tipos de tratamientos utilizados son los ejercicios de rehabilitación vestibular con repetición de un conjunto de movimientos de ojos, cabeza y cuerpo especificos, varias veces al día, indicados en los vértigos periféricos o la maniobra de Epley que es el tratamiento específico del vértigo periférico paroxístico benigno (movimientos realizados por el otorrinolaringólogo de la cabeza y cuerpo del paciente).
El diagnóstico del vértigo se basa fundamentalmente en la objetivación de los síntomas que presenta el paciente y la exploración física.
El médico puede solicitar una analítica de sangre cuando hay sospecha de intoxicaciones de medicamentos, por ejemplo. Se solicitan pruebas de imagen como TAC craneal, TAC de peñascos (parte del cráneo), resonancia magnética craneal, ecografía doppler del territorio vertebrobasilar (para valorar el flujo sanguíneo de las estructuras craneales encargadas del equilibrio), cuando se sospecha vértigos centrales, fracturas craneales tras traumatismos, o alteraciones como tumores, infecciones, infartos cerebrales... Que puedan desencadenar ambos tipos de vértigos.
Los factores que desencadenan el vértigo pueden ser debidos a un traumatismo, cambios de presión que afectan a los oídos, patologías del sistema nervioso central o problemas cardiovasculares entre otros.
Los factores de riesgo para que se pueda desencadenar el vértigo son diversos por las distintas causas de su padecimiento. En general, el vértigo periférico puede estar desencadenado por el padecimiento de infecciones como la otitis media crónica u otras patologías del oído (colesteatoma, traumatismos, etc.).
Otros posibles factores de riesgo son: un cambio de presión en el conducto auditivo externo (por ejemplo, cuando se viaja en avión), escuchar ruidos intensos, movimientos y torsiones del cuello y la cabeza bruscos.
Otros factores desencadenantes pueden ser tener un mal control de los factores de riesgo cardiovascular (colesterol, tensión arterial, glucemia en sangre...etc.) ya que pueden ser causa de alteraciones cardiovasculares como un ictus que se manifiesten entre otros síntomas, por la presencia de vértigo. Además, es un factor de mal pronóstico en enfermedades como la diabetes. Para algunos pacientes viajar en distintos medios de locomoción puede ser un factor de riesgo que desencadene el vértigo.
Cuando hay alteraciones que pueden causar vértigo de tipo benigno, suele ser una patología tratada por el médico de atención primaria. Si hay vértigos persistentes, repetitivos, asociados a síntomas de gravedad, según la sospecha del origen de este, serán tratados por el especialista en otorrinolaringología (vértigos periféricos) o por el neurólogo (vértigos centrales).
El vértigo periférico tiene una duración limitada, ya que existe una compensación del síntoma a nivel del sistema nervioso central. Aunque en la mayoría de los casos más frecuentes y leves se dan instantes de mayor afectación y duración de 3-5 días, que pueden llegar a presentarse hasta 6 - 12 semanas. El vértigo de origen central es persistente y no llega a desaparecer si no se trata la causa subyacente.
El vértigo es un síntoma que aparece asociado a múltiples patologías: afectación del sistema nervioso central como en las enfermedades vasculares cerebrales (infartos, hemorragias…), tumores, enfermedades desmielinizantes (esclerosis múltiple), anomalías de la unión cráneo-vertebral (como la malformación de Arnold-Chiari), epilepsia, migraña, etc. También con enfermedades sistémicas como diabetes mellitus, hipotiroidismo, insuficiencia renal crónica, anemia, hipotensión arterial, presíncope, etc, toma de fármacos y tóxicos, alteraciones psiquiátricas, y enfermedades del oído interno (infecciones bacterianas, neuritis vestibular, fístula perilinfática, vértigo posicional paroxístico benigno...etc.).
Vértigo y mareo son síntomas diferentes, pero pueden ir asociados. El mareo es un término inespecífico utilizado por los pacientes refiriéndose a la sensación de debilidad, cabeza hueca, sensación intermitente de desmayo, embotamiento o atolondramiento. El vértigo es una ilusión de movimiento habitualmente rotatorio del paciente o del entorno.
Es una enfermedad del oído interno (alteración en el laberinto), que se caracteriza por la presencia de vértigos a modo de crisis de 20 minutos a 24 horas de duración acompañadas siempre de disminución de la audición fluctuante (hipoacusia neurosensorial), escucha ruidos anómalos (acúfenos), acompañado en ocasiones con sensación de presión en el oído antes de la crisis. Su causa es desconocida.