El Parkinson o enfermedad de Parkinson idiopática, es un trastorno del movimiento crónico y progresivo. Es el síndrome parkinsoniano más común. Aunque su frecuencia es similar en ambos sexos, predomina ligeramente en los varones, apareciendo en torno a los 55 años. Es el trastorno neurodegenerativo más frecuente (después de la enfermedad de Alzheimer), aunque su prevalencia varía ampliamente a lo largo del mundo. Se trata de una enfermedad grave, pues determina de forma progresiva una limitación importante en la vida del paciente, pudiendo llegar a convertirlo en una persona dependiente para la realización de las actividades de la vida diaria, a parte de desencadenar en complicaciones importantes.
A parte de la enfermedad de Parkinson idiopática, existen otros síndromes parkinsonianos primarios o secundarios, que tienen en común la presentación clínica con síntomas similares, aunque sus orígenes sean diferentes:
La causa de la enfermedad de Parkinson es desconocida y se cree que es multifactorial. En el proceso se produce una degeneración neuronal en la sustancia negra (parte del cerebro que interviene en procesos como el movimiento), lo que conlleva una disminución en los niveles de dopamina, que es el neurotransmisor o molécula que sirve para la transmisión de información entre neuronas, que tiene entre otras funciones fundamentales, la coordinación del movimiento.
Los síntomas clínicos más importantes de la enfermedad de Parkinson son:
Pueden existir otras alteraciones menos frecuentes o secundarias como alteraciones digestivas (náuseas, vómitos o estreñimiento), dermatológicas (dermatitis seborreica), trastornos sensitivos (dolor o entumecimiento), síntomas psíquicos (depresión)…etc.
El abordaje del paciente en el tratamiento es multidisciplinar. Dentro de las terapias no farmacológicas se aplican entre otras la fisioterapia y la terapia ocupacional, y es conveniente tener el respaldo de los grupos de apoyo de asociaciones y grupos de enfermos y afectados. Es importante también mantener un buen estado nutricional en el paciente, a quien se le indica siempre la realización de una dieta rica en fibra, equilibrada y con una adecuada hidratación.
El tratamiento farmacológico va orientado a potenciar la independencia y la calidad de vida del paciente. La Levodopa es el fármaco más eficaz en el control de los síntomas motores. Los fármacos agonistas dopaminérgicos (como Bromocriptina, Cabergolina y Apomorfina), se utilizan solos ante afectaciones leves-moderadas o en asociación con Levodopa en fases avanzadas. Los agentes anticolinérgicos se utilizan sobre todo en pacientes jóvenes con predominio clínico de temblor en reposo. Los Inhibidores de la monoaminooxidasa-B (IMAO-B) (como la Selegilina o la Rasagilina) aportan una leve mejoría de los síntomas en estadios iniciales. La Amantadina puede mejorar la bradicinesia, la rigidez y el temblor durante un periodo corto de tiempo.
El tratamiento quirúrgico está indicado en pacientes relativamente jóvenes, con sintomatología incapacitante y que no responden a la medicación o presentan intolerancia o efectos secundarios debidos a la misma.
El diagnóstico del Parkinson es fundamentalmente clínico, no hay pruebas analíticas propias de la enfermedad. La determinación de test genéticos estaría indicada solo en las formas familiares de esta enfermedad. Se pueden realizar pruebas de imagen neurológicas para realizar el diagnóstico diferencial con otras patologías y descartar otras causas de síndrome parkinsoniano, (alteraciones con síntomas y signos similares a los que aparecen en el Parkinson pero que son debidos a otras causas, como lesiones vasculares, tumores, hidrocefalia…etc), aunque no se realizan de forma rutinaria. Estas son: RMN, tomografía de emisión de fotones o de positrones, TAC craneal y ultrasonografía transcraneal.
Se han realizado numerosos estudios en torno a qué factores ambientales pueden prevenir la aparición de la enfermedad, aunque sin resultados totalmente concluyentes. Se aconseja:
El Parkinson es una enfermedad evaluada y tratada por el especialista en neurología.
La sustancia negra es una parte del cerebro medio donde se encuentra la base de alteración anatomopatológica de la enfermedad de Parkinson, ya que en esta enfermedad se produce una degeneración de las neuronas que se encuentran en dicho área.
La sustancia negra está localizada en el mesencéfalo. Es un núcleo de los ganglios basales, localizados en una parte del cerebro llamado tálamo.
Los ganglios basales regulan el flujo de información desde la corteza cerebral hacia las neuronas motoras de la médula espinal, controlando y modulando la actividad motora del organismo.
No, la esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria multifactorial del SNC que afecta a una parte del tejido cerebral llamada sustancia blanca. Sí tienen un tipo de relación, sin embargo, el Parkinson y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). De hecho, existe una patología denominada complejo Parkinson-Demencia-ELA, enfermedad rara en la que aparecen síntomas de los tres tipos de enfermedad.
La enfermedad de Parkinson tiene un curso crónico, lento y progresivo.