Actualizado el 20/07/2021
Los trastornos del equilibrio constituyen uno de los motivos más frecuentes de consulta en Atención Primaria, acercándose al 2% la población española que cada año consulta por asuntos relacionados con el vértigo.
La incidencia es mayor en el sexo femenino y aumenta con la edad, llegando a afectar hasta al 20% de la población mayor de 65 años, comportando un alto riesgo de caídas.
Los trastornos del equilibrio se asocian con falta de estabilidad, vértigo y mareo. También pueden estar asociados a una sensación de desmayo.
El vértigo es una alucinación de movimiento o una sensación errónea de desplazamiento del cuerpo o de los objetos que están alrededor. Se trata de un síntoma que puede estar implicado en multitud de procesos patológicos.
Cuando hay alteraciones que pueden causar vértigo de tipo benigno, suele ser una patología tratada por el médico de atención primaria. Si el vértigo es persistente y está asociado a síntomas de gravedad, serán tratados por el especialista en otorrinolaringología (vértigos periféricos) o por el neurólogo (vértigos centrales).
El vértigo se puede clasificar en:
Incluyen las crisis de vértigo de características rotatorias o de giro del entorno que presenta un inicio súbito. Suele estar asociado a sudoración, náuseas, palidez cutánea y palpitaciones. Su duración aproximada es menor a dos semanas. Se pueden asociar a sintomatología del oído como hipoacusia o acúfenos.
Dentro de este grupo, los más frecuentes son el vértigo posicional paroxístico benigno y la enfermedad de Menière.
Suele ser una sensación de inestabilidad, mareo, oscilación o dificultad de la marcha. Se instaura progresivamente y suele ser permanente. La duración de las crisis es prolongada. Se puede asociar a trastornos de conciencia, visión doble, dificultad para hablar, desorientación y ataxia (dificultad para coordinar movimientos), entre otros síntomas.
Dentro de este grupo se encuentra uno de los más característicos que es el vértigo causado por un infarto en el territorio de la arteria vertebral o de la arteria cerebelosa posterior (infarto bulbar lateral o síndrome de Wallenberg).
La causa de la pérdida de equilibrio y el vértigo pueden deberse a alteraciones de las estructuras que captan la información del equilibrio y la posición de nuestro cuerpo en el espacio: el sistema visual, problemas vestibulares del oído interno, trastornos neuronales (VIII par craneal) y de los sistemas de receptores situados en los músculos y las articulaciones.
También puede darse por la lesión de las regiones nerviosas del sistema nervioso central que integran esta información (núcleos vestibulares troncoencefálicos y sus conexiones y el cerebelo). En este sentido, pueden ser causa de aparición de vértigo una migraña basilar, infartos o hemorragias cerebelosas, tumores de la fosa posterior, esclerosis múltiple, neurinoma del acústico, entre otras patologías.
Otras causas de pérdidas de equilibrio pueden ser tratamientos con determinados medicamentos, enfermedades neurológicas como el Párkinson o la neuropatía periférica.
El vértigo de tipo periférico y su pérdida de equilibrio a menudo se asocian con sensación de movimiento, nistagmus (movimiento involuntario de los ojos en horizontal) y desviación del eje corporal.
También suele acompañarse de sudoración, náuseas y vómitos (síndrome vegetativo) y puede estar asociado a síntomas auditivos como disminución de la audición (hipoacusia) o escucha de ruidos anormales (acúfenos).
En el vértigo de tipo central la sensación de movimiento es menos clara. Puede o no aparecer el síndrome vegetativo y el nistagmus, cuando se presenta lo hace con un movimiento vertical, oblicuo o de dirección cambiante de los ojos. Es raro que existan síntomas auditivos.
El tratamiento de los trastornos del equilibrio variará en función de la causa y de su gravedad.Algunos tratamientos que se pueden establecer incluyen:
En caso de vértigo periférico paroxístico benigno, puede ser útil la realización de la maniobra de Epley, consistente en movimientos específicos de la cabeza y el cuerpo del paciente para reposicionar las partículas desplazadas del oído interno que causan las pérdidas de equilibrio.
Existen medicamentos específicos para controlar los mareos, el vértigo y los problemas de equilibrio.
En los episodios agudos de vértigo se utilizan fármacos sedantes vestibulares (acción en el oído interno). Entre ellos están la sulpirida (Dogmatil), tietilperazina, prometazina o dimenhidrinato. En casos de vértigo intenso también se usan benzodiazepinas. Si existen vómitos se pueden prescribir antieméticos como la metoclopramida (primperan).
Puede haber también otros tratamientos farmacológicos específicos indicados cuando existen enfermedades del sistema nervioso central o vértigo psicógeno.
En determinadas enfermedades puede ser necesaria una intervención quirúrgica. Es el caso del vértigo posicional paroxístico benigno en casos de resistencia al tratamiento farmacológico, en la enfermedad de Ménière cuando las crisis son incapacitantes, en las fístulas perilinfáticas o en algunas enfermedades del sistema nervioso central.
Consiste en una intervención por parte del fisioterapeuta en una ambiente seguro y controlado, consistente en diferentes ejercicios dirigidos a mejorar la respuesta corporal en situaciones de desequilibrio e inestabilidad. El objetivo básico es prevenir caídas y ganar autonomía con seguridad.
Se pueden utilizar también ejercicios de rehabilitación vestibular con repetición de un conjunto de movimientos de ojos, cabeza y cuerpo en el caso de vértigo periférico.
Los factores que desencadenan el vértigo pueden ser debidos a un traumatismo, cambios de presión que afectan a los oídos, patologías del sistema nervioso central o problemas cardiovasculares, entre otros.
Los trastornos del equilibrio y el vértigo pueden suponer una serie de complicaciones, entre las que se encuentran:
Existe una serie de recomendaciones que pueden ayudar a prevenir los trastornos del equilibrio y el vértigo:
Además del tratamiento más adecuado para el vértigo, puede ser recomendable la realización de sesiones de fisioterapia de reeducación del equilibrio para prevenir caídas.
Bibliografía
La pérdida de equilibrio es la sensación que puede tener un paciente de mareo o fuerte inestabilidad que le lleva a sentir que va a caerse o que todo se mueve a su alrededor. Si ocurren con cierta asiduidad se pueden realizar sesiones de reeducación del equilibrio para prevenirlas y minimizar sus consecuencias.
El mareo es una sensación de inestabilidad, mientras que el vértigo conlleva la sensación de movimiento y pérdida del equilibrio, que puede durar horas o días.
El vértigo periférico tiene una duración limitada, ya que existe una compensación del síntoma a nivel del sistema nervioso central. Aunque en la mayoría de los casos más frecuentes y leves se dan instantes de mayor afectación y duración de 3-5 días, que pueden llegar a presentarse hasta 6-12 semanas. El vértigo de origen central es persistente y no llega a desaparecer si no se trata la causa subyacente.
El vértigo es un síntoma que aparece asociado a múltiples patologías. Entre ellas está la afectación del sistema nervioso central como en el caso de las enfermedades vasculares cerebrales (infartos, ictus, hemorragias), tumores, enfermedades desmielinizantes (esclerosis múltiple), anomalías de la unión cráneo-vertebral (como la malformación de Arnold-Chiari), epilepsia, migraña, etc.
También se asocia con enfermedades sistémicas como diabetes mellitus, hipotiroidismo, insuficiencia renal crónica, anemia, hipotensión arterial, toma de algunos fármacos y tóxicos, alteraciones psiquiátricas y enfermedades del oído interno (infecciones bacterianas, neuritis vestibular, fístula perilinfática, vértigo posicional paroxístico benigno, etc.).
Es una enfermedad del oído interno (alteración en el laberinto), que se caracteriza por la presencia de vértigos a modo de crisis de 20 minutos a 24 horas de duración acompañadas siempre de disminución de la audición fluctuante (hipoacusia neurosensorial), escucha ruidos anómalos (acúfenos), acompañado en ocasiones con sensación de presión en el oído antes de la crisis. Su causa es desconocida.
El estrés en sí mismo no está descrito como una causa directa de vértigo. Existen vértigos de origen psicógeno, relacionados más con otros tipos de patologías psiquiátricas severas.