Actualizado el 17/09/2021
La inseminación artificial es la técnica de reproducción asistida más sencilla y que ofrece una probabilidad de embarazo cercana al 15%. Para su utilización es necesario que la mujer conserve la capacidad de ovular.
La inseminación artificial es una de las técnicas de reproducción asistida más utilizadas, junto a la fertilización in vitro. Consiste en la introducción de una muestra de semen en el interior del útero en el momento en el que la mujer está ovulando y dejar que el proceso de fertilización del óvulo se produzca de forma natural. Previamente, la muestra de semen habrá sido tratada en el laboratorio y los ovarios habrán sido estimulados para promover la maduración de los óvulos.
La inseminación artificial es útil en varios casos. En primer lugar, cuando el motivo de esterilidad es una alteración leve de la calidad del semen, ya que este se puede mejorar en el laboratorio.
También está indicada cuando en la mujer concurren defectos en la calidad del moco del cérvix uterino, que podrían dificultar el ascenso de los espermatozoides hacia el útero y las trompas.
Otras situaciones de la mujer en las que la inseminación artificial puede mejorar la probabilidad de conseguir la gestación incluyen endometriosis no severas, alteraciones de las trompas de Falopio que no supongan su obstrucción completa y trastornos de la ovulación, entre otras.
Por otro lado, la inseminación artificial con semen de donante está indicada en casos de azoospermia (ausencia de espermatozoides en el eyaculado), causas masculinas severas que impidan la producción de espermatozoides viables y trastornos genéticos masculinos transmisibles a la descendencia.
Finalmente, la inseminación artificial está indicada cuando no existe pareja masculina. En este caso también será necesario recurrir a una muestra de semen de donante.
El tratamiento de inseminación artificial se suele comenzar con el inicio del ciclo menstrual. A partir de una ecografía vaginal se comprueba que el ovario está preparado para comenzar con la estimulación. A continuación, se procede a suministrar la medicación y se sucederán los controles necesarios para valorar la respuesta de la paciente. En los días siguientes tendrá lugar la inseminación, para lo que se debe disponer de una muestra seminal procesada en el laboratorio, con el fin de seleccionar los espermatozoides más útiles.
La inseminación se realiza de modo ambulatorio, ya que se trata de un procedimiento breve y completamente indoloro.
La disposición de la paciente es similar a cuando se somete a una citología. El ginecólogo introducirá hasta el útero un tubo de plástico blando o cánula para depositar los espermatozoides seleccionados.
Tras la inseminación se puede establecer un tratamiento con progesterona para preparar el útero para el inicio de la gestación.
La existencia de la gestación se comprobará mediante una prueba de orina o sangre, y se podrá confirmar semanas más tarde por medio de una ecografía.
Para realizar la inseminación artificial se toma la muestra de semen y se purifica en el laboratorio seleccionando los espermatozoides móviles y funcionales y eliminando los de peor calidad. Se puede llegar a desestimar el 90% de líquido seminal cuya única finalidad es transportar a los espermatozoides hasta el interior del útero, ya que la muestra será depositada en su lugar de destino.
Con anterioridad a la inseminación se llevará a cabo una analítica de sangre en la mujer para comprobar que no hay ningún problema de cara a la gestación. Se puede incluir una valoración de la función tiroidea y una determinación de hepatitis B y C, VIH y sífilis, así como la prueba de inmunidad frente al toxoplasma y la rubeola.
También está indicada la realización de una histerosalpingografía, prueba encaminada a valorar la permeabilidad de las trompas de Falopio.
Finalmente, si la inseminación se lleva a cabo con el semen conyugal, se realizará previamente un seminograma con recuento de espermatozoides móviles.
En función del origen del semen para realizar la inseminación artificial se distinguen la inseminación con semen conyugal y con semen de donante.
Es la que se produce cuando hay un miembro masculino en la pareja y su semen es normal o solo existen alteraciones leves en el semiograma. También cuando la esterilidad es de causa desconocida y en casos de alteraciones del cuello del útero que dificulten el ascenso de los espermatozoides.
Será necesaria una muestra de semen de donante en casos de pareja estéril en el que el seminograma muestre ausencia total de espermatozoides, o alteraciones muy severas del porcentaje de formas móviles que no sean significativamente mejorables en el laboratorio. También cuando el miembro masculino de la pareja sea portador de alguna alteración genética que haga desaconsejable el embarazo. Finalmente, la inseminación artificial con semen de donante está indicada cuando no hay pareja masculina o una mujer quiere quedarse embarazada por su cuenta.
La inseminación artificial con semen de donante suele tener buenos resultados cuando se recurre a la técnica de reproducción por no tener pareja masculina, ya que las muestras de banco de semen son evaluadas para que sean de óptima calidad. Por su parte, la inseminación artificial con semen conyugal presenta resultados más variables, según sea cada caso. En términos generales, la probabilidad media de obtener gestación por cada ciclo realizado es de un 10-15%. En cualquier caso, se trata de una técnica bastante inocua que no suele requerir tratamientos médicos agresivos.
No. La inseminación artificial consiste en depositar los espermatozoides en el aparato genital de la mujer, por medio del instrumental adecuado. Por el contrario, la fertilización in vitro es un procedimiento más complejo consistente en obtener un óvulo para que sea fertilizado en el laboratorio y transferir el embrión obtenido al interior del útero en el momento adecuado para que se pueda implantar.
La inseminación artificial es una técnica muy sencilla e indolora y su realización es comparable a la de una citología. Después de su realización no es necesario guardar reposo y se puede continuar con la rutina habitual.
No existe un número máximo que suponga un riesgo para la salud. Determinados estudios recomiendan realizar hasta un máximo de 4 inseminaciones con semen conyugal y 6 con semen de donante. Sin embargo, el ginecólogo debe valorar cada caso para aplicar el tratamiento en función de las características y necesidades de cada pareja.
Al igual que sucede en otras técnicas de reproducción asistida, existe un mínimo riesgo de hiperestimulación ovárica, si bien gracias a los controles analíticos y ecográficos es poco habitual.
Otros riesgos son los propios del embarazo, como la gestación gemelar (poco probable si solo hay 1 o 2 folículos), gestación ectópica, aborto, etc.
En el año 2018 se llevaron a cabo en España 34.100 tratamientos de inseminación artificial y 149.337 tratamientos de fecundación in vitro. Como consecuencia, 37.094 bebés nacieron gracias a los tratamientos de reproducción asistida realizados, lo que supone más de un 9% del total de nacimientos.
Bibliografía