La implantación es el proceso por el cual el óvulo fecundado −el embrión− inicia el camino para su desarrollo, para lo cual anida en las paredes del útero, donde puede recibir los nutrientes esenciales para su desarrollo. En algunos casos, durante esta fase el embrión rompe pequeños vasos sanguíneos que irrigan el endometrio y se produce una pequeña hemorragia. Se trata del sangrado de implantación.
Uno de los signos más universales que indican que una mujer está embarazada es la interrupción de la menstruación. Sin embargo, algunas veces tiene lugar entre los 7 y los 14 días posteriores a la fecundación, un sangrado similar a la regla. Se trata del sangrado de implantación. De hecho, en ocasiones es confundido con la menstruación, demorando de esta forma el diagnóstico de embarazo.
Suele ser un acontecimiento que pasa inadvertido, ya que la mujer desconoce que se haya producido la fecundación y en ningún caso relaciona la pequeña hemorragia con un embarazo. Por el contrario, en pacientes sometidas a tratamientos de fertilidad, esta situación se suele percibir con mayor alarma ya que sí son conscientes de cuándo ha tenido lugar la fecundación.
La pequeña pérdida de sangre que se produce tiene lugar cuando el embrión se adhiere a la pared del útero para su desarrollo. Esta no debe suponer ningún problema, ni para el propio embrión ni para la mujer.
Además del sangrado de implantación, durante la gestación se puede producir otro tipo de sangrados, en algunos casos provocados por situaciones que pueden ser graves. Es el caso de situaciones que pueden provocar el aborto o el desarrollo de un embarazo ectópico. En los casos leves el origen de la hemorragia puede ser una infección, los cambios hormonales que sufre la gestante o un pequeño sangrado posterior a las relaciones sexuales.
Sea por una causa o por otra, ante cualquier tipo de hemorragia o sangrado vaginal que se produzca durante el primer trimestre o en el resto del embarazo, es recomendable acudir de inmediato a urgencias. En los casos en los que una hemorragia durante el primer trimestre es una amenaza de aborto, se suele producir de forma abundante y se acompaña de dolor abdominal.
La hemorragia que se produce durante la implantación del embrión puede aparecer entre siete y catorce días después de la fecundación. La pérdida de sangre que se produce puede alargarse entre tres y seis días.
De este modo, cuando tiene lugar un sangrado vaginal con anterioridad a la fecha estimada de la siguiente regla, esto es, un sangrado entre periodos menstruales naturales, podría tratarse de un sangrado de implantación.
En la mayoría de los casos, la implantación del embrión en el útero pasa totalmente desapercibida sin provocar ningún síntoma ni signo. En los casos en los que tiene lugar el sangrado de implantación, se trata de una consecuencia normal relacionada con el proceso de inicio de un embarazo. Aparece, aproximadamente, en una de cada tres mujeres gestantes y no se trata de ninguna situación anormal o patológica, por lo que no añade ningún riesgo al embarazo. En algunos casos puede ir acompañado de dolores leves de tipo menstrual.
Su presentación no es homogénea y puede haber variaciones entre unas mujeres y otras. De igual modo, que haya aparecido sangrado de implantación en un embarazo anterior no garantiza que se vuelva a repetir en gestaciones posteriores.
El sangrado de implantación tiene lugar en los primeros días transcurridos desde la fecundación, cuando la mujer todavía desconoce que pueda estar embarazada. De este modo, es frecuente confundir el sangrado de implantación con una menstruación adelantada, si bien este dura menos tiempo y suele ser menos abundante. También suele ser un tipo de sangrado con una coloración más oscura.
En el caso de que aparezca un sangrado de las características descritas que no sea incompatible con haberse quedado embarazada, lo recomendable es que se realice un test de embarazo. En el caso de dar positivo, se debería consultar con el ginecólogo para iniciar el control de la gestación.
De igual modo, si el sangrado tiene lugar en una mujer en tratamiento para inducir la ovulación, tras haberse sometido a una inseminación artificial o una fecundación in vitro, es recomendable que se ponga en contacto con su médico.