El tratamiento de la ansiedad se basa en la aplicación de un conjunto de técnicas de psicoterapia y administración de fármacos, destinados a disminuir el estado de alerta que se produce en el paciente y ayudarlo en la adaptación al medio y las circunstancias que lo rodean, así como a la prevención de aparición de episodios de crisis de ansiedad.
El tratamiento de la ansiedad se divide en dos posibles intervenciones que se pueden usar por separado o de manera conjunta:
Los distintos tratamientos para la ansiedad se indican de una manera u otra dependiendo del tipo de trastorno específico que pueda tener el paciente (trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático, etc.), así como la intensidad de los síntomas que presenta el paciente y la afectación con la que la ansiedad interfiere en la vida del paciente.
La indicación de la toma de uno u otro tratamiento farmacológico vendrá determinada por la evaluación que realice el médico de atención primaria o el psiquiatra. Además, ellos valoran la indicación de realización de terapias psicológicas impartidas por el psicólogo clínico.
El objetivo del tratamiento de la ansiedad es disminuir la sintomatología que presenta el paciente y la interferencia que este trastorno ejerce en su calidad de vida.
El riesgo del tratamiento para la ansiedad se basa fundamentalmente en los posibles efectos secundarios que se puedan presentar con la toma de los fármacos que se utilicen en cada caso.
Es importante resaltar que aunque las benzodiazepinas tienen un efecto más rápido y son utilizados inicialmente de forma habitual, pueden producir un efecto de tolerancia a su efecto y dependencia a su toma. Por lo que es preferible, si se precisa, tratar con otro tipo de fármacos y dejar las benzodiacepinas como fármacos de rescate en los episodios de crisis de ansiedad y al inicio del tratamiento.
Antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento, el paciente debe informar al médico de si padece cualquier enfermedad, toma alguna medicación de forma crónica, o padece alguna alergia medicamentosa.
La recuperación no se basa tanto en los efectos del tratamiento sino de la propia enfermedad. Algunos efectos secundarios que pueden presentarse en la toma de algún fármaco son pasajeros y el paciente puede acostumbrarse en las primeras semanas a sus efectos y desaparecer (sensación de nerviosismo, náuseas, somnolencia, etc).
La psicoterapia y la farmacoterapia han demostrado mejores resultados si se utilizan en combinación que de manera individual.
El efecto del tratamiento farmacológico (con los fármacos ISRS e ISRN) requiere de un intervalo de 4 a 8 semanas para comenzar a notar los cambios en el estado anímico del paciente. Los fármacos ansiolíticos puros (las benzodiazepinas) tienen un efecto más rápido y se utilizan habitualmente al inicio del tratamiento y en los episodios de crisis.
Los efectos de los fármacos y la psicoterapia se evalúan de forma progresiva en las distintas citas de revisión tanto médica como psicológica. El tratamiento psicoterápico tiene habitualmente unos efectos más a largo plazo, ya que el paciente debe aprender una manera diferente de afrontar las circunstancias que pueden desencadenar la situación de ansiedad. El tratamiento farmacológico puede ser modificado, ajustando dosis, combinando fármacos, etc. según la situación y evolución del paciente.
Las causas por las que se desarrolla el trastorno de ansiedad no están claramente definidas. La ansiedad y el estrés en sí, es un estado anímico que puede considerarse dentro de la normalidad en determinadas ocasiones como método de adaptación del individuo a una circunstancia. Es algo derivado de nuestro proceso evolutivo cuyo objetivo es preservar los intereses del individuo y la especie. Sólo cuando ese estado supone al individuo una merma en su rol social y de calidad de vida se puede considerar una patología. El desarrollo de la misma viene determinada por las circunstancias vitales, hereditarias y sociales que rodean al paciente.
Sí, dentro de la valoración médica y psicológica de los pacientes con ansiedad se pueden utilizar numerosas escalas de valoración de la ansiedad: escala de ansiedad de Goldberg, escala de Hamilton para la ansiedad, clinical anxiety scale, physician questionnaire, Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad (ISRA), etc.
Los síntomas que produce la ansiedad se pueden dividir en dos niveles de afectación: