Actualizado el 13/12/2021
El término mielitis hace referencia a la inflamación de la médula espinal. Esta puede producirse por múltiples motivos, como enfermedades autoinmunes o infecciones. Dependiendo del agente causal y su evolución, la mielitis se puede curar sin dejar secuelas.
La mielitis es una inflamación de la médula espinal que se caracteriza por la aparición de síntomas sensitivos, motores y del sistema nervioso autónomo como son la disfunción esfinteriana y sexual.
Las causas pueden ser muy diversas, pero fundamentalmente ocurren en el contexto de enfermedades desmielinizantes propias del sistema nervioso central, enfermedades inflamatorias sistémicas y enfermedades infecciosas.
Una mielitis puede ser la primera manifestación de la esclerosis múltiple, de un desorden de la neuromielitis óptica o de otras enfermedades desmielinizantes de naturaleza autoinmune.
Las diferentes enfermedades causantes requieren un diagnóstico y un tratamiento diferente y específico, con el objetivo de prevenir nuevos episodios.
Las mielopatías se clasifican comúnmente en agudas, subagudas o crónicas, cuyas causas pueden ser totalmente diferentes:
Según la zona a la que afecta puede ser:
Las causas de la mielitis pueden ser muy diversas:
Los síntomas de la mielitis pueden variar en función de las zonas afectadas, incluyendo:
El tratamiento inicial para la mielitis son los corticoides intravenosos para reducir la inflamación y la posterior rehabilitación. En el caso de que existan sospechas de infección, el neurólogo puede incluir un tratamiento antimicrobiano.
Cuando no se obtienen resultados con los corticoides se puede utilizar la plasmaféresis, técnica efectiva en caso de que la causa de la mielitis sea de origen autoinmune, ya que retira de la sangre los anticuerpos que atacan la médula espinal.
La rehabilitación se constituye como un elemento importante, especialmente en los casos crónicos. La fisioterapia puede ser de ayuda para revertir los problemas físicos y la movilidad.
Las pruebas complementarias para establecer el diagnóstico incluyen una analítica de sangre con recuento celular para identificar el aumento de los leucocitos y la velocidad de sedimentación.
También se analizará el líquido cefalorraquídeo en el laboratorio de microbiología para identificar el potencial microorganismo causante de la infección.
Entre las pruebas de imagen se deberá realizar una resonancia magnética para valorar una posible compresión medular y el alcance de la inflamación de la médula espinal.
Suponen un factor de riesgo para padecer un episodio de mielitis determinadas enfermedades como la esclerosis múltiple, la enfermedad de Lyme o el lupus.
También el tratamiento con determinados fármacos como los antipalúdicos y antimicóticos, así como la heroína intravenosa y las anfetaminas.
Dentro de las consecuencias y posibles complicaciones derivadas de la mielitis se cuentan:
Se pueden considerar diversos factores que pueden ayudar a prevenir la aparición de mielitis. Entre ellos se incluyen:
La mielitis transversa es la inflamación aguda de varios segmentos medulares adyacentes, en general a nivel torácico, que suele afectar a la médula de forma difusa.
Se trata de un síndrome heterogéneo caracterizado por una disfunción de la médula espinal aguda o subaguda que resulta en parestesia y deterioro a nivel sensorial y autónomo (vejiga, intestino y sexual). Las causas pueden ser muy diversas, incluyendo infecciosas, neoplásicas, autoinmunes e inducidas por fármacos.
La mielitis es curable, dependiendo de su causa y evolución. Se puede tardar varios años en recuperar la normalidad. En los casos en que los síntomas se instauran muy rápidamente es más difícil la curación sin secuelas. Por el contrario, cuando la mejoría no se produce en los primeros cinco meses tras el tratamiento, la evolución suele ser peor, dejando secuelas en el paciente.
La mielosis funicular es la degeneración de la médula espinal. Se trata de una enfermedad desmielinizante, casi siempre combinada (afecta a varios cordones medulares). Aparece vinculada a la anemia perniciosa y a la aclorhidria gástrica y da lugar a parestesias, debilidad muscular y alteraciones de la sensibilidad.
Las secuelas de la mielitis pueden ser alteraciones de la sensibilidad, adormecimiento de extremidades y, en algunos casos, parálisis mantenida.
La neuromielitis óptica es una enfermedad neurológica vinculada con la esclerosis múltiple que produce una desmielinización a nivel del nervio óptico y de la médula espinal. Suele ser una enfermedad que actúa en brotes y da lugar a una recuperación posterior no total, con una discapacidad progresiva. Muchos de los pacientes afectados pueden perder la vista.
Bibliografía: