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Lunares en bebés: ¿Cuándo empiezan a salir?

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Los lunares de los recién nacidos son lunares o nevus congénitos, un tipo de lesión de la piel que está presente ya en el nacimiento. Es importante establecer un control sobre su evolución para evitar complicaciones, especialmente la aparición de un melanoma.



Lunares en bebés: ¿Cuándo empiezan a salir?

¿Cuándo empiezan a salir los lunares a los bebés?

Los lunares son una proliferación benigna de melanocitos, las células encargadas de producir la melanina que da color a la piel. Gran cantidad de lunares se desarrollan durante la infancia y adolescencia y su número se estabiliza hacia los 25 años de edad. Aproximadamente el 1% de los recién nacidos presentan algún lunar congénito. La gran mayoría no suponen ningún riesgo, si bien en el caso del nevus melanocítico congénito gigante y los nevus clínicamente atípicos pueden requerir extirpación.

Además de los lunares congénitos, presentes al nacer, también existen los lunares adquiridos, que suelen aparecen después de los 6-12 meses de edad y aumentan de tamaño con el crecimiento. Suelen ser de un tamaño inferior a 5 mm de diámetro, son simétricos y muestran una coloración uniforme. Su número es muy variable entre individuos y pueden aparecer en cualquier zona de la piel.



¿Cuándo preocuparse por lunares en los bebés?

Como se ha dicho, la gran mayoría de los lunares congénitos no suponen un problema para el bebé, pero es preciso hacer un seguimiento de los mismos. Es normal que aumenten de tamaño a medida que el bebé vaya creciendo. Debe ser el Dermatólogo el que determine el grado de seguimiento y las precauciones que se deberán tomar. Por lo general, se tendrá en cuenta el tipo de piel, la cantidad y tipo de nevus, el momento de su aparición y los antecedentes familiares, tanto de lunares como de cáncer de piel.

En el caso del melanoma, los factores de riesgo en el niño incluyen:

  • La presencia de nevus melanocítico congénito.

  • Ser portador de un número importante de nevus y nevus atípicos.

Es importante identificar las lesiones melanocíticas con un riesgo aumentado de malignización que requieran un diagnóstico y tratamiento precoz. Aunque el melanoma maligno es un tumor infrecuente en el niño, en el adulto es un cáncer que está aumentando su prevalencia y también en adolescentes y jóvenes de 14 a 20 años.



Causas y riesgos de los lunares en bebés

Los lunares congénitos están presentes en aproximadamente el 1% de los recién nacidos, incluyendo cualquier lunar que aparece durante las dos primeras semanas de vida. Estos se pueden clasificar según su tamaño en:

  • Pequeños (menores de 2 cm). Se suele recomendar la extirpación en lesiones muy oscuras o de aspecto multinodular en las cuales la detección de una transformación a melanoma sería complicada, al igual que los localizados en zonas de difícil seguimiento, como el cuero cabelludo, plantas de los pies o la región genital.

Es recomendable diferir la extirpación hasta una edad del niño que le permita colaborar en la intervención con anestesia local.

  • Intermedios (de 2 a 20 cm). Pueden ser precursores de melanoma y se debe considerar su extirpación preventiva para disminuir el riesgo. Deben ser evaluados siempre de forma individualizada.

  • Gigantes (más de 20 cm). Presenta una pigmentación irregular con un aspecto infiltrado y multinodular en ocasiones con un vello grueso y tosco. Se estima que el riesgo acumulativo probable en toda la vida de transformación maligna es del 5 al 15 %. Este riesgo parece ser mayor en los primeros años de vida (de 3 a 5 años). Se suele recomendar su extirpación temprana.

Factores de riesgo para la aparición y multiplicación de lunares

Más allá de los lunares congénitos, uno de los factores claramente relacionados con un mayor número de nevus es la exposición al sol. Esta exposición aumentada, en combinación con las características personales de cada individuo, como los fototipos de piel I y II (ojos claros, piel clara, pelo rubio o pelirrojo) influye en un mayor número de nevus y en el riesgo aumentado de transformación maligna.

En el melanoma, el riesgo se relaciona principalmente con la sensibilidad solar y un exceso de exposición solar y quemaduras solares durante la infancia. Por ello, es imprescindible una protección contra el sol, sobre todo durante la infancia y adolescencia, especialmente en casos de piel clara con múltiples lunares o si estos son atípicos. Es importante utilizar cremas que protejan contra la radiación ultravioleta A (UVA) y B (UVB). Además de limitar la exposición y las cremas protectoras, es recomendable el uso de prendas de vestir y gafas de sol.

Por otro lado, la depresión inmunitaria, independientemente de su causa, también se relaciona con un mayor número de lunares.

Por último, también puede incidir un factor genético en la probabilidad de una transmisión familiar. Es el caso del síndrome familiar, asociando un gran número de nevus de características atípicas con un riesgo importante de aparición de melanoma.



Tratamiento

Prácticamente todas las personas son portadoras de algún lunar, siendo la mayor parte de estas lesiones inocuas. La transformación maligna de un nevus melanocítico congénito es infrecuente, excepto en los nevus congénitos gigantes.

En cualquier caso, el objetivo principal del tratamiento es reducir el riesgo de desarrollar un cáncer de piel y, en un segundo término, mejorar el aspecto estético del niño, si este se ha visto comprometido.

En los lunares pequeños se recomienda un control periódico de los cambios en el color, el tamaño o en el aspecto de sus bordes.

En los lunares medianos se recomienda una biopsia para analizar su estructura interna. Cuando son superficiales el riesgo de malignización es bajo. Sin embargo, cuando son profundos, existe un mayor riesgo y se recomienda su extirpación mediate cirugía.

Finalmente, en los nevus gigantes el tratamiento es más complejo por el área afectada. Se deben extirpar precozmente y reparar la zona de la piel afectada mediante injertos.