Gammagrafía ósea en cualquier ciudad

La gammagrafía ósea es una prueba diagnóstica a través de la imagen que permite identificar problemas en los huesos, especialmente cáncer. Mediante su aplicación podemos detectar con prontitud la presencia de cáncer óseo o diseminado desde otras partes del cuerpo, así como osteomielitis e infecciones de huesos o médula ósea. Esta labor la realizan profesionales de medicina nuclear, siempre tras prescripción médica. Gracias a las imágenes del organismo que proporciona, facilita la revisión del estado óseo. Para su realización, se inyectan pequeñas cantidades de radiomarcadores (materiales radiactivos) en la vena. Si hay zonas que los absorben en mayor o menor medida, indica riesgos de anomalías o patologías.

Qué es la gammagrafía ósea

Esta prueba de diagnóstico por imagen a través de medicina nuclear es muy útil para verificar cómo se encuentran los huesos. El resultado de una gammagrafía ósea permite establecer la posibilidad de estar sufriendo cáncer de huesos o metástasis en ellos, así como otras enfermedades y anomalías óseas, incluidas fracturas e infecciones.

Como muchos otros procedimientos de medicina nuclear, conlleva la introducción de elementos radiactivos en el torrente sanguíneo. Estos radiosondas o radiomarcadores se desplazan con la sangre por la zona apropiada. Mientras, una cámara gamma especial recoge estos rayos en el organismo: de este modo, permite advertir la actividad molecular dentro del cuerpo. Así, el analista puede interpretar la realidad y reconocer con claridad cuáles son las zonas delicadas.

Es un procedimiento invasivo e indoloro. Como consecuencia de su mayor o menor absorción del radiofármaco inyectado, las partes dañadas se identifican por una tonalidad más brillante, y más oscura o más clara, que las sanas. Entre sus ventajas, destaca la rápida detección de los problemas, así como la posibilidad que nos ofrece para comparar la evolución o respuesta de los huesos ante tratamientos e intervenciones.

¿Para qué sirve la gammagrafía de huesos?

Cuando nos preguntamos qué detecta una gammagrafía ósea, estas son las respuestas habituales:

• Localizar cáncer de hueso.
• Advertir si un cáncer procedente de otras partes se ha instalado en la estructura ósea del paciente.
• Explicar el origen y la ubicación de un dolor óseo carente de sentido hasta el momento.
• Diagnosticar fracturas óseas cuando no se aprecian claramente con una radiografía. Es algo que suele suceder, por ejemplo, en fracturas de cadera o por estrés.
• Reconocer la presencia de infecciones y otros daños en los huesos, como pueden ser los causados por la llamada enfermedad de Paget.

El resultado de la gammagrafía ósea, por lo general, es muy revelador. Sobre todo a la hora de establecer qué huesos o partes del esqueleto se encuentran afectados.

Cómo se realiza la gammagrafía ósea

Aunque no es una prueba dolorosa, sí resulta invasiva y potencialmente tediosa. Sobre todo porque los pacientes debemos aguardar a menudo varias horas, entre dos y cinco, desde que se inyectan los radiomarcadores hasta que se analizan las imágenes. En otros casos, sin embargo, el reconocimiento es inmediato. Leer un libro o tratar de descansar es lo mejor que se puede hacer en ese impás de tiempo. Suele ser habitual tener que ingerir mucha agua durante la espera. Por ello, es recomendable no beber demasiado antes de la prueba, de forma que podamos asumir esta fase con naturalidad y sin demasiada dificultad.

En los momentos previos no hay que realizar nada especial. Eso sí, es imprescindible informar al doctor si estamos embarazadas o dando el pecho. Ante el consumo de algún medicamento con bismuto, o haber sido sometidos a una radiografía mediante contraste de bario en los cuatro días previos, suelen desaconsejar esta prueba. Los resultados, en ambos casos, podrían verse alterados.

Por lo general, se suelen retirar las joyas y los ornamentos metálicos. Asimismo, lo normal es vestirse con una bata sanitaria. El procedimiento comienza con la inyección de los radiofármacos en la vena del brazo. Según el motivo de la prueba, habrá que esperar al visionado durante un periodo de tiempo concreto. Como hemos comentado, pueden llegar a ser hasta cinco horas. Con todo, suele ser normal realizar un visionado previo antes de aguardar el tiempo necesario. De este modo se tiene información de referencia para comparar.

Durante el reconocimiento visual, tendremos que acostarnos en la camilla y mantenernos inmóviles. El dispositivo es una especie de brazo que sostiene una cámara sensible a las sustancias radiactivas. Se irá moviendo hacia adelante y atrás del cuerpo, tomando las imágenes necesarias.

En algunos casos, la duración de la prueba de gammagrafía ósea, una vez iniciada, llega a alcanzar una hora.

Finalizada la gammagrafía de huesos, no se suele presentarse ningún efecto secundario. Ni siquiera es necesario llevar a cabo un seguimiento médico personalizado. Al cabo de un par de días, la radioactividad desaparece por completo.

El resultado de la gammagrafía ósea

Esta exploración por imágenes es muy valiosa para localizar cualquier clase de anomalías. Un radiólogo cualificado es capaz de encontrar evidencias de metabolismo óseo anormal en estas pruebas.

Son, precisamente, de dos tipos:

• Zonas de hipercaptación. Absorben más radiactividad y, por eso, se presentan más oscuras.
• Zonas de hipocaptación. Son mucho más claras que el resto, porque no se han acumulado o lo han hecho en muy pequeñas cantidades.

No es tan eficaz, sin embargo, para establecer cuál es la causa del problema. Por eso, cuando el resultado de gammagrafía ósea muestra una alerta, suele ser la antesala de otras pruebas y análisis posteriores.

Dónde nos podemos hacer una gammagrafía de huesos

Los centros asociados a Savia son los que aportan máxima fiabilidad al realizar esta prueba diagnóstica por imagen. En concreto, recomendamos acudir a estos espacios de radiología, localizados en:

• Alcalá de Henares (Madrid).
• Barcelona.
• Madrid.
• Móstoles.

¿Cuánto cuesta la gammagrafía de huesos?

En gammagrafía ósea el precio puede variar significativamente en función del tipo de centro médico elegido. De hecho, es posible encontrar una horquilla que oscila entre los 130 euros de las opciones más baratas y los 320 euros de las más caras. Cuando acudimos a centros cualificados y con una sólida trayectoria en medicina nuclear en general, y gammagrafía ósea en particular, nuestra tranquilidad debe ser la máxima: todo irá muy bien.