El picor o prurito en la piel es un síntoma de alguna enfermedad en la piel o de otras enfermedades y una de la principales razones por las que se acude a la consulta del dermatólogo. Afecta a un tercio de la población mundial y para muchos es considerado como un síntoma insoportable. Cuando la piel está dañada, el sistema inmunitario la defiende liberando una sustancia llamada histamina, que es la causante del picor y enrojecimiento de la piel. El picor se puede sentir en una zona determinada de la piel o bien en todo el cuerpo y provoca el deseo o necesidad, a veces incontrolable, de rascarse.
El picor puede ser agudo o crónico, si este se alarga en el tiempo. Las percepciones que tenemos en la piel pueden ser en forma de picor, pinchazos, quemazón, hormigueo, ardor, pequeñas descargas eléctricas, entumecimiento e hipersensibilidad de la piel.
Las causas pueden ser muy diversas, la más común es la sequedad de la piel (xerosis) como consecuencia del envejecimiento, o factores externos como la contaminación ambiental, aire acondicionado, calor excesivo, aire seco, exceso en la higiene o tejido de la ropa. Además este tipo de picor se suele manifestar sin lesiones cutáneas.
Otras causas pueden ser:
Prurito o picor generalizado:
Prurito o picor localizado:
Para el diagnóstico es importante saber el grado de picor, cuándo aparece, y si es continuo así como si el paciente puede relacionarlo con algún agente externo, bien alimento, medicamento u otra sustancia de contacto, si ha tenido contacto con alguna persona con una enfermedad infecto-contagiosa o con animales, si ha viajado fuera de España recientemente etc… Además se completa el estudio con:
El tratamiento dependerá de la causa que lo haya originado. Si es debido a una enfermedad el tratamiento irá dirigido a esa enfermedad concreta, si se conoce el causante, se intenta retirarlo, como en el caso de los medicamentos, o evitar su contacto en caso de agentes externos.
Lo principal es calmar el picor y para ello es importante :
Es un síntoma de alerta que nos indica alteración de la piel por agentes externos o internos y que nos obliga, irremediablemente, a rascarnos de forma persistente debido a la liberación de histamina (sustancia defensora del sistema inmunitario). Puede afectar a todo el cuerpo o localizarse solo en una zona dependiendo del agente causante. Es un síntoma muy molesto y para muchos es insoportable. Las causas que lo desencadenan son múltiples, generalmente sin secuelas y es la mayor razón de consulta médica en el mundo.
La sarna o escabiosis es una enfermedad de la piel causada por el ácaro parásito llamado Sarcoptes scabiei. Estos ácaros excavan túneles bajo la piel de los humanos donde depositan sus huevos provocando ronchas, erupciones y ampollas que pican sobre todo por la noche. Se contagia fácilmente de persona a persona por contacto íntimo como en las relaciones sexuales, o al compartir ropa o toallas con una persona afectada. Es muy común en zonas de hacinamiento como asilos, campamentos, prisiones y guarderías. El tratamiento es la aplicación de una loción antiparasitaria de Permetrina, Lindano, Crotamitón o Ivermectina, que debe aplicarse por todo el cuerpo tanto la persona afectada como las que convivan con ella, así como lavar toda la ropa que ha estado en contacto con el afectado.
La roncha, urticaria o abón es una afectación de la piel que se manifiesta en forma de área ligeramente elevada, de color rosado o rojizo y muy molesta por el picor que produce. Aparece por múltiples causas y de forma súbita, es evanescente, es decir que pasadas 24 horas desaparece. La roncha es producida porque una sustancia llamada histamina sale fuera de los vasos sanguíneos y provoca esas manifestaciones.
El eczema es una lesión inflamatoria de la piel, también conocida como dermatitis. No es contagiosa, se desconoce sus causas aunque se cree que estas son ambientales o genéticas. Es una enfermedad de larga duración donde hay periodos de mejoría y otros de empeoramiento. La más común es la dermatitis atópica y afecta más a bebés y niños, y a medida que crecen puede desaparecer o mantenerse de forma crónica. En el tratamiento, aparte de medicación, se aconseja un buen cuidado de la piel evitando agentes irritantes como ciertos jabones, algunas telas, estrés, y contacto con animales entre otros.