El dolor lumbar, también denominado lumbalgia o más comúnmente lumbago, es todo aquel dolor localizado en la parte inferior de la espalda. Es uno de los dolores más comunes de la zona de la espalda y suele ser manifestado por una distensión muscular lumbar.
Los diferentes tipos de dolor lumbar se dividen en:
A su vez, cada dolor lumbar se diferencia en dolor lumbar agudo cuando mejora con reposo y antiinflamatorios en un período corto de días o semanas, mientras que el dolor lumbar crónico no mejora con descanso y suele durar más de doce semanas.
Las causas más frecuentes que pueden provocar dolor lumbar o lumbalgia son: una distensión muscular provocada por ejemplo por realizar movimientos bruscos y repentinos o levantar demasiado peso, y/o por enfermedades que afectan a la columna vertebral como pueden ser la ciática, una hernia discal o artrosis.
El profesional médico tendrá en cuenta el historial clínico del paciente y realizará una completa anamnesis (serie de preguntas) para efectuar el diagnóstico, que se basará también en una exploración física realizada en ese momento para determinar cualquier pérdida de sensibilidad o debilidad muscular y descubrir la causa del dolor.
No siempre resulta necesario, pero el médico puede requerir realizar una radiografía o una resonancia magnética para descartar fracturas óseas, lesiones en los tejidos u otras patologías.
El tratamiento del dolor lumbar depende de si el dolor es agudo o crónico.
Si el dolor es agudo, conviene descansar unos días para aliviar el mismo, pero no más de tres o cuatro. Posteriormente se deben realizar ejercicios de estiramiento y volver a la rutina cuanto antes sin realizar sobreesfuerzos para no debilitar la musculatura de la espalda.
Para aliviar el dolor y la inflamación, el profesional sanitario suministra medicamentos analgésicos y antiinflamatorios y suele recomendar aplicar en la zona, varias veces al día, calor y frío mediante compresas para aliviar la sintomatología e ir recuperando la movilidad.
La fisioterapia nos ayuda a fortalecer los músculos de la zona y a mejorar la flexibilidad y la movilidad, además de enseñarnos medidas de higiene postural para mantener una correcta posición en nuestro puesto de trabajo y nuestro día a día que nos impida volver a padecer dolencias lumbares.
Cuando estos tratamientos no conducen a que el dolor mejore o este se vuelve crónico, se pueden incluir en el tratamiento inyecciones epidurales o periarticulares, para reducir la inflamación y el dolor local.
La cirugía solo se recomienda si la lesión empeora y las pruebas de diagnóstico de imagen indican algún cambio estructural que puede ser corregido mediante un procedimiento quirúrgico. Esta técnica consiste en fijar las vértebras afectadas mediante un injerto óseo con tornillos u otros implantes metálicos, tratando así de estabilizar la columna lumbar. También es posible que los especialistas valoren la inserción de una prótesis discal.
El dolor lumbar agudo es de corta duración, suele durar un período de unos días o semanas hasta tres meses, mientras que el dolor lumbar crónico persiste más de tres meses. No obstante, la mayoría de casos de dolor lumbar agudo suele curarse en unas seis semanas.
Consideramos a la parte baja de la espalda como la zona lumbar (a la altura de los riñones), esto es así puesto que es donde se sitúa el músculo cuadrado lumbar por encima de los músculos glúteos. La zona lumbar es una de las áreas donde más dolores de espalda se manifiestan.
Una hernia es una protuberancia producida a consecuencia de salirse una parte de un órgano interno o tejido de su órgano contenedor mediante un orificio en la pared muscular ya debilitada. Podemos dividir las hernias en inguinal, umbilical, de hiato, discal o incisional, según sea la zona en la que se produce.
El dolor de espalda puede ser producido por diversas causas, entre ellas destacan: una lesión muscular provocada por algún sobreesfuerzo realizado o movimiento repentino, una mala postura o un accidente, enfermedades que afectan a la columna vertebral (como una hernia de disco, escoliosis, osteoporosis o artritis), o una fractura de una vértebra.
Las enfermedades más comunes que afectan a la columna vertebral son: escoliosis, espina bífida, estenosis, mielitis transversa, esclerosis, espondilosis, espondilitis, hipercifosis, hernia discal, artritis, ciática, cifosis, lordosis, entre otras.