La vacuna del sarampión es una preparación destinada a producir defensas (anticuerpos) en el organismo activando el sistema inmune para destruir el virus del sarampión. Esta vacuna se administra habitualmente de forma conjunta con otras dos más, la vacuna de la rubéola y la vacuna de la parotiditis. Es lo que se denomina vacuna triple vírica. Es una vacuna segura y eficaz y su administración está recomendada a todos los niños salvo si existe alguna contraindicación.
En España, como en la mayoría de los países desarrollados, la vacuna forma parte del calendario de vacunación infantil:
Los lactantes vacunados antes de 1 año requerirán dos dosis adicionales más.
La vacuna contra el sarampión está indicada en todos los niños a partir de los 12 meses de edad. Adolescentes y adultos que no han recibido nunca la vacuna, o no la han recibido de forma completa (dos dosis) y que, además, no hayan padecido las tres enfermedades, el personal sanitario y viajeros internacionales. Las mujeres embarazadas no vacunadas y que nunca hayan pasado las enfermedades se vacunarán inmediatamente después del parto.
Las personas que no han pasado el sarampión y que no están vacunadas, hayan estado en contacto directo con otras contagiadas de sarampión, se pondrán la primera dosis de la vacuna en las primeras 72 horas de haberse puesto en contacto con ellos.
También deben vacunarse las personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que no hubieran sido vacunadas ni hubieran pasado el sarampión, si su sistema inmune lo permite.
No existe vacuna del sarampión comercializada actualmente, por lo que se administra en la vacuna Triple Vírica (sarampión, parotiditis y rubéola)
Gracias a la vacuna frente al sarampión (contenida en la triple vírica), el número de casos de sarampión se reduce (en Europa ha descendido un 90% desde los años 90). La vacunación ayuda a detener la cadena de infección, prevenir la infección de bebés muy pequeños, y de personas que no pueden ser vacunados porque padecen enfermedades debilitantes o deficiencias del sistema inmune importantes.
Se necesitan coberturas de vacunación de al menos 95% para conseguir inmunidad comunitaria que proteja a todos los miembros.
Los posibles riesgos y efectos adversos que se pueden presentar con la vacuna del sarampión incluida en la vacuna triple vírica son:
La vacuna se administra por vía subcutánea, previa desinfección de la zona, en el brazo o muslo dependiendo de la edad.
Se debe informar siempre al médico y enfermero/a de las posibles enfermedades y alergias que se padezcan, para que ellos puedan valorar la indicación o no de la vacuna en cada situación concreta.
Como cualquier otra vacuna, no debe administrarse en caso de padecer fiebre alta o una infección activa.
Está contraindicada en personas con alteraciones graves del sistema inmune (inmunodeprimidos).
En general, esta vacuna se puede administrar a las personas alérgicas al huevo, pero deben informar adecuadamente antes al personal sanitario.
No se debe administrar en personas con alergia a la gelatina hidrolizada ni intolerancia a la fructosa (ya que son sustancias que forma parte de la composición de la vacuna).
Es una vacuna que se tolera bien y con pocos síntomas después de su administración.
La vacunación ha reducido la mortalidad mundial en un 79% entre el año 2000 y el 2015, lo que convierte a esta vacuna en una de las mejores inversiones en salud pública. Tras la vacunación, casi un 100% de los pacientes adquiere inmunidad, colaborando así, además, a conseguir la inmunidad de protección de la comunidad donde vive el paciente.
La vacuna contra el sarampión está incluída en la triple vírica ( sarampión, parotiditis, rubéola) los niños reciben dos dosis a lo largo de la infancia. Actualmente en el calendario vacunal a los 12 meses y 3-4 años.
La vacuna MMR es la vacuna triple vírica que comprende la protección frente a los virus del sarampión, parotiditis y rubéola (en español SPR, en inglés MMR).
El curso de la enfermedad se divide en cuatro fases bien definidas:
La rubéola es un infección viral contagiosa que se manifiesta por la aparición de lesiones en la piel o erupciones, inflamación de los ganglios linfáticos o adenopatías, malestar general y dolor leve de las articulaciones. Si se produce la infección en el primer trimestre del embarazo pueden producirse abortos, muertes fetales o defectos congénitos.
Los síntomas del sarampión son fiebre, tos, moqueo, conjuntivitis, aparición de lesiones en la mucosa de la boca (manchas de Koplik) y aparición de erupciones en la piel, que comienzan en la cabeza y se va extendiendo por el cuello, tronco, brazos y piernas pudiendo afectar a las palmas de las manos y plantas de los pies. En raras ocasiones pueden verse afectados los oídos, pulmones y cerebro. Tras la desaparición de las lesiones de la piel aparece una ligera descamación (excepto en las palmas de las manos y las plantas de los pies).