La pulsioximetría es un método no invasivo que monitoriza de manera continua la saturación de oxígeno transportado por la hemoglobina (hemoprotenía de la sangre, el pigmento rojo cuya función consiste en captar el oxígeno de los alvéolos pulmonares y comunicarlo a los tejidos, y en tomar el dióxido de carbono de estos y transportarlo de nuevo a los pulmones para expulsarlo). Permite conocer los valores de oxígeno en la sangre para valorar y diagnosticar situaciones de insuficiencia respiratoria en el paciente.
No existe otra forma de realizar esta prueba salvo la explicada en este artículo. Lo que sí que existen son varios tipos de pulsioxímetros, dependiendo de la colocación de estos:
Debemos tener alcohol, quitaesmalte, monitor de pulsioximetria y transductor (dispositivo capaz de transformar o convertir una determinada manifestación de energía de entrada, en otra diferente a la salida). Se debe consultar que el pulsioxímetro tenga pilas y funcione correctamente antes de proceder a usarlo.
Se explica al paciente en qué consiste la medición y se le informa de que no debe mover el dedo para tratar de no desplazar el sensor.
Se debe realizar la medición lejos de una fuente de luz importante como focos o lámparas alógenas.
El paciente deberá lavarse las manos con jabón antiséptico. Se necesita un pulsómetro, que en la mayoría de los casos será en forma de pinza. El pulsómetro tiene un productor de luz que se refleja en la piel del pulpejo del dedo (zonas blandas del dorso de cada dedo), este va a medir la cantidad de luz absorbida por la oxihemoglobina (derivado inestable y reversible de la hemoglobina combinada con oxígeno. Representa la forma transportadora de oxígeno de la hemoglobina) que circula en el paciente.
El profesional seleccionará una zona con buena vascularización, evitando prominencias óseas. En neonatos se puede usar el dorso del pie o de la mano, y en niños y lactantes los dedos medios, como el índice y el anular.
Se realiza un pequeño masaje en el pulpejo del dedo del paciente, luego se coloca el pulsómetro en la zona elegida, usando esparadrapo para su sujeción si es necesario y advirtiendo al paciente de que debe procurar no moverlo.
En aquellas situaciones en las que tengamos hipotermia (disminución de la temperatura del cuerpo por debajo de lo normal), hipotensión (presión excesivamente baja de la sangre sobre la pared de las arterias), o mala perfusión, se buscarán zonas centrales como el tabique nasal, el lóbulo de la oreja o la frente.
El pulsómetro emite la siguiente información:
En general la pulsioximetría no suele dar complicaciones, pero conviene tener en cuenta que no se debe colocar el sensor en la misma mano donde está el manguito de la tensión. También hay que saber que algunos tipos de sensores están contraindicados en personas alérgicas al esparadrapo, preguntar siempre antes al paciente.
La saturación de oxígeno se mide en porcentajes, de este modo se considera:
La saturación de oxígeno normal está entre 98-100%, pero en personas mayores hasta un 95% es óptimo.
En bebés hasta los 5 años es de 120-150%.
La hipoxemia crónica se produce cuando existe una inadecuada cantidad de oxígeno en la sangre arterial necesaria para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Se puede deber a complicaciones de enfermedades respiratorias coexistentes, como EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), síndrome de dificultad respiratoria aguda, altura elevada, o apnea del sueño, entre otras. Es una situación que debe corregirse con la mayor brevedad posible, ya que puede llegar a ser mortal.
Entre sus síntomas encontramos: sueño excesivo, sensación de falta de aire, dolor de cabeza o cambios de estado de ánimo como irritabilidad repentina.
Su medición se realizará por pulsioximetría y mediante una gasometría arterial. Dependiendo de la causa desencadenante, el tratamiento puede ser la administración de oxígeno o rehabilitación pulmonar.
La hipoxia es la situación clínica en la cual se produce una deficiencia de la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos y a los órganos. Cuando esta situación se prolonga, las células que componen los órganos se pueden ver gravemente dañadas, por lo que debe corregirse rápidamente.
Entre sus principales síntomas encontramos: dificultad para coordinar movimientos, discurso incoherente, pérdida de memoria a corto plazo o alteraciones visuales.
El tratamiento tendrá como finalidad conseguir una correcta perfusión de oxígeno a todo el organismo.
Un paciente estará saturando bajo cuando realicemos una medición de saturación y sus valores estén por debajo de lo normal, es decir, que su cuerpo no está recibiendo la cantidad de oxígeno necesaria para su correcto funcionamiento. Es una situación que debe tratarse para evitar posibles complicaciones.
La insuficiencia respiratoria se produce cuando no existe una correcta difusión de oxígeno y se ven afectados los órganos y tejidos, pudiendo producirse además una acumulación de dióxido de carbono en el organismo, altamente dañina para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo.
Las personas que lo sufren pueden presentar disnea (ahogo o dificultad en la respiración), coloración azulada de la piel (cianosis), estado de confusión o somnolencia, e irregularidad en el ritmo cardíaco. Cuando la insuficiencia es leve, el organismo tiende a compensarla produciendo una respiración corta y profunda, pero cuando es más avanzada, si esta situación no se corrige y puede dañar el corazón o los pulmones.
El tratamiento dependerá de la causa de la insuficiencia, suele solucionarse con la administración de oxígeno, pero si se ha producido una intoxicación por dióxido de carbono, esta administración de oxígeno tiene que ser controlada. En caso de que el desencadenante sea la aparición de una enfermedad respiratoria se ha de resolver cuanto antes.