La diálisis es un tratamiento que se basa en sustituir la función de los riñones ante un fallo renal por el cual éstos han dejado de realizar su labor.
De esta forma el organismo del paciente elimina las toxinas, sustancias de desecho y líquidos que el cuerpo del paciente no puede realizar por sí solo, y se realiza de manera artificial filtrando la sangre.
Para que la máquina que realiza la diálisis pueda filtrar la sangre, se requiere estar en contacto con ella por lo que se coloca un acceso arterio-vascular al paciente que tiene dos conductos: uno que lleva la sangre a la máquina y otro que la devuelve.
Se acumulan 300 mililitros de sangre del paciente, que mediante una bomba se envían a la máquina para que la filtre, eliminando las sustancias de desecho y los líquidos. Una vez filtrada vuelve al cuerpo del paciente.
Los pacientes sometidos a diálisis no suelen miccionar mucho, por lo que entre las sesiones pueden ganar algunos kilos, que perderán tras la filtración de sangre por la acumulación de líquidos.
La diálisis está indicada para pacientes cuya función renal es inferior a un 15% produciéndose lo que se conoce como insuficiencia renal, siendo la diálisis y el trasplante de riñón las únicas opciones de tratamiento.
El principal objetivo de la diálisis es suplir la función de los riñones eliminando las sustancias de desecho y los excesos de líquido que hay en el organismo, así como equilibrar el PH. Se aplica como tratamiento ante la espera de un trasplante.
La diálisis intenta suplir la función renal, pero en muchas ocasiones no lo logra en su totalidad y el paciente no percibe una mejoría, y por el contrario adquiere otras enfermedades que complican el tratamiento. Las más frecuentes son:
No obstante, cada paciente requiere unas necesidades concretas y su estado de salud como la etapa en la que se encuentre la enfermedad y su avance determinará los riesgos del tratamiento.
Una vez determinado en el diagnóstico del paciente la necesidad de someterse a diálisis, empezará a prepararse el tratamiento.
Se requiere aproximadamente un mes de preparación, ya que el cirujano deberá colocar un acceso vascular al torrente sanguíneo, que consiste en un acceso al organismo que permite que se extraiga la sangre y la devuelva filtrada. El mes previo es requerido ya que el acceso vascular debe estar curado antes de iniciar la diálisis.
Existen distintos tipos de accesos que variarán según las necesidades del paciente. El principal es la fístula arteriovenosa, que conecta una arteria y una vena y se suele colocar en un brazo.
Tras cada sesión se retiran las agujas del acceso vascular, y se aplica un vendaje compresivo para evitar que sangre.
Puedes sentir síntomas de mareos o nauseas que deben pasarse a lo largo del día. Si no presentas ningún síntomas puedes retomar tu vida diaria normal hasta la siguiente sesión.
Si el tratamiento de diálisis se aplica ante un fallo renal repentino y temporal la probabilidad de recuperación es muy elevada y al cabo del tiempo dejará de ser necesario someterse al tratamiento.
Si el fallo renal por el contrario no es fruto de una lesión repentina el paciente puede necesitar diálisis durante largos periodos, y aunque la probabilidad de recuperación es elevada deberá evaluarse cada caso, siendo los resultados muy variados según lo avanzada que esté la enfermedad y el estado de salud general del paciente.
La diálisis como tratamiento no produce dolor, puedes sentir molestias al colocar el acceso vascular previamente.
Si durante la aplicación el paciente padece dolores debe comunicarlo.
En función de cada paciente puede ser de por vida o no:
Si el fallo renal es por una lesión repentina la diálisis puede ser temporal. No obstante esto no es tratamiento curativo, sino que se emplea como puente antes de realizar un trasplante de riñón o para mejorar la calidad de vida de quienes por los riesgos no pueden someterse a dicho trasplante.
Suele durar unas 5 horas cada sesión.
Generalmente el paciente se somete a tres sesiones por semana, dejando un día de descanso entre sesión y sesión.
Puede variar según cada paciente y caso.
Si el otro riñón está en buen estado de salud y el paciente tiene un dieta sana sin excesos y con mucha hidratación no es necesario someterse a diálisis.
El médico le guiará en su tratamiento y necesidades.