La betametasona es un fármaco glucocorticoide sintético de acción prolongada que actúa como inmunosupresor y antiinflamatorio.
La betametasona es un fármaco ampliamente usado para diferentes enfermedades:
Los efectos secundarios de la betametasona están en relación, sobre todo, con el uso a largo plazo, siendo menos frecuentes cuando se usan por corto espacio de tiempo, aunque se usen a dosis más elevadas.
Efectos cardiovasculares, se encuentran, entre ellos, la trombosis y tromboflebitis, arritmias cardiacas, hipertensión arterial o empeoramiento de la misma.
Efectos dermatológicos, puede dar lugar a atrofia dermatológica, estrías, vitíligo, hiperpigmentación, infección en la piel, hirsutismo, eritema facial, cicatrización de las heridas. Puede producir paniculitis, necrolisis epidérmica y síndrome de Stevens Johnson, estos últimos con una susceptibilidad de la persona por causas no bien conocidas, erupciones, exantemas, dermatitis de contacto.
Efectos endocrinológicos, son unos de los más importantes, la hiperglucemia que puede dar lugar a la aparición de una diabetes no conocida previamente o al mal control de la misma, síndrome de Cushing, aumento de peso, amenorrea y trastornos del ciclo menstrual y alteraciones en el desarrollo con disminución del crecimiento en niños.
Efectos secundarios en los electrolitos pudiendo producir disminución del potasio, del calcio y alcalosis metabólica.
Efectos gastrointestinales frecuentes son náuseas, vómitos, aumento del apetito, dolor abdominal, pancreatitis, gastritis y esofagitis que pueden dar lugar a úlceras gástricas y hemorragias digestivas.
Al bajar la inmunidad, puede ocasionar la aparición de infecciones y reactivación de infecciones como tuberculosis.
Efectos osteomusculares, como osteoporosis, fracturas óseas, miopatías, miastenia, daños en los tendones como tenosinovitis y ruptura tendinosas, con mayor frecuencia del tendón de aquiles. Osteonecrosis, en especial, en cabeza de fémur y húmero.
Efectos en el sistema nervioso central como euforia, cefalea, vértigo, insomnio, nerviosismo, parestesias, neuritis, alteración en el humor, psicosis e hipertensión intracraneal.
En el embarazo no es recomendable su uso, salvo en el caso de amenaza de parto prematuro entre la 24 y 36 semanas de embarazo, que se usa para evitar el distress respiratorio del recién nacido prematuro, al estimular la maduración pulmonar del feto.
La betametasona se excreta por la leche materna y puede afectar al lactante, se recomienda que se usen otros glucocorticoides que no se excreten por la leche.
El uso de betametasona conjuntamente con las vacunas de virus atenuados de sarampión, rubéola, de bacterias como la salmonella, produce una disminución de la inmunidad de las vacunas.
No se debe usar junto con fármacos antiinflamatorios, ni aspirina, por el mayor riesgo de hemorragias gastrointestinales al usar ambos fármacos.
El uso junto con adenosina puede potenciar la toxicidad cardiaca de esta última.
El uso de betametasona junto con aldocumar puede dar lugar a alteración en el tiempo hemorrágico, causando un mayor riesgo de hemorragias.
El uso concomitante con antibióticos como la eritromicina aumenta el efecto de los glucocorticoides.
El uso con salbutamol puede dar lugar a un mayor número de arritmias cardiacas.
La betametasona se encuentra en ampollas ya sea para su uso intramuscular como intravenoso, existe dentro del uso intramuscular una forma depot, esto quiere decir que permanece más tiempo, no siendo necesario su uso diario si no que se puede espaciar el tiempo permaneciendo hasta 72 horas en el organismo.
Se puede decir que no hay un tiempo límite para el uso de la betametasona, pero este será el mínimo posible, y con la dosis mínima, que permita el control de los síntomas en enfermedades reumáticas. Cuando se consigue bajar la inflamación y, por tanto, el dolor, se procede a descender la dosis, de forma paulatina, hasta suspenderla totalmente.
En situaciones como el asma, se darán dosis de duración corta para controlar los posibles efectos secundarios de la betametasona.
La mayoría de los efectos secundarios de la betametasona se deben al uso continuado del fármaco durante largos periodos de tiempo.
La betametasona puede usarse en niños, pero en ellos se usa principalmente como parte del tratamiento de leucemias y linfomas. El uso para otras enfermedades en niños es poco frecuente, ya que puede producir alteración del crecimiento.
La betametasona produce efectos secundarios tanto en niños como en adultos, pero en los primeros, además de efectos secundarios similares a los adultos, puede dar lugar a alteraciones en el crecimiento, es por ello que no suele usarse más que en circunstancias muy especiales como el tratamiento de las leucemias.