La artroscopia de cadera es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva cuyo fin principal es el diagnóstico y tratamiento de diferentes enfermedades que pueden afectar a la articulación.
La indicación de esta técnica la realiza el traumatólogo dependiendo de la afección que el paciente presente en la articulación. Estas indicaciones son cambiantes a lo largo del tiempo, ya que cada vez son más las patologías que se pueden tratar con la artroscopia. Algunas de estas indicaciones pueden ser: presencia de cuerpos libres en la articulación, cadera dolorosa de causa desconocida, sinovectomía, patología del rodete… etc.
La artroscopia de cadera se puede indicar como prueba diagnóstica o para realizar una intervención terapéutica.
Según la posición en la que se realiza la prueba, se puede realizar la artroscopia con el paciente boca arriba (en decúbito supino), o de lado (decúbito lateral).
Antes de la intervención se realizan algunas pruebas diagnósticas como analítica de sangre, radiografías o electrocardiograma. Además el paciente debe permanecer en ayunas 8 horas antes de la intervención.
La artroscopia precisa anestesia, cuyo tipo y modalidad será indicada según la valoración del médico anestesista en la consulta de preanestesia.
Se debe informar al médico de los fármacos que se toman, las patologías que se padecen y las posibles alergias.
Puede que si se están tomando tratamientos que influyan en la coagulación de la sangre, se indique al paciente que deje de tomarlos unos días antes de la intervención.
En el quirófano se anestesia al paciente colocado en una camilla en la posición elegida por el cirujano (boca arriba o de lado). Se utiliza un sistema de tracción de la pierna para separar la cabeza del fémur del acetábulo (la otra parte de la articulación que está en la pelvis), para aumentar el espacio intraarticular y poder acceder con mayor visión al interior de la articulación. Para mejorar la visión, además, se inyecta dentro de la articulación suero fisiológico que ayuda a expandirla.
Se realizan unas pequeñas incisiones llamadas portales. A través de ellas se introduce el artroscopio, utensilio que tiene una cámara para ver el interior de la articulación. Las imágenes son visualizadas en una pantalla de vídeo. Se debe valorar toda la articulación (compartimento central, cartílago acetabular y compartimento periférico). Por medio de otras pequeñas incisiones o portales, el cirujano puede introducir otras herramientas quirúrgicas que se precisen para tratar las lesiones según la patología que se padezca.
Cuando el procedimiento se termina, las herramientas se extraen y se cierran las incisiones con puntos de sutura. Después se lleva al paciente a un área de recuperación y allí despertará de la anestesia.
Después de la cirugía el paciente puede precisar el uso de muletas durante 2 a 6 semanas. Se le permitirá al paciente lentamente ir apoyando el peso cada vez más sobre la cadera que es intervenida. Durante este periodo se puede precisar tratamiento analgésico para mitigar el dolor que progresivamente irá desapareciendo. Igualmente se precisará la realización de ejercicios de fisioterapia para ayudar a la recuperación.
El objetivo principal de la técnica es, en algunos casos, realizar un diagnóstico claro de la patología que afecta al paciente, y en los casos en los que se realiza como método de tratamiento, conseguir disminuir el dolor y la limitación funcional de la articulación de la cadera.
El tiempo de incapacidad temporal (IT), puede variar dependiendo de la patología de base y de la evolución posterior a la intervención, aunque por lo general se puede retornar al trabajo al cabo de 2 semanas si el paciente en su trabajo puede sentarse la mayor parte del tiempo. Para trabajos que impliquen estar mayor tiempo de pie puede que se precise más tiempo, siendo un tiempo normal de recuperación de 1 a 2 meses.
De forma general no se recomiendan ejercicios que impliquen un impacto importante en la articulación de la cadera (como correr, saltar… etc.).
El síndrome de pinzamiento de la cadera (también llamado pinzamiento femoroacetabular, o FAI) es una patología en la que se produce un roce anormal de los huesos de la cadera entre sí, ocasionando daños en sus estructuras y produciendo dolor. El traumatólogo puede tratar esta patología mediante la artroscopia, a través de la introducción por pequeñas incisiones, de una cámara y utensilios quirúrgicos precisos. Así mediante visión directa de la articulación, se retiran los excesos de hueso que puedan producir el “choque” o pinzamiento de la articulación, pudiendo ésta entonces volver a recuperar su movilidad.
No existe la artroscopia con contraste, existe la artroresonancia que es una técnica diagnóstica distinta.
Se trata de una técnica quirúrgica mediante la cual, a través de pequeñas incisiones en la articulación, se introduce una pequeña cámara que permite ver el interior de la articulación, localizando las zonas lesionadas de esta. Por medio de otros útiles quirúrgicos que se introducen por las incisiones se puede realizar el tratamiento que requiera la patología que afecte a la cadera.