Los antihistamínicos son un grupo de medicamentos que sirven para tratar y aliviar los síntomas de la alergia, que tienen en común la característica de inhibir los efectos de la histamina, uniéndose a los receptores H1 para no producir síntomas en la piel y la mucosa respiratoria como picor, ronchas, estornudos, lagrimeo y mucosidad.
Los antihistamínicos se clasifican, desde el punto de vista clínico, en fármacos de primera generación o clásicos y de segunda generación o no sedantes. Los antihistamínicos de primera generación, penetran en el sistema nervioso central, siendo poco selectivos en sus acciones, causando somnolencia, sedación, aumento del apetito, visión borrosa, retención de orina, inhibición de vómito y mareos. Se transforman en el hígado rápidamente en metabolitos inactivos, por lo cual, es necesario ingerirlos varias veces al día.
Los antihistamínicos de segunda generación actúan de forma más selectiva sobre los receptores H1, penetrando de menor manera en el sistema nervioso central, por lo cual, produce menos somnolencia y no afectan a la conducción, ni al rendimiento laboral. Además, también presenta menos interacciones medicamentosas. Presentan posología única diaria en fase aguda y crónica.
Los antihistamínicos, en general, se usan en el tratamiento de todas las enfermedades causadas por el aumento de histamina, como pueden ser:
Los antihistamínicos de primera generación tienen mayores efectos secundarios a nivel del sistema nervioso central, como somnolencia, dificultad para la concentración, mareos, vértigo, alteraciones en la coordinación, reflejos y desplazamientos voluntarios.
En general, los de primera y segunda generación, pueden producir taquicardias, alteración en el ritmo cardiaco, hipotensión ortostática, ansiedad, exacerbación glaucoma, retención urinaria, resequedad de la boca, visión borrosa y, en raras ocasiones, dolor torácico y convulsiones.
Antihistamínicos de primera generación, como el dimenhidrinato, se han utilizado por su efecto antiemético en el primer trimestre del embarazo, sin un aumento significativo del riesgo fetal; igualmente, a partir del segundo trimestre, puede indicarse por cortos periodos, previa autorización por el médico de cabecera, antihistamínicos de segunda generación. Es importante, si se está embarazada, no auto medicarse y acudir al médico antes de tomar cualquier medicamento.
La mayoría de los antihistamínicos de segunda generación se excretan el 1% de la dosis administrada a la madre por la leche materna, por lo que son medicamentos seguros en el periodo de lactancia, ya que no aumentan el riesgo de los efectos adversos sobre los lactantes. Igualmente, es importante antes de tomar cualquier medicamento, primero acudir al médico.
Los antihistamínicos son metabolizados en el hígado, puede tener interacciones con gran cantidad de fármacos, como son:
Es importante, dentro de las interacciones de los antihistamínicos, los efectos cardiacos que producen prolongación del intervalo QT en el electrocardiograma cuando son combinados con los siguientes medicamentos:
Los antihistamínicos se pueden administrar por vía oral en forma de comprimidos/cápsulas, tabletas masticables y jarabes.
Los antihistamínicos de primera generación, también se encuentran en ampollas que se pueden colocar por vía endovenosa o intramuscular.
En general, los antihistamínicos son tratamientos que persiguen contrarrestar los síntomas de enfermedades agudas como enrojecimiento de la piel, broncoespasmo y lagrimeo, entre otros; no curan la enfermedad. Sin embargo, existen muchas enfermedades alérgicas de carácter estacional, las cuales son persistentes, que se benefician del uso continuo de estos medicamentos por sus propiedades antiinflamatorias.
Los antihistamínicos de primera generación, por su acción sobre el sistema nervioso central en los receptores H1, así como a través de la inhibición de otros receptores como serotonina, aumentan el apetito. Este efecto secundario desapareció con los de segunda generación.
La dosis pediátrica debe calcularse según los kilogramos de peso del paciente, en cambio, la dosis de adulto no. Aunque comparten la similitud en relación a los intervalos de horarios en la toma de medicamentos. Si usted o alguien de su familia necesita estos medicamentos, debe acudir al médico de cabecera, quien indicará el antihistamínico que más le conviene en la dosis exacta.