La amnioscopia es una técnica que sirve para visualizar de forma directa la coloración y la cantidad del líquido amniótico (líquido que rodea al feto) a través de las membranas ovulares (que son las que forman la bolsa de las aguas), mediante la introducción de un instrumento llamado amnioscopio a través del cuello del útero (su parte más baja que comunica con la vagina), cuando está lo suficientemente abierto para poder realizar la exploración, lo que sucede en las últimas semanas del embarazo.
La amnioscopia se puede realizar a partir de las semanas 36-37 del embarazo (embarazo a término) cuando el cuello uterino se encuentra lo suficientemente abierto como para permitir el paso del amnioscopio más fino.
Antes de la introducción del amniocopio se hace un tacto vaginal para valorar cómo está el cuello del útero y la presentación del feto (que su cabeza esté situada en la parte baja del útero).
Es recomendable aunque no imprescindible antes de realizar dicha prueba, una limpieza de la vagina.
La paciente se coloca en la camilla de exploración obstétrica con las piernas abiertas apoyadas en los estribos de la camilla. Se realiza primeramente un tacto vaginal para que el ginecólogo objective cómo de abierto se encuentra el cuello uterino y cuál es su posición. Con la ayuda de un espéculo (especie de pinza que abre la vagina) para poder ver el cuello uterino, o usando sus dedos como guía, el médico introduce el amnioscopio hasta la entrada del cuello uterino, donde, con ayuda de una luz blanca, podrá observar directamente las características y cantidad de líquido amniótico presente dentro de la bolsa de las aguas. Prestará especial atención y cuidado para no romperla.
En un 1% a 2% de casos, durante la realización de la amnioscopia, se puede producir una rotura de la bolsa de las aguas.
Después de la realización de la prueba es frecuente que la paciente pueda presentar un pequeño sangrado por la vagina, lo que se resuelve con reposo en los siguientes días.
Es infrecuente la aparición de otras complicaciones como la infección fetal o materna.
La amnioscopia puede ser negativa/normal, o positiva/anormal (indica que puede haber sufrimiento fetal):
Cuando el líquido amniótico está teñido de color verdoso lo que informa de la presencia de meconio (materia fecal del feto). Se teñirá más o menos oscuro dependiendo de la cantidad de meconio que haya y en cuánto líquido amniótico está diluido.
Cuando el líquido amniótico tiene un color amarillento, indica la presencia de bilirrubina (por Isoinmunización Rh, cuando las defensas de la madre reconocen como extraños a los tejidos del feto y pueden reaccionar contra él).
También puede estar teñido de rojo por la presencia de sangre cuando no hay líquido amniótico suficiente (Oligoamnios).
La amniocentesis es una prueba diagnóstica mediante la cual, por medio de la punción con una jeringa del abdomen de la embarazada, se extrae una muestra de líquido amniótico para poder ser analizado en el laboratorio. Sin embargo, la amnioscopia es una técnica en la que se visualiza por medio de un instrumento (amnisocopio) con una luz, que se introduce por la vagina hasta llegar al cuello del útero, el líquido amniótico a través de la membrana de la bolsa de las aguas, sin la intención de acceder a su interior ni extraer ninguna muestra.
Con la amnioscopia no se suele sentir un dolor intenso, sí puede notarse una molestia cuando se utiliza previamente un espéculo (instrumento a modo de pinza que se abre para dilatar la vagina), para facilitar la visión del cuello uterino y la correcta introducción del amnioscopio, o igualmente, cuando se realiza la exploración manual del tacto vaginal y se guía con los dedos el acceso del amnioscopio hasta su correcta colocación. Estas molestias disminuyen cuanto más relajada pueda estar la paciente.
Tras la realización de la amnioscopia el ginecólogo le recomendará la realización de un reposo relativo, evitando coger pesos.
Se considera que la amnioscopia es positiva cuando en la exploración se objetiva un cambio en la coloración normal del líquido amniótico o cuando se detecta que la cantidad de líquido amniótico es anormalmente bajo.
El amnioscopio es el instrumento que se utiliza para poder visualizar el aspecto del líquido amniótico durante la amnioscopia. Se trata de un utensilio en forma de cono hueco que es el que se introduce a través de la vagina hasta llegar a la entrada del cuello del útero donde se podrá visualizar el líquido con ayuda de una luz blanca fría. Pueden ser metálicos (los cuales se esterilizan), o desechables de plástico. Los hay de distintos tamaños según la necesidad de cada paciente.