Un traumatismo craneoencefálico (TCE) es una lesión en la región del cráneo producida por una contusión o fuerza externa, que puede provocar inconsciencia y alteraciones físicas cognitivas y funcionales. También es conocido como traumatismo cerebral, traumatismo encéfalo craneano (TEC) o conmoción cerebral. Es una lesión común y más frecuente en hombres jóvenes, ocasionada por accidentes de tráfico, o en bebés, niños y personas de la tercera edad, normalmente por caídas. La mayoría de traumatismos suelen ser leves, pero pueden ocasionar daño cerebral o neurológico, en cuyo caso, se considera una lesión grave que requiere atención médica de urgencia.
Existen diferentes tipos de traumatismos craneoencefálicos según su gravedad:
También se diferencian en base a cómo haya sido el impacto:
Las causas que pueden provocar un traumatismo craneoencefálico son:
Los síntomas de un traumatismo craneoencefálico varían según la gravedad.
En un traumatismo cerebral leve, los síntomas más comunes son:
En un traumatismo cerebral moderado o grave la sintomatología más frecuente es:
En el caso de un traumatismo craneal en niños o bebés, hay que considerar como síntomas a evaluar por un médico si el paciente muestra, además de alguno de los síntomas anteriores, llanto persistente, falta de apetito, o abultamiento de las fontanelas (los puntos blandos de la cabeza).
El tratamiento de un traumatismo craneoencefálico leve no suele requerir hospitalización, solo permanecer en reposo y la toma de analgésicos de venta libre para aliviar el dolor de cabeza. La realización de un TAC solo se lleva a cabo si hay pérdida de consciencia o se presenta riesgo de lesiones internas, y, en este caso, se debe realizar observación hospitalaria durante al menos 24h. Y, a pesar de buenos resultados del TAC, se recomienda la observación domiciliaria para comprobar que no se presentan complicaciones, ni pérdida de consciencia, durante las siguientes 48h del incidente.
Si el traumatismo es moderado o grave, el paciente recibe atención especializada en el lugar del accidente, que puede basarse, según la sintomatología presentada, en un control de las constantes vitales, la protección de la lesión mediante una inmovilización ortopédica cervical o collarín, inmovilización de las fracturas, verificar el nivel de consciencia según la escala Glasgow, reanimación o maniobras de primeros auxilios, intubación endotraqueal, administración de oxígeno, estabilización hemodinámica y control de la hipertensión intracraneal mediante un catéter, en caso de que fuera necesaria alguna de estas técnicas para garantizar la vida del paciente. Normalmente se administran sedantes y se debe trasladar al accidentado al hospital más cercano lo antes posible. En la UCI, el enfermo puede necesitar cuidados neurocríticos para ser estabilizado, siendo intubado y sedado, y le pueden administrar por vía intravenosa medicamentos diuréticos para reducir la presión del cerebro u otras soluciones para prevenir un shock.
Asimismo, el médico realiza una exploración neurológica que incluye un examen de la coordinación, de la fuerza, los reflejos, el habla, la atención, la sensibilidad, etc. Además, se comprueba el tamaño de las pupilas y los movimientos oculares, y se suturan las heridas presentadas en el cuero cabelludo así como se verifica su profundidad. Si la herida muestra infección se deben suministrar antibióticos e incluso una vacuna antitetánica.
En el hospital se realizará un TAC de urgencia, se puede requerir de la columna vertebral una radiografía y se mantendrá al enfermo en observación. Si el TAC muestra masas anormales o hematomas, estos se deben drenar mediante neurocirugía de urgencia.
Otras técnicas quirúrgicas pueden ser necesarias para reparar una fractura de cráneo, detener hemorragias, drenar el líquido cefalorraquídeo, tratar heridas craneales abiertas para aislar el cerebro del exterior, curar hematomas internos grandes, u otras lesiones detectadas en el TAC.
Es probable que el enfermo necesite rehabilitación física, de la conducta, logopeda, psicólogo o neurorehabilitación, para ayudar a recuperar su funcionalidad y autonomía, y aprender a adaptarse a las nuevas limitaciones producidas a consecuencia del traumatismo.
Algunas de las pruebas complementarias que ayudan al diagnóstico de un tratamiento craneoencefálico pueden realizarse: una tomografía computarizada o TAC craneal (es una de las primeras pruebas que se realizan con urgencia si hay sospechas de lesión cerebral), una radiografía de tórax y de la columna vertical, una inserción de una sonda para comprobar y controlar la presión craneal, una ventriculografía con aire para pacientes inestables después de drenar, un análisis de sangre o una gasometría arterial.
Los factores desencadenantes más comunes de un traumatismo craneoencefálico son los accidentes de tráfico, atropellos, caídas, maltrato o agresiones físicas y los deportes de riesgo.
Los factores de riesgo de un traumatismo craneoencefálico son la edad, las personas de la tercera edad tienen un mayor riesgo de sufrir caídas con conmoción cerebral, los hombres jóvenes son más propensos a sufrir accidentes de tráfico con traumatismo craneal, y los bebés y niños ha sufrir caídas y golpes en la cabeza. Otros factores son los deportes de riesgo, el alcoholismo o no tomar suficientes medidas de seguridad, como por ejemplo, no ponerse el cinturón en caso de circular en coche o moto, no usar las barandillas al bajar las escaleras, resbalar en suelos mojados por no incorporar dispositivos anti resbaladizos…etc.
Algunas de las complicaciones médicas que pueden aparecer después de un traumatismo craneoencefálico son:
Las lesiones de cabeza no siempre son fáciles de prevenir, pero se pueden tomar algunas medidas de seguridad que ayuden a reducir los traumatismos como:
Además, ante un TCE se deben observar los síntomas del paciente durante las siguientes 48h, comprobando si aparece inconsciencia, cambios en el carácter, vómitos que no cesan, alteraciones en la visión, adormecimiento de las extremidades, dificultad de caminar, mareos, secreción o hemorragias en oídos o nariz, convulsiones, etc. Incluso puede ser conveniente despertar al enfermo durante la noche, cada 3 horas, para hacerle preguntas y comprobar que se encuentra bien, que sigue consciente y que recuerda lo sucedido sin aparecer complicaciones médicas.
Un traumatismo craneoencefálico requiere una intervención médica interdisciplinar, perteneciendo a, en la fase aguda, la especialidad de medicina de emergencia, medicina interna y neurología. Posteriormente puede ser necesaria la intervención de especialistas en rehabilitación, psicología, trabajo social y logopedia.
Un traumatismo en la cabeza leve no suele tener apenas consecuencias, sin embargo, un trauma grave puede tener secuelas como problemas físicos y mentales, alteraciones sensoriales, conductuales o emocionales y lesiones cerebrales, entre otros.
Un TEC o traumatismo encéfalo craneano grave es un impacto fuerte recibido en el cerebro y que conlleva a que el paciente entre en estado de coma y sufra lesiones neurológicas.
Un trauma de tórax es una lesión presentada en la parte superior del tronco, entre el cuello y el abdomen (tórax), producido por una contusión o por una herida penetrante. Un traumatismo torácico suele ser frecuente tras sufrir accidentes de tráfico y caídas.
Un trauma cerrado de abdomen es una lesión provocada en la cavidad abdominal a consecuencia de una contusión no penetrante (es decir, no se presentan heridas abiertas). Su principal causa son los accidentes de tráfico y los órganos más dañados suelen ser el bazo, el hígado y el riñón.
Las partes del cuerpo más propensas a sufrir traumatismos son la columna cervical, el tórax, el cráneo, el abdomen, las extremidades (brazos y piernas) y los dientes.