La taquicardia consiste en un aumento anormal de la frecuencia cardíaca en reposo. Cuando el corazón late más rápido de lo normal, no es capaz de bombear la sangre ni transportar oxígeno a todo el cuerpo de forma eficiente. Es una afección común, pero leve si se sigue tratamiento. La taquicardia supraventricular es más frecuente en mujeres jóvenes y de edad media, niños y bebés y, dentro de estas, la taquicardia auricular es más común en personas que padecen alguna enfermedad cardíaca.
Los tipos de taquicardias más frecuentes son:
Existen diferentes causas que pueden provocar una taquicardia:
Los síntomas más usuales provocados por una taquicardia suelen ser:
Los tratamientos de la taquicardia pretenden disminuir la frecuencia cardíaca y prevenir posibles complicaciones, esto puede llevarse a cabo mediante medicamentos u otras técnicas recomendadas, según la gravedad o la causa que la origine.
Si la taquicardia se acompaña de síntomas como dolor pectoral o dificultad respiratoria, se administra suero por vía venosa, oxígeno por vía nasal, y se registra el ritmo cardíaco y la tensión mediante monitores específicos.
Si la causa que la originó es un ataque de ansiedad, se prescribirán medicamentos ansiolíticos y se recomendará hacer reposo. Se administrarán antibióticos en caso de presentar una infección.
Para disminuir la velocidad de los latidos del corazón existen diversos métodos: pedir al paciente la ejecución de maniobras vagales (consistentes en toser o agacharse para intentar regular los latidos), realizar un masaje carotídeo (presionando sobre la arteria carótida para frenar la aceleración) y en los casos más graves y urgentes, se usa el procedimiento de cardioversión (aplicación de choques eléctricos directos al corazón) mediante un desfibrilador o también se puede inyectar un medicamento antiarrítmico para restablecer el ritmo cardíaco normal.
Si hay cardiopatías, como un infarto o angina, enfermedades valvulares o el resto de tratamientos no funcionan, puede ser necesario realizar alguna técnica quirúrgica para destruir la vía eléctrica que provoca taquicardia (se denomina ablación), provocar incisiones en el tejido cardíaco creando un patrón, o implantar un marcapasos o desfibrilador cardioversor en el pecho que calibre el ritmo cardíaco si se detectan aumentos de la frecuencia cardíaca.
Para realizar un correcto diagnóstico de la taquicardia y proceder al tratamiento adecuado, se puede necesitar realizar una serie de pruebas básicas como un electrocardiograma para estudiar el ritmo cardíaco y detectar el tipo de arritmia, una auscultación cardiorrespiratoria, medición de la frecuencia, ritmo cardíaco y tensión arterial, y pruebas complementarias como un ecocardiograma u otras pruebas de diagnóstico de imágenes cardíacas como una resonancia magnética, angiografía, radiografía de tórax, etc, en caso de sospechar una anomalía cardíaca. También el médico puede solicitar al enfermo que lleve un dispositivo portátil llamado monitor Holter, para registrar el electrocardiograma durante 24 horas continuas, ya que a veces aparecen y desaparecen rápido las taquicardias y no las detecta el primer electrocardiograma.
También pueden ayudar a determinar el tratamiento realizar una analítica de sangre, una prueba de esfuerzo para ver cómo funciona el corazón ante empeños físicos, o una prueba electrofisiológica, insertando un catéter en el corazón para recoger información eléctrica coronaria.
Los factores desencadenantes de una taquicardia habitualmente están relacionados con estrés psicológico o emocional, falta de sueño, actividad física intensa, tabaquismo, consumo excesivo de estimulantes o drogas, y también puede originarse por cualquier enfermedad que provoque tensiones en el corazón.
Las enfermedades coronarias y las siguientes patologías aumentan el riesgo de padecer taquicardia:
Además, a mayor edad de la persona y si se tienen antecedentes familiares, se es más propenso a sufrir taquicardias.
Hay algunas complicaciones graves que se pueden derivar de una taquicardia:
Existen algunas recomendaciones útiles para tener un corazón sano y prevenir una taquicardia:
La taquicardia pertenece a la especialidad de la cardiología, si bien en fases iniciales puede ser tratada por los especialistas en medicina de familia y medicina interna.
Se debe acudir al médico cuando, conociendo la causa que la ha provocado, la taquicardia persiste, aunque se haya tranquilizado la persona. Sobre todo, es preciso asistir a urgencias si se desconoce la causa que lo ha originado o si la taquicardia va acompañada de mareos, desmayos, falta de aire o dolor en el pecho.
A veces se confunden ambos términos, pero son diferentes. Una taquicardia es un tipo de arritmia, un trastorno del ritmo cardíaco caracterizado por latidos altos o frecuencia alta, mientras que también existen arritmias en las que el ritmo cardíaco es bajo, denominadas bradicardias, o arritmias con un ritmo irregular.
Se puede reconocer una taquicardia si se siente una frecuencia alta de los latidos del corazón. Los latidos se pueden medir mediante la arteria carótida, situada a la altura de la nuez o en la muñeca. Para medirlos correctamente, es conveniente hacerlo durante al menos 15 segundos y multiplicar los latidos por 4. Si se alcanzan más de 120 latidos por minuto estando en reposo, se considera anormal y se debe acudir al médico de urgencia (si resultan inferiores a 45 latidos, también). Asimismo, se pueden reconocer porque suelen ir acompañadas de una sensación de mareo, dolor en el pecho, falta de aire, palpitaciones o incluso desmayos.
Para quitar una taquicardia lo primero que debe hacerse es tranquilizarse. Si la causa es conocida y provocada por estrés o ejercicio físico, se pueden seguir varias técnicas: ingerir una infusión de valeriana, melisa o tila para relajarse, verter agua muy fría o con hielo en un recipiente y sumergir la cara durante unos segundos guardando la respiración, o realizar la técnica de maniobra de Valsalva, para estimular el nervio vago que controla la frecuencia cardíaca. Este procedimiento consiste en respirar profundamente tensando los músculos del abdomen, apretar la nariz con los dedos mientras se mantienen cerrados los ojos y la boca, e intentar exhalar (con la nariz y la boca tapados y sin dejar de tensar el abdomen). No obstante, estas técnicas no se recomiendan si la taquicardia va acompañada de otros malestares como dolores o falta de respiración, en cuyos casos hay que acudir de manera urgente a un hospital.
Los síntomas de la ansiedad pueden variar según la persona, los más habituales suelen ser taquicardia o palpitaciones, opresión en el pecho, sensación de falta de aire, temblores, mareos, náuseas, escalofríos, malestar abdominal, entumecimiento, agobio, incertidumbre, fobias o temor a perder el control, dificultad para actuar y tomar decisiones, ensimismamiento e irritabilidad.