El shock séptico también se conoce como shock septicémico o shock endotóxico, y es una situación de fracaso orgánico que se produce ante la extensión de una infección previamente localizada. La franja de edad con más casos es entre 64 y 70 años, y son más frecuentes en varones y en relación a infecciones respiratorias y abdominales seguidas de infecciones urinarias. Precisa de ingreso en UVI y es una enfermedad grave.
El shock séptico es una única enfermedad que puede tener diferentes orígenes dependiendo de la infección que se disemina. Así, puede estar causado por infecciones respiratorias como las neumonías, infecciones abdominales como las peritonitis e infecciones urinarias como la prostatitis o la nefritis. El shock séptico se produce con mayor frecuencia en personas inmunodeprimidas o con enfermedades crónicas como la diabetes mellitus.
La causa del shock séptico es la diseminación de la bacteria, hongo o virus, a los órganos y la sangre, produciendo una septicemia, que de no controlarse se traduce en una afectación de los órganos vitales.
Los síntomas del shock séptico son:
El tratamiento del shock séptico va a precisar de un soporte vital, lo cual hace necesario su tratamiento en una UVI.
Será necesario un tratamiento con antibióticos o antifúngicos en relación al germen que haya producido la infección además de oxigenoterapia, sueros intravenosos, diálisis, medicamentos para control de la tensión arterial baja, sedantes, respiración asistida, así como tratamiento mediante cirugía de zonas de abscesos que puedan perpetuar la infección, si están presentes.
Las pruebas complementarias para el tratamiento del shock séptico serán analítica de sangre con contaje celular, y bioquímica con iones, hemocultivo, urocultivo y cultivo de heces si fuera necesario. Radiología de tórax y abdomen, ECG (electrocardiograma), y medición de oxígeno en sangre. Es necesario establecer una monitorización cardíaca y respiratoria, así como de presión arterial, por ello, el paciente debe estar en una unidad de vigilancia intensiva.
La infección abdominal, pulmonar, o urinaria.
Los factores de riesgo para sufrir un shock séptico son:
La prevención del shock séptico pasa por el tratamiento adecuado y precoz de las infecciones, sin embargo, en muchos casos de pacientes con inmunosupresión o tratamientos quimioterápicos por linfomas o leucemias, las infecciones son difícilmente prevenibles.
El shock séptico es una enfermedad que precisa del ingreso en la UVI. Los médicos intensivistas son quienes se encargan del control y tratamiento del shock séptico hasta su reversión.
El estado séptico es la infección que se transmite al resto del organismo desde una zona en concreto, dando lugar a una reacción inflamatoria generalizada. Puede ser solo una sepsis o llevar a un shock séptico. Este es un estado mucho más grave que tiene una mortalidad de hasta el 20%.
El riesgo séptico se refiere a la mayor probabilidad que tiene un paciente en concreto de que su infección se disemine al resto del organismo. Este es mayor en personas inmunodeprimidas o diabéticas.
La hipoperfusión tisular es la disminución de aporte sanguíneo que se produce a los órganos por una determinada causa. En caso de shock séptico se produce por la bajada de presión arterial, pero también se puede producir en casos de coagulación intravascular diseminada, en los que se obstruyen los vasos sanguíneos por coágulos.
La hipoperfusión cerebral es la falta de aporte sanguíneo y por tanto de nutrientes y oxígeno al cerebro. Puede dar lugar a lesiones neurológicas irreversibles, ya que las neuronas son muy sensibles a la falta de oxígeno. Es una situación grave que pone en peligro tanto la vida del enfermo como su recuperación posterior.
El shock séptico refractario es el que se mantiene en el tiempo a pesar del suministro de drogas vasoactivas para elevar la tensión y el aporte de líquidos intravenosos que no logran la elevación de la presión arterial. Pese a todo ello es una situación que se considera reversible, aunque significa gravedad.