Conocida también como tercera enfermedad, sarampión alemán o sarampión de los tres días. La rubéola es una enfermedad infecciosa exantemática producida por un virus del género Rubivirus.
Antes de la introducción de la vacunación infantil, la rubéola afectaba más a los niños entre 5 y 9 años. Desde el desarrollo de la vacuna la prevalencia de la enfermedad, en niño, ha disminuido drásticamente y pueden verse más episodios en adulto. Es una enfermedad endémica, con presentación de casos anuales aislados y ciclos epidémicos sobre todo en primavera, existiendo mayor riesgo en aquellas regiones donde hay una baja vacunación contra la rubéola (en estos casos con afectación infantil mayoritariamente).
Suele ser un proceso benigno autolimitado, aunque siempre hay riesgo de que surja una complicación.
La causa de la rubéola es la infección por el virus de la rubéola (Rubivirus de la familia Togaviridae), transmitido por vía respiratoria (secreciones, saliva, etc), de persona a persona por contacto prolongado con un paciente que padece la enfermedad. El virus se reproduce en la mucosa del sistema respiratorio y a través del sistema linfático llega a la sangre, desde donde se localiza posteriormente en la piel. En el caso de mujeres embarazadas, el virus llega a la placenta lo que puede dar lugar a una infección del feto.
El tratamiento es sintomático con administración de analgésicos como el paracetamol para el control de la fiebre y el malestar general. En el caso de complicaciones o afectación congénita en el recién nacido, dependerá del tipo de manifestación que presente el paciente se requerirá un tipo u otro de tratamiento (cirugía, rehabilitación, etc).
El diagnóstico es fundamentalmente clínico. Puede realizarse una analítica de sangre para la determinación de serología, cultivo o detección de anticuerpos (detección del virus en sangre o de producción de sustancias de defensa específicas contra el virus).
El principal factor de riesgo que desencadena la rubéola es no estar vacunado.
No haber recibido la vacuna contra la rubéola contenida en la vacuna triple vírica.
En casos de rubéola no complicada, el diagnóstico y tratamiento puede llevarse a cabo por el médico de familia o pediatra.
Si existen complicaciones dependerá del tipo de manifestación clínica. Debe realizarse una evaluación hospitalaria por el servicio médico específico que trate cada complicación (neurología, hematología, etc.)
En el caso de infecciones producidas en una mujer embarazada, el ginecólogo será el encargado de hacer el seguimiento de la paciente junto con el apoyo de otros especialistas como médico internista, etc.
Los niños con rubéola congénita serán evaluados y tratados en el servicio de pediatría hospitalaria.
La vacuna de la rubéola se incluye en la vacuna triple vírica junto con la vacuna del sarampión y la de la parotiditis (paperas).
Desde los primeros síntomas hasta la desaparición de las lesiones dérmicas pueden pasar en torno a 8 días (la fase prodrómica catarral de 1-5 días y las lesiones dérmicas 2-3 días).
La forma más frecuente de presentación es un proceso catarral de vías respiratorias altas, aumento del tamaño de los ganglios linfáticos (estaciones del sistema de defensa) detrás de las orejas y en la nuca, con aparición de un “sarpullido” rosado en la cara que se extiende por todo el tronco y desaparece en 3 días.
La rubéola se transmite por vía respiratoria a través de las pequeñas gotas que se expulsan con los estornudos, la tos, la saliva, secreciones, etc. Y por el contacto de persona a persona (sólo se transmite entre humanos). La rubéola congénita se transmite de la madre al feto a través de la placenta.
Dependiendo del momento del embarazo en el que la madre adquiera la infección, el feto puede adquirir unas malformaciones u otras, sufriendo el llamado síndrome de rubéola fetal.