La prostatitis es la inflamación de la próstata del varón que puede ser producida por una infección, pero lo más común es que aparezca sin un agente patógeno que lo provoque.
Es una enfermedad frecuente, ya que al menos un 50% de los varones pueden presentar síntomas de prostatitis una vez en su vida, apareciendo más en adultos jóvenes, y siendo más habituales son las no bacterianas. En el caso de los varones con VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), la prostatitis suele aparecer con más frecuencia.
La prostatitis es una patología de gravedad moderada-grave por las molestias que produce al paciente y sobre todo por las potenciales complicaciones en las que puede derivar.
La prostatitis pueden ser de varios tipos dependiendo de los síntomas:
También pueden variar según la infección que la produce:
Las prostatitis agudas bacterianas se producen por:
Un 10% las prostatitis crónicas son producidas por una infección bacteriana derivada de forma habitual, es decir, de la progresión de una prostatitis aguda bacteriana.
Las prostatitis no bacterianas pueden producirse:
El síndrome del dolor pelviano crónico también se ha relacionado con la ansiedad, el estrés y la tensión emocional, aunque, como en el caso de prostatitis crónica no bacteriana, todavía no se conoce de forma clara la causa de su aparición.
En la prostatitis agudas aparece fiebre con tiritona, dolor lumbar y/o en la zona perineal (región inferior del tronco) que puede ser muy intenso, dolor o escozor al orinar (disuria), urgencia para ir a orinar, ir muchas veces y hacer poquita cantidad (polaquiuria), o tener la sensación contínua de querer orinar (tenesmo vesical). Además, puede haber una incapacidad para evacuar de forma completa la vejiga con una disminución de la potencia del chorro. La orina puede tener un olor desagradable y es posible la aparición de sangre en ella o en el semen.
En la prostatitis crónica los síntomas son más insidiosos, apareciendo infecciones del tracto urinario de forma recurrente, con escozor y dolor al orinar, molestias en los testículos o el periné, dolor con la defecación o la eyaculación, o dificultad para iniciar la micción.
En las prostatitis bacterianas se pauta un tratamiento antibiótico lo más precozmente posible para evitar complicaciones, con una duración que puede variar de 10 -14 días hasta las 4 -6 semanas según las características de la infección. Si el proceso es grave se llega a ingresar al paciente para administrar el antibiótico inicialmente por vía intravenosa, a veces combinando varios antibióticos, y después, terminar el tratamiento al alta en el domicilio tomándolo por vía oral. Además se pautan fármacos para el dolor como antiinflamatorios no esteroideos.
En los casos de prostatitis bacterianas crónicas, a parte del tratamiento antibiótico en los momentos puntuales de reaparición de la infección, en ocasiones se realizan tratamientos supresores de mayor duración con antibiótico (durante 3 meses).
Las prostatitis inflamatorias no bacterianas en las que no se encuentran microorganismos en los estudios que se realizan al paciente, se recomienda tratarlas como a las prostatitis bacterianas debido a la incertidumbre que todavía se tiene sobre su origen. En los casos seleccionados que no respondan a tratamiento, se consideraría la cirugía radical con extracción de la próstata.
En todos los tipos de prostatitis se pueden indicar fármacos analgésicos para control del dolor.
El diagnóstico de la prostatitis se realiza a través de la evaluación de los síntomas que presenta el paciente, se solicita una analítica de sangre con determinación de factores de la inflamación como proteína c reactiva (PCR) o velocidad de sedimentación glomerular (VSG), y el antígeno prostático específico (PSA) que pueden estar aumentados. También se realiza un cultivo de orina (para determinar el agente que causa la infección), un estudio citológico (de las células) y un cultivo de la secreción prostática.
Si existe una mala evolución del proceso y se sospechan complicaciones, se puede una ecografía prostática para visualizar su tamaño y la presencia de otras posibles alteraciones (abscesos, etc.)
La prostatitis es una infección que afecta al género masculino, y puede ser provocada por varios motivos como: tener otro tipo de infección del tracto urinario, tener relaciones sexuales con personas diferentes, padecer alteraciones en la vejiga, etc. A continuación están los factores de riesgo que pueden desencadenar la prostatitis.
En la prostatitis aguda es frecuente que sea diagnosticada por el médico de atención primaria, en un servicio de urgencias hospitalarias o en la consulta de urología. Cuando existen complicaciones, mala evolución o gran afectación del paciente puede ser preciso el ingreso hospitalario del paciente para realizar el tratamiento en el servicio de urología. En el caso de prostatitis crónica el manejo y diagnóstico se realiza por el urólogo.
La prostatitis aguda puede durar con tratamiento y buena evolución hasta un mes y medio o dos. En caso de las prostatitis crónica la duración siempre es mayor a 3 meses y a veces puede continuar durante años. Depende de la causa y las características individuales de cada paciente.
Sí, aunque es difícil y depende de la causa que lo origine, a veces a largo plazo se consigue la desaparición de los síntomas, pero es un proceso costoso de conseguir.
Las secuelas de una prostatitis aguda pueden ser que se convierta en crónica con aparición de dolor constante. También abscesos, quistes o fibrosis (alteración de la estructura por tejido de cicatrización) de la próstata, etc.
En caso de producirse la prostatitis por una enfermedad de transmisión sexual, sí puede contagiar la infección el varón a la mujer durante las relaciones sexuales. Una mujer no va a poder nunca tener prostatitis, ya que la próstata es un órgano del aparato reproductor masculino y los síntomas que pueden aparecer en la mujer serán derivados de la afectación de sus genitales y órganos reproductivos.
En los casos de prostatitis bacterianas agudas o crónicas no es aconsejable mantener relaciones sexuales cuando el paciente presenta la sintomatología y está tomando el tratamiento, sobre todo si la infección es una enfermedad de transmisión sexual. En el caso de las prostatitis no bacterianas el paciente puede mantener relaciones sexuales, pero puede presentar dolor al eyacular o dolor pélvico.