Haz nuestro test de embarazo y averigua todo lo que debe saber una embarazada. Descubre todos los consejos y cuidados de las mujeres embarazadas.
La preeclampsia es una situación clínica que ocurre durante el embarazo y que se caracterizada por hipertensión arterial (presión arterial alta) de reciente comienzo, y proteínas en la orina (proteinuria), que suele ocurrir después de la 20 semana de embarazo y cuya tensión arterial hasta entonces había sido normal. También se puede presentar después del parto, casi siempre dentro de las primeras 48-72 horas. Es un trastorno multisistémico asociado a signos de daño a otros órganos, en general hígado y riñones. Se presenta en alrededor del 3%-7% de todos los embarazos. Es la complicación de la gestación más común y peligrosa, por lo que debe diagnosticarse y tratarse rápidamente. Es una afección grave que puede desencadenar a una muerte del feto o de la madre.
Según los signos que se presenten, la preeclampsia se puede clasificar en:
La causa exacta de la preeclampsia se desconoce. Se piensa que puede estar causada por mediadores de inflamación o toxinas que secreta la placenta y que actúan en el endotelio vascular. Los especialistas creen que comienza en la placenta, el órgano que nutre al feto durante el embarazo. En las primeras semanas del este se forman nuevos vasos sanguíneos que evolucionan para enviar sangre a la placenta de forma eficiente.
En las mujeres con preeclampsia parece que estos vasos sanguíneos no se desarrollan o no funcionan de manera adecuada. Son más estrechos que los vasos sanguíneos normales y reaccionan de manera diferente a las indicaciones hormonales, lo cual limita la cantidad de sangre que puede fluir por ellos. Los factores que pueden llevar a que se desarrolle la preeclampsia son: problemas vasculares, trastornos inmunitarios, así como factores genéticos y dietéticos.
Los síntomas pueden incluir: hipertensión arterial (tensión alta), proteinuria (exceso de proteínas en la orina), edema en cara y manos, aumento de peso, cefalea intensa y persistente, problemas renales, cambios en la visión, entre ellos, pérdida temporal de la misma, visión borrosa o sensibilidad a la luz, náuseas y/o vómitos, menor producción de orina (oliguria), niveles más bajos de plaquetas en la sangre (trombocitopenia), dolor en la parte superior del abdomen, por lo general, debajo de las costillas y en el lado derecho y problemas para respirar.
El tratamiento más adecuado y definitivo si la preeclampsia es grave es la extracción del feto y la placenta mediante el parto o cesárea, lo cual puede resolver los síntomas durante las primeras 48-72 horas si no hay complicaciones como fallo cardíaco, hemorragia cerebral o necrosis renal o cortical.
Sin embargo, el riesgo de una extracción temprana del feto debe evaluarse teniendo en cuenta la edad gestacional, la gravedad de la preeclampsia y la respuesta a otros tratamientos. A las 37 semanas o más el bebé está totalmente desarrollado para salir sano y bien, por lo que muchas veces se ayuda a inducir el parto con medicamentos o puede que se realice una cesárea.
Si la preeclampsia es leve, en ocasiones, se puede realizar un tratamiento ambulatorio que incluye reposo en cama, preferiblemente del lado izquierdo, evaluación de la tensión arterial, estudios de laboratorio y evaluación médica 2 ó 3 veces por semana. Sin embargo, en la mayoría de los casos se requiere ingresar a la paciente en el hospital para monitorizar tanto a ella como al bebé, además de porque se necesita administrarles tratamiento por unas horas para estabilizar y reducir la hipertensión arterial. Esta puede tratarse con medicamentos orales.
Si la preeclampsia es grave y el feto está inmaduro, es decir, si el embarazo es de 34 semanas o menos, se debe monitorizar y supervisar tanto a la madre como al bebé, administrar inyecciones a la madre con corticosteroides prenatales para ayudar a acelerar el desarrollo de los pulmones del bebé, controlar la tensión arterial con antihipertensivos, y también se le administrarán medicamentos para evitar las convulsiones, como sulfato de magnesio además de un control estricto de líquidos.
Las pacientes deben ser evaluadas cada 1 ó 2 semanas después del parto con medición periódica de la tensión arterial para descartar que pueda desencadenar una hipertensión crónica.
Para el diagnóstico y tratamiento de la preeclampsia es necesario realizar pruebas como análisis de sangre, análisis de orina, ecografía fetal, y prueba en reposo o perfil biofísico, que es un simple procedimiento en el que se verifica cómo reacciona la frecuencia cardíaca del bebé cuando este se mueve.
Aún no se conoce un factor específico que pueda desencadenar la preeclampsia.
Los factores de riesgo de la preeclampsia incluyen: antecedentes genéticos de preeclampsia, hipertensión arterial crónica, primer embarazo, mujeres embarazadas muy jóvenes o mayores de 40 años, obesidad, embarazo múltiples (gemelos o más), fecundación in vitro, antecedentes de diabetes o enfermedad renal, tabaquismo, el estrés y enfermedades autoinmunes como el lupus.
Las complicaciones pueden incluir:
La mejor forma de prevenir la preeclampsia es que todas las mujeres comienzan el cuidado prenatal de manera temprana y dar continuidad al mismo durante todo el embarazo y el puerperio, realizando sus analíticas de lugar y sus controles periódicos.
La preeclampsia pertenece a la especialidad de obstetricia, que es la parte de la medicina que se ocupa del embarazo, el parto y el período de tiempo posterior a este.
La preeclampsia es una complicación del embarazo caracterizada por presión arterial alta, proteína en la orina y signos de daño a otro sistema de órganos, en general el hígado y los riñones.
La eclampsia es una enfermedad que se da durante el embarazo y que se caracteriza por convulsiones seguidas de un estado de coma; suele ir precedida de otras afecciones como hipertensión arterial, edemas o presencia de proteínas en la orina.
El síndrome de hemólisis, elevación de enzimas hepáticas, trombocitopenia (HELLP) es una complicación obstétrica severa considerada como una variedad de preeclampsia. Se desarrolla antes de la semana 37 del embarazo, pero también puede aparecer poco tiempo después del parto. Los síntomas del síndrome de Hellp incluyen náuseas y vómitos, dolores de cabeza y dolor en la parte superior derecha del abdomen. El síndrome de Hellp es particularmente peligroso porque implica daños a varios sistemas de órganos.
El puerperio es el período que sigue inmediatamente al parto o cesárea, desde el fin del mismo hasta la total recuperación anatómica y fisiológica de la mujer. Dura aproximadamente de 6 a 8 semanas (40 días) para volver a la normalidad luego del embarazo.
El puerperio empieza inmediatamente después del parto.
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