Las paperas o parotiditis es una enfermedad infecciosa producida por un virus (virus de la parotiditis) del grupo de los llamados Paramixovirus.
Antes de que existiera la vacuna frente a este virus en el calendario vacunal infantil, la infección predominada sobre todo en invierno y primavera, con aparición de epidemias cada 2 – 5 años. Era una enfermedad habitual que aparecía en los niños. En la actualidad, más del 50% de los casos se dan en adultos jóvenes. Salvo que existan complicaciones, no es una enfermedad grave.
Primaria por infección vírica o secundaria por sobreinfección por bacterias en pacientes con las defensas bajas (inmunodeprimidos).
La causa de las paperas o parotiditis es el desarrollo de una infección producida por un virus de la familia de los Paramixovirus. La transmisión de la infección se realiza entre una persona enferma y una sana por medio del contagio al contacto con pequeñas gotitas de saliva o moco que contiene el virus.
Tras un periodo de incubación de entre 15 – 25 días, puede existir una fase llamada prodrómica en la que existen síntomas como malestar general, fiebre y dolores musculares. Después pueden aparecer los síntomas más característicos con afectación de las glándulas parótidas (situadas en cada lado de la cara justo antes de las orejas) que se presentan inflamadas (una o las dos a la vez) y otras glándulas salivares, con dolor que aumenta al tomar líquidos ácidos y sensación de tumefacción y fiebre.
No existe un tratamiento específico para las paperas. Los fármacos que se pautan van destinados al control de los síntomas. Se indica llevar una dieta blanda, evitando alimentos ácidos que provocan mayor salivación. Se pautan fármacos antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno, etc.) y aplicación de compresas frías en la región parotídea (por delante de la oreja).
En el caso de complicaciones también se trata de forma sintomática según el tipo de complicación.
El diagnóstico de la parotiditis se basa mayoritariamente en la exploración física y la entrevista clínica por parte del médico.
Pueden realizarse pruebas complementarias como analítica de sangre con la realización de una serología para detectar los anticuerpos específicos contra el virus (pequeñas proteínas del sistema de defensa que se producen para luchar contra el virus). También se puede detectar la presencia de pequeñas partes del virus (antígenos) o realizar un cultivo de células para detectar la presencia del virus en ellas.
El principal factor de riesgo para padecer paperas es no estar vacunado de la triple vírica. Se trata de una vacuna incluida en el Sistema Nacional de Salud para niños.
Las complicaciones más frecuentes son:
La parotiditis o paperas es una enfermedad que habitualmente es diagnosticada y tratada por el pediatra de atención primaria o el médico de familia. Si existen complicaciones puede ser preciso la derivación del paciente a revisión hospitalaria o a consulta de especialistas de urología, neurología, etc., según la complicación que se dé.
Tras el periodo de incubación la inflamación de las glándulas parótidas tardan entorno a 3 días, generalmente primero una parótida y la otra 1 – 2 días después. Los síntomas ceden lentamente en 3 – 7 días.
La vacuna contra las paperas o parotiditis está incluida en la vacuna llamada triple vírica en la que, además de producirse la inmunización contra este virus, también se vacuna al paciente contra el virus de la rubéola y el virus del sarampión, incluidas en la misma vacuna. Esta vacuna forma parte del calendario de vacunación infantil del Sistema Nacional de Salud español.
El periodo de transmisión se da desde 7 días antes hasta 9 días después del inicio de los síntomas.
El contagio se produce por el contacto con pequeñas gotitas de saliva o moco que contienen el virus de un paciente que tiene la enfermedad (al estornudar, toser, etc.)
La vacuna contra las paperas incluida en la triple vírica está compuesta por virus atenuados, es decir, virus a los que se les ha modificado para que no produzcan la enfermedad pero cuya estructura sí pueda ser detectada por el sistema inmunológico del organismo. Esto provoca en él una reacción de defensa en la que se producen anticuerpos (pequeñas proteínas capaces de reconocer la estructura del virus y “presentarselas” a las células de defensa del cuerpo para que actúen contra él). Así, en el organismo queda la memoria de esos anticuerpos y si en un momento futuro tras la vacunación el cuerpo toma contacto con el virus real, el sistema de defensa del organismo está preparado para reconocerlo, atacar y destruir antes de que produzca la infección.