La otitis externa es la infección e inflamación del conducto auditivo externo. Dicho conducto se sitúa entre el pabellón auricular y el tímpano. La membrana timpánica es el límite entre el odio medio y el oído externo
Existen diferentes tipos de otitis externa:
Las causas de la otitis externa se relacionan principalmente con la humedad, esto da lugar a una alteración del ph de la piel, haciendo más posible su colonización por bacterias, hongos y virus.
El síntoma más frecuente que suele hacer acudir al médico es la otalgia (dolor de oídos), seguido de una sensación de taponamiento auditivo y de humedad. Puede producirse también secreción a través del conducto auditivo, y acompañarse de hipoacusia.
En los casos eccematosos o por irritación, suele aparecer picor intenso.
El tratamiento de la otitis externa suele ser tópico, en forma de gotas, siendo los más frecuentes polimixina B en caso de hongos, y antibióticos como el ciprofloxacino en los casos de infecciones bacterianas, pueden indicarse también corticoides y ácido acético, que permite tener el oído seco evitando el proceso.
El tratamiento oral es usado ante la sospecha de una otitis media maligna que se produce por pseudomona.
Para el tratamiento del dolor es necesario el uso de paracetamol o ibuprofeno.
El paciente debe ser reevaluado a las 48 horas si el proceso no ha mejorado.
La única prueba necesaria para el diagnóstico de una otitis externa es la otoscopia, en ella se visualiza el conducto auditivo externo inflamado, pudiendo visualizar en caso de bacterias, un exudado purulento y, en el caso de hongos, un exudado blanquecino. Esto permite hacer un diagnóstico certero y establecer el tratamiento de modo adecuado.
El factor desencadenante principal de la otitis externa es la humedad, que daña la piel del conducto haciendo más posible que se infecte. Se produce en lugares de mucha humedad como los países tropicales, pero también en nadadores, en especial en piscinas y lagos.
Los factores de riesgo para la otitis, en especial para la otitis externa maligna, es la diabetes mellitus, que hace más fácil la colonización por pseudomona del conducto.
Los pacientes con atopia y eccemas de repetición, también sufren con más frecuencia este proceso.
La complicación más frecuente de la otitis externa es la llamada otitis externa maligna, en ella se produce una infección por pseudomona que puede llegar a ser grave. Es más probable en pacientes diabéticos, hace necesario el tratamiento sistémico y, en casos más graves, puede ser requerido un drenaje quirúrgico.
La prevención de la otitis externa consiste en utilizar, de forma correcta, tapones para practicar natación en piscinas y lagos, y no introducir elementos dentro del conducto, como bastoncillos, que pueden dar lugar a heridas en la piel o a pequeños residuos del mismo que favorezcan la infección en el oído.
La especialidad a la que pertenece es pediatría, dada la frecuencia de esta otitis en los niños, medicina de familia y, en los casos más complicados que pueden necesitar un drenaje quirúrgico, es tratada por el especialista en otorrinolaringología.
Las bacterias que con más frecuencia producen la infección en las otitis externas es el estafilococo aureus y, en segundo lugar, el pseudomona aeruginosa que es más frecuente en pacientes inmunodeprimidos o en pacientes diabéticos, en quienes puede dar lugar a una infección grave.
El tratamiento de la otitis externa suele ser un tratamiento tópico con gotas que se deben introducir en el conducto auditivo externo. Es mejor que el paciente se introduzca las gotas tumbado, permaneciendo en esta posición unos 5 minutos y, preferiblemente, que se las ponga alguien para asegurarse de una correcta instalación. El tratamiento con gotas es de 7 días, en algunos casos de otitis leve, se puede reducir a unos 5 días.
El dolor de oídos se produce por la inflamación en el oído, puede tener lugar en el oído externo a nivel del conducto auditivo externo, en el oído interno cuando se produce un acúmulo de moco en la trompa de Eustaquio y, por último, infecciones en la mastoides, en los dientes o muelas, o en la garganta pueden originar un dolor referido hacia el oído.
Hay diversos antibióticos que se pueden usar para la otitis, siendo diferente según el germen que se sospeche y si es un otitis externa o media. El ciprofloxacino, la amoxicilina, la eritromicina, el cefaclor o la cefixima, son algunos de los fármacos que se usan en estos procesos.
La otomastoiditis es la infección que afecta tanto al oído como a la mastoides, tiene riesgo de producir meningitis o laberintitis, siendo necesario el tratamiento antibiótico sistémico para su resolución. Es un proceso potencialmente grave.