La lumbalgia es la aparición de dolor en la parte baja de la espalda, que comprende desde las últimas costillas a la región sacra y que además, puede extenderse a la región glútea y/o a las piernas (en este último caso, se denomina lumbociatalgia). Se trata de una de las afecciones más frecuentes en la sociedad actual, que puede aparecer en ambos sexos y que sin ser considerada una patología grave en su gran mayoría, sí provoca un importante grado de incapacidad en su fase aguda.
La lumbalgia se puede clasificar en función de diversos criterios.
Atendiendo a la causa del dolor:
Según la frecuencia y duración de los síntomas:
Según las características del dolor:
La lumbalgia puede estar originada por múltiples causas, estando asociado este origen al tipo de lumbalgia padecido. Así en las lumbalgias mecánicas o no específicas, las principales causas son los traumatismos en la zona, sobrecargas, malas posturas o distensiones musculares al realizar movimientos bruscos.
En el caso de lumbalgias específicas, el dolor producido viene originado por una enfermedad previa como puede ser el caso de las enfermedades que afectan a la columna vertebral como artrosis, hernia discal, artritis, u otras enfermedades como osteoporosis o fibromialgia.
El principal síntoma de la lumbalgia es la aparición de un dolor moderado-intenso en la zona lumbar, acompañado de sensación de rigidez y dificultad en el movimiento por aumento de dolor. El dolor puede ser constante o desencadenarse por los movimientos.
El tratamiento inicial habitualmente indicado se basa en el reposo relativo durante un periodo de 4-5 días, combinado con aplicación de calor seco (por ejemplo, con manta eléctrica) y el uso de fármacos analgésicos o antiinflamatorios. Además, en ocasiones pueden asociarse fármacos como el diazepam, buscando su acción como relajante muscular.
Habitualmente se indica que el reposo no se prolongue más allá de unos días, siendo importante incidir en la reducción de la actividad física, los esfuerzos, cogida de peso, etc.
Según la evolución e intensidad del dolor pueden pautarse tratamientos de fisioterapia y rehabilitación. Además, se establecen pautas y consejos al paciente sobre la realización de ejercicios físicos específicos en su domicilio que permitan recuperar el tono muscular en la espalda una vez superada la fase aguda del dolor.
En casos más específicos, según la causa del dolor y su evolución, pueden pautarse otros tratamientos como infiltraciones facetarias, toma de corticoides, o la indicación de cirugías en la columna vertebral (discectomía, quimionucleolisis, etc.).
En una primera fase normalmente se tratará la lumbalgia en base a la sintomatología presentada y a la exploración física del paciente sin requerir ninguna otra exploración añadida. No obstante, en el caso de que el médico lo requiera es posible realizar pruebas complementarias que permitan un diagnóstico más completo en caso de dudas en cuando a el origen del dolor o si éste persiste a pesar del tratamiento indicado.
Las pruebas complementarias más habituales comprenden: radiografía de columna lumbosacra, resonancia magnética, tomografía computarizada (TAC).
En caso de presentar alteraciones en las pruebas de imagen que sugieran la presencia de un tumor, se puede precisar una biopsia.
Si existen síntomas y signos asociados que determinen la presencia de una infección, se realizan pruebas como analítica de sangre, cultivos, etc.
Los factores principales que pueden contribuir a padecer lumbalgia son los asociados a nuestro estilo de vida, con posturas inadecuadas, sobreesfuerzos, sedentarismo u obesidad.
Los factores de riesgo que se asocian a la lumbalgia están íntimamente relacionados con los factores desencadenantes anteriores. Se pueden determinar como factores de riesgo:
La lumbalgia puede ser diagnosticada y tratada por el médico de familia quien, según la valoración y seguimiento que haga del paciente, puede establecer la necesidad de valoración por parte del médico especialista en traumatología o en reumatología, así como el médico especialista en medicina física y rehabilitación, el neurocirujano o el anestesista para el tratamiento en las unidades del dolor.
Un pinzamiento lumbar es una lesión en la región inferior de la espalda provocado por el bloqueo de una vértebra del área lumbar de la columna. Este bloqueo dificulta la flexión y elongación de la misma, pudiendo llegar a someter a los nervios ubicados entre las vértebras afectadas, a una mayor presión lo que provoca un dolor agudo de intensidad variable, que impide realizar movimientos de la vida cotidiana.
La ciática es un dolor irradiado desde la parte posterior del glúteo hacia la pierna, que denota algún problema en el nervio ciático (nervio más largo del cuerpo que lleva la información del movimiento, el dolor y la sensibilidad al miembro inferior). De forma habitual aparece dolor junto con otros síntomas sensitivos como sensación de entumecimiento, hormigueo, calambres o pérdida de sensibilidad en la pierna afectada.
Se denomina L5 y S1 a la vértebra número 5 de la columna lumbar y la primera vértebra de la zona sacra respectivamente.
El nervio ciático se inicia al final de la columna lumbosacra y llega hasta los pies, pasando por los glúteos y parte posterior del muslo. Se trata del mayor nervio del cuerpo humano y está formado por varias terminaciones nerviosas que provienen de la parte baja de la columna vertebral.
La aplicación de calor seco local con uso de una toalla planchada, una manta eléctrica, un saco de pepitas caliente, etc., junto con el cuidado postural, evitando estar sentados o quietos de pie de forma prolongada. Procurar mejor mantenerse caminando despacito o tumbados con las piernas flexionadas. No realizar esfuerzos ni coger pesos y evitar los movimientos bruscos del tronco y las flexiones de éste sin doblar las rodillas.