La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a la células sanguíneas, dando lugar a una producción mayor de lo normal de glóbulos blancos, que son las células encargadas de la defensa del organismo, e impide que en la médula ósea se formen otros grupos de células. La incidencia es de 12 hombres y 8.6 mujeres cada 100.000 habitantes, y la edad media de diagnóstico desde 60,8 años. En los niños es el cáncer más frecuente, se producen 47 casos por cada millón de niños. Es una enfermedad grave.
Los tipos de leucemia son:
No hay una causa clara de las leucemias. En el caso de la LMC, esta está relacionada con una anomalía cromosómica llamada cromosoma filadelfia.
Los síntomas de la leucemia son: fiebre, dolores óseos, falta de apetito, hematomas o sangrados, palidez, debilidad, aumento de tamaño del hígado y el bazo, inflamaciones ganglionares y pérdida de peso.
Las leucemias crónicas no son tratadas en los primeros estadios de la enfermedad, de hecho, un paciente puede tener una leucemia crónica y tardar años en ser tratado para la misma. Para el tratamiento de la enfermedad cuando es necesario, se usará quimioterapia e inmunoterapia con anticuerpos monoclonales como Alemtuzumab.
Las leucemias linfocíticas agudas tienen tres fases: una de remisión, otra de consolidación y una última de mantenimiento. El tratamiento completo dura dos años. En la primera fase, la de remisión, se va a usar un tratamiento intensivo de unos dos meses con Vincristina, Doxorrubicina y Dexametasona. Para evitar o tratar el paso de leucemia hacia el sistema nervioso central se usa la quimioterapia intratecal (administrada directamente en la médula espinal). Se usará Metotrexate preferentemente con Prednisona. Posteriormente hay una fase de consolidación con los mismos fármacos, que suelen usarse a dosis altas. Finaliza con una fase de mantenimiento con Metotrexate y 6 de Mercaptopurina. En algunos casos se plantea hacer un trasplante de médula.
La leucemia mieloide aguda será tratada con Citarabina y Daunorrubicina o Idarrubicina. Para la primera de ellas en dosis diarias de 7 días y la Daunorrubicina durante 3 días. Tras esto, en la fase de consolidación, se darán altas dosis de estos fármacos en 5 días con descanso de uno, en cuatro ciclos durante 4 a seis semanas. Tras ello se debe de pensar en un trasplante de médula.
Analítica de sangre con contaje celular, biopsia de médula ósea para valoración celular, citometría de flujo, estudio de ADN celular si fuera necesario y estudio de líquido cefalorraquídeo para estudio de extensión hacia el sistema nervioso central.
Son factores de riesgo: la exposición intensa a rayos X, la quimioterapia, las toxinas como el benceno, los trasplantes de órganos, y las cromosomopatías como el síndrome de Down. La leucemia mieloide crónica, además, tiene relación con el cromosoma filadelfia.
La leucemia es tratada por el hematólogo y el oncólogo.
No, la leucemia no es una enfermedad contagiosa al no ser una enfermedad infecciosa, puede haber un mayor riesgo en familiares de personas con leucemia para desarrollarla, pero no está relacionada directamente con la carga genética.
No, la leucemia no es hereditaria, si bien personas con familiares de primer grado con leucemia tienen una mayor probabilidad de sufrir una leucemia que la población general.
La tasa de mortalidad de leucemia es de 4.3 por cada 100.000 habitantes al año en mujeres y de 7 cada 100.000 mujeres a lo largo de un año.
La leucemia mieloide crónica es la leucemia que se produce en las células de la médula ósea, llamadas células mieloides, que son las que dan lugar a glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Estas células alteradas van a multiplicarse y crecer, se acumulan en la médula ósea y luego irán a la sangre, pueden invadir otras partes del cuerpo, dando lugar a una leucemia en la que las células crecen lentamente, aunque puede evolucionar a una forma aguda difícil de tratar.
La leucemia linfática es una leucemia en la cual se produce una mayor producción de células B. Los linfocitos B se van a infiltrar en la médula ósea y los tejidos linfáticos. En España se suelen diagnosticar unos 30 casos por millón de habitantes al año. El 80% de los casos se diagnostican por una analítica de sangre, ya que los pacientes suelen ser asintomáticos.