Actualizado el 10/01/2022
Dormir es una de las actividades que junto con la alimentación y un entorno confortable son esenciales para la vida y la salud. Las alteraciones del sueño −y, especialmente, el insomnio− provocan serias consecuencias para la salud y el bienestar.
De este modo, no solo es importante descansar el tiempo suficiente, sino que el sueño sea de calidad.
El insomnio es el trastorno de sueño más frecuente. Se caracteriza por la dificultad para conciliar el sueño, permanecer dormido durante la noche o despertar antes de la hora prevista. Se trata de un trastorno con un alto componente subjetivo que también podría definirse como la insatisfacción con la cantidad o la calidad del sueño, ya que el insomnio da lugar a la sensación de cansancio y fatiga al día siguiente.
Se considera como insomnio crónico cuando los problemas de sueño se prolongan durante más de un mes.
El insomnio afecta a una de cada tres personas adultas, siendo más frecuente en las personas mayores, en las mujeres y en personas con enfermedades psiquiátricas y problemas psicológicos. Más de la mitad de los problemas de insomnio se acaban cronificando.
En ocasiones, puede tratarse de un síntoma de otra enfermedad y puede ser causa de múltiples trastornos que afectan a la calidad de vida. Además, es conocido que la deprivación de sueño comporta un riesgo metabólico, con mayor incidencia de resistencia a la insulina y diabetes.
Finalmente, los estudios muestran que el insomnio crónico se asocia con un mayor riesgo de depresión, ansiedad, abuso de sustancias, suicidio, accidentes de tráfico y una posible disfunción inmunológica.
Las causas más frecuentes de insomnio incluyen:
Finalmente, un número reducido de casos no tienen una causa identificable del insomnio. Se trata de insomnio esencial o funcional. El tratamiento estará enfocado a paliar los síntomas, generalmente con medicación hipnótica.
El insomnio determina la falta de energía y disminución de la concentración de la persona, además de alteraciones del comportamiento e irritabilidad motivados por la falta de descanso.
Cuando existe un trastorno del sueño, los síntomas que permiten sospechar de su presencia incluyen:
Por otro lado, los síntomas del insomnio suelen incluir:
Las pruebas que se suelen llevar a cabo para diagnosticar el insomnio son:
La Polisomnografía. Se trata de la prueba más habitual para el estudio de los trastornos de sueño. En ella se lleva a cabo el registro de diferentes variables fisiológicas como la actividad cerebral, la frecuencia respiratoria, los niveles de oxígeno en sangre, el ritmo cardiaco y la actividad muscular y ocular mientras se duerme.
La polisomnografía permite detectar las anomalías que se producen en las diferentes fases del sueño. Además del insomnio, permite el diagnóstico de otras patologías como apnea obstructiva, narcolepsia y síndrome de piernas inquietas, entre otras.
Test de latencia de sueño múltiple. Es utilizada para detectar los casos de hipersomnia. Se somete al paciente a cinco periodos diarios de dos horas para dormir. Si el sueño aparece antes de cinco minutos y se entra en fase REM antes de tres minutos se trata de hipersomnia.
Actinografía. Se utiliza para averiguar la estructura del sueño durante varios días. Se sitúa un reloj que incorpora un velocímetro para detectar los movimientos de brazos y piernas a lo largo del día y de la noche.
El tratamiento del insomnio contempla la adquisición de buenos hábitos de sueño y, en ocasiones, el uso de tratamientos farmacológicos.
De este modo, si no es posible determinar claramente la causa del insomnio, se deberá recurrir a un tratamiento sintomático combinado que debe incluir siempre medidas de higiene de sueño y terapia cognitivo-conductual. También puede incluir tratamiento farmacológico a corto plazo.
Las medidas contempladas dentro de la higiene del sueño incluyen unos hábitos correctos de sueño:
La terapia conductual consiste en indicar al paciente que intente mantenerse despierto, dando lugar a pérdida de ansiedad por el sueño. Las terapias de control de estímulos y de relajación también pueden ser de ayuda.
El tratamiento farmacológico puede ir dirigido a tratar una enfermedad de base, como es el caso de ansiolíticos o antidepresivos. Las benzodiazepinas y los fármacos hipnóticos se pueden utilizar para los trastornos del sueño solo si se requiere una respuesta inmediata a los síntomas, el insomnio es severo y las medidas no farmacológicas no producen los efectos deseados.
Por último, los neurolépticos, de efecto sedante, pueden ser usados en pacientes con insomnio refractario al tratamiento. El uso de melatonina parece tener efecto en el insomnio de personas mayores de 55 años, sobre todo cuando tienen alteraciones de los ritmos circadianos.
Los factores desencadenantes del insomnio suelen ser el estrés y las enfermedades mentales como depresión y ansiedad.
La presencia de insomnio puede provocar:
No hay datos concretos que nos permitan conocer cuánto se puede estar sin dormir antes de caer enfermo. Se conocen casos de soldados durante la segunda guerra mundial que estuvieron sin dormir hasta cinco días, sin presentar graves trastornos posteriores. También hay datos de una persona que estuvo sin dormir hasta 11 días. Las personas que sufren insomnio no están sin dormir y muchas de ellas tienen microsueños de minutos que pueden ser reparadores.
El despertarse muchas veces es una forma de insomnio, en el que el sueño está fragmentado. No obstante, todos tenemos microdespertares a lo largo de la noche. Solo cuando tras despertarse el paciente no se vuelve a dormir rápidamente podemos hablar de insomnio.
Cuando vamos cumpliendo años se observa una tendencia a dormir menos, además de variar el patrón de sueño. Así, un adulto de más de 60 años puede dormir cinco horas y estar descansado. Además, en personas mayores el patrón de sueño se altera. En general, comienzan a tener sueño antes y se despiertan más temprano.
En general se dice que hay que dormir entre 7 y 8 horas, pero estas cifras varían a lo largo de la vida. Los bebés pueden dormir hasta 20 horas y los adultos por encima de 65 años pueden dormir tan solo cinco horas. Además, hay personas que necesitan dormir menos. Lo importante es si el paciente presenta síntomas de cansancio y si se encuentra bien durante el día.
Se habla de insomnio crónico cuando el paciente tiene problemas para dormir de más de un mes de duración. Se produce en la mayoría de los casos en personas de edad avanzada o en personas con problemas de salud mental. También puede producirse en situaciones de estrés y normalizarse al desaparecer la situación estresante.
La especialidad que trata el insomnio es la medicina del sueño, en la que pueden participar profesionales de diferentes especialidades como psiquiatría y psicología.
Bibliografía