La epilepsia es una enfermedad neurológica que genera en el paciente movimientos involuntarios de su cuerpo y que se denominan como convulsiones, de ahí que otra de sus acepciones sea la de convulsiones generalizadas. Es una alteración neurológica que afecta a todas las edades y que pertenece a la especialidad de neurología, se trata de una enfermedad de tipo grave.
La epilepsia se clasifica según el tipo de crisis que padece el paciente:
Al igual que con otras enfermedades no existe una causa clara que determine el origen de la epilepsia, sin embargo, en un 50% de los casos se desarrolla por antecedentes de herencia genética que hayan padecido epilepsia, debido a anomalías en el cráneo y en el cerebro por contusiones, trastornos o infecciones.
La epilepsia tiene su origen en una alteración en el cerebro, por ello los síntomas están relacionados con el proceso coordinador de este. Los principales síntomas son:
El tratamiento más común para la epilepsia es la toma de medicamentos denominados anticonvulsivos o antiepilépticos. Ajustar la dosis exacta a cada paciente puede ser muy complejo ya que esta dependerá de la edad, de las convulsiones y otros factores.
Si la medicación resulta eficaz y las convulsiones quedan controladas puede darse el caso de que el paciente deje de tomarla y no vuelva a sufrir convulsiones. No obstante, en otras situaciones, si no hace efecto y el paciente empeora este puede ser sometido a una intervención quirúrgica.
Para determinar si el paciente padece epilepsia, primero se establece un examen neurológico, donde se estudian las habilidades motoras, el funcionamiento mental y el comportamiento del paciente junto con otros aspectos neurológicos desarrollados.
Después se realizarán una serie de pruebas médicas para terminar el diagnóstico:
En función del origen de la epilepsia en cada paciente puede tener un factor desencadenante distinto. En el caso de que sea por herencia genética puede producirse de manera brusca o evolutiva por la transmisión de los genes de la familia, o puede que no llegue a aparecer.
En caso de ser originada por factores externos, puede ser tras un accidente en el que se produzca un traumatismo craneoencefálico o a una infección que afecte al cerebro.
La epilepsia tiene mayor tendencia a desarrollarse en pacientes que presenta ciertos factores de riesgo como:
La epilepsia es tratada por especialistas en neurología.
Si el paciente padece epilepsia puede sufrir consecuencias en su estado de salud a nivel cognitivo, neurológico, psicológico y emocional.
Estas alteraciones pueden presentan lesiones neurovasculares en el cerebro, cambios de humor, pérdida de memoria o alteraciones en su desarrollo intelectual, entre otras, según cada caso y paciente.
Lo primero mantener la calma, después debemos quitar todos los objetos peligrosos que están cerca de la persona que padece la crisis para que no se golpee con ellos y debajo de la cabeza colocarle una almohada o algo blanco para que no se lesione contra el suelo. Ponerle de lado para facilitarle la respiración y nunca intentar bloquear a la fuerza las convulsiones.
El paciente se recuperará gradualmente, es importante que se permanezca con él hasta que se encuentre bien y haya superado la crisis.
Hay diferentes factores que pueden provocar ataques epilépticos a una persona que la padece, algunos son:
La epilepsia severa hace alusión al tipo más grave, ya que el paciente sufre diferentes ataques epilépticos, desde crisis atónicas hasta convulsiones.
La crisis atónica provoca que el paciente caiga de forma súbita por la pérdida de la fuerza muscular y del conocimiento. Dura unos pocos segundos y después el paciente vuelve en sí, pero suele darse junto con otros ataques epilépticos.