El término dispepsia hacer referencia a un conjunto de síntomas y signos complejos y heterogéneos originados en el tracto gastrointestinal superior. Una de las definiciones aceptadas puede ser la presencia de dolor o molestia abdominal persistente o recurrente, localizada en la parte superior del abdomen de al menos 3 meses de duración.
Es una alteración frecuente que puede afectar al 25-40% de la población general, más frecuentemente en mujeres.
Habitualmente no supone una patología grave, pero depende la causa de la producción de los síntomas, su gravedad será más o menos relevante.
Una de las clasificaciones más aceptadas de la dispepsia es aquella que las divide en:
Existen diversas patologías que se han relacionado con la producción de dispepsia orgánica, siendo las patologías más relevantes el reflujo gastroesofágico, cáncer de esófago, cáncer gástrico, enfermedad ulcerosa péptica, duodenitis erosiva, la esofagitis y la litiasis biliar. Dentro de las causas que se han relacionado con la dispepsia funcional están las gastroenteritis agudas, la infección por Helicobacter Pylori, la irritación química de la mucosa gastrointestinal por la ingesta de tabaco, alcohol, antiinflamatorios no esteroideos, reflujo gastroesofágico. También se ha relacionado con trastornos psicológicos y alteraciones de la motilidad gastrointestinal.
Dentro de los síntomas que se describen en la dispepsia están epigastralgia (dolor en la parte superior central del abdomen, “en la boca del estómago”), ardor de estómago, hinchazón abdominal después de las comidas, saciedad precoz, sensación nauseosa y vómitos, eructos. Algunos autores incluyen síntomas de quemazón o pirosis y regurgitación de la comida, aunque estos síntomas son más típicos de el reflujo gastroesofágico.
Son síntomas y signos de alarma de un posible origen orgánico grave de la dispepsia la pérdida de peso significativa no intencionada, presentar vómitos persistentes, disfagia (dificultad para tragar), hematemesis (vómitos de sangre), melenas (presencia de sangre en las heces), tener anemia con falta de hierro o presentar una masa abdominal palpable.
En el caso de la dispepsia funcional, el tratamiento se basará en aquel específico de la patología que origina los síntomas dispépticos.
El tratamiento se basa en establecer una serie de medidas generales como disminuir el grado de estrés, normalizar el ritmo sueño-vigilia, seguir horarios fijos de comidas, eliminar determinados alimentos de la dieta como las bebidas gaseosas, alimentos flatulentos o grasas, el alcohol, tabaco, cafeína, fármacos antiinflamatorios, etc. Realizar ejercicio físico, perder peso e instaurar medidas antirreflujo gastroesofágico (no irse a dormir justo después de comer, no comer comidas muy picantes, etc.)
En caso de detección de infección por Helicobacter pylori se aconseja su tratamiento con antibióticos e inhibidores de la bomba de protones (omeprazol).
En pacientes que no presentan signos de alarma o cuando se ha descartado una causa de dispepsia orgánica mediante pruebas diagnósticas, se instaura inicialmente un tratamiento de prueba durante unas 4 semanas con antisecretores como el omeprazol o la ranitidina. Si hay mejoría se retira la medicación y si existen recaídas se pauta una dosis los más baja posible que logre controlar los síntomas.
Otros de los fármacos utilizados en ocasiones son los procinéticos como la domperidona (Motilium)
La evaluación inicial para el diagnóstico de la dispepsia es una adecuada anamnesis (interrogatorio que realiza el médico para evaluar lo que le pasa al enfermo) y una adecuada exploración física.
Se le podrá realizar al paciente una analítica de sangre para descartar alteraciones como anemia o disfunciones del hígado o el páncreas.
En muchos de los pacientes que presentan estos síntomas se les indicará la realización de una endoscopia digestiva alta (visión del interior del esófago, estómago y duodeno con la introducción de un tubo flexible que se introduce por la boca que tiene una cámara con luz).
Otra de las pruebas que se pueden realizar es la prueba del aliento o test de detección del Helicobacter Pylori, para descartar la infección por esta bacteria como posible causa de la dispepsia.
La dispepsia será evaluada y tratada inicialmente por el médico de atención primaria. Si el paciente no responde al tratamiento o detectan alteraciones importantes en las pruebas diagnóstica o sospecha de la posible gravedad de la enfermedad remitirá al paciente a consultas del especialista en gastroenterología o digestivo.
Se puede definir la dispepsia gastrointestinal como la presencia en la zona superior del abdomen de dolor o molestias, sensación de ardor, náuseas, o vómitos o cualquier otro síntoma que se considere originado en el tracto gastrointestinal superior.
No hay una entidad en sí misma denominada dispepsia flatulenta. Dentro de los síntomas que definen la dispepsia se recoge la sensación de hinchazón abdominal y en ocasiones el aumento de la expulsión de gases, mediante eructos o flatulencias.
Dentro de las posibles causas de la dispepsia funcional se ha descrito la gastroenteritis aguda. El término indigestión estomacal es una definición popular que puede hacer referencia al padecimiento de la gastroenteritis, por lo que se puede decir que pueden tener relación.
La acidez de estómago se produce por el paso de contenido gástrico de forma ascendente hacia el esófago por incompetencia o relajación inadecuada del esfínter esofágico inferior (“puerta de entrada al estómago”), lo que supone un ascenso de los jugos gástricos ácidos del estómago que provocan la sensación de quemazón en el esófago.
Los alimentos recomendados para disminuir la acidez son las cocciones sencillas con uso de la plancha, grill, el horno, alimentos hervidos etc. Comer pasta, arroz, patata, pan blanco. Introducción de abundantes verduras cocidas y sin piel, frutas cocidas, en compota y en conserva. Consumo de carnes magras, pescados, clara de huevo, quesos y lácteos desnatados. Beber agua y bebidas sin cafeína ni gas.