Se denomina catarata a cualquier opacificación de alguna zona del cristalino (estructura transparente en la zona central del ojo que actúa como lente), que produce una disminución de la visión cuando esa opacidad se sitúa en el centro del mismo, impidiendo el paso de la luz, y con ello la correcta visión. Las cataratas son las responsables del 47% de los casos de ceguera en el mundo, siendo la catarata senil (la que aparece con la edad), la más frecuente. La catarata congénita supone un 20% de casos de ceguera infantil. La urgencia en el diagnóstico y tratamiento de las cataratas se da sobre todo en la población infantil, ya que si no se detecta a tiempo puede producir alteraciones de la visión importantes y permanentes.
En las cataratas congénitas puede haber un déficit de visión desde el nacimiento o rápidamente progresivo. En la catarata senil los pacientes pierden la visión de manera progresiva, sin dolor ni inflamación, con una mejora en ambientes poco iluminados, apareciendo a veces fotofobia (molestia ocular con la luz), con deslumbramientos, visión de halos coloreados, visión amarillenta o aparición diplopía monocular (visión doble en un ojo). Las personas con miopía pueden notar la necesidad de cambiar frecuentemente de gafas.
El tratamiento de las cataratas es exclusivamente quirúrgico. La cirugía consiste en quitar el cristalino opacificado y reemplazarlo por una lente artificial. Para ello existen dos tipos de cirugías:
El diagnóstico de las cataratas se realiza mediante la exploración ocular, administrando una gota a nivel tópico de un fármaco midriático que produce la dilatación de la pupila. Así, con la observación a simple vista, puede detectarse en estados avanzados de la catarata un reflejo o mancha blanca en la región pupilar (leucocoria), o bien mediante una oftalmoscopia directa, el médico aprecia manchas oscuras sobre el reflejo rojo del fondo de ojo o impidiendo la visión de este. También se puede realizar una exploración con la llamada lámpara de hendidura, que permite estudiar el cristalino afectado localizando la opacidad.
Además, el oftalmólogo puede realizar una exploración de la agudeza visual, de la motilidad del ojo, la tensión ocular, etc.
El envejecimiento es el mayor factor de riesgo del padecimiento de la catarata senil. El padecimiento de otras enfermedades como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, la obesidad, el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol, pueden favorecer el desarrollo de las cataratas.
Otros factores de riesgo son la exposición excesiva y continuada a la luz del sol o el consumo continuado de fármacos que favorecen su aparición, como los corticoides.
Por último, el haber padecido lesiones o inflamaciones previas en los ojos o haber sido intervenido quirúrgicamente a nivel ocular, puede desencadenar en ocasiones el desarrollo de cataratas.
Las cataratas se diagnostican y tratan por el médico especialista en oftalmología.
En el sistema nacional de salud español esta cirugía es gratuita. A nivel de la medicina privada variará según la clínica donde se realice la intervención. De forma general el precio puede oscilar entre 1.500-2.000 euros.
Es el tipo de cirugía de cataratas que se aplica más frecuentemente. Consiste en realizar una pequeña incisión en la córnea por la que se introduce una sonda que emite ondas ultrasónicas que ablandan el cristalino, para, posteriormente, aspirar e introducir en su lugar una lente intraocular.
La afaquia es la ausencia del cristalino en el ojo.
La pseudofaquia es la ausencia de cristalino en el ojo que ha sido sustituido quirúrgicamente por una lente intraocular que hace sus funciones.
La capsulotomía con láser es la realización mediante el uso de un láser, de una pequeña incisión en la cápsula posterior del cristalino. Esta cápsula o membrana que sujeta el cristalino se puede opacificar después de realizarse anteriormente una cirugía de catarata, con lo que esa incisión permite que la luz incida de nuevo correctamente en el ojo y el paciente vea correctamente.